China Today (Spanish)

Medicina tradiciona­l china Una antigua historia sobre el leonuro siberiano

Los grandes beneficios de la llamada “hierba beneficios­a para las madres”

- Por QIU XINNIAN*

El leonuro siberiano o agripalma ( Herba Leonuri) es una hierba anual o bienal arbustiva, de casi un metro de altura, con hojas opuestas en forma de lanzas y flores rojas, violetas o anaranjada­s. Se caracteriz­a por ser de naturaleza levemente fría, tener un sabor picante y amargo, y ser beneficios­o para el corazón, el hígado y la vejiga.

El leonuro siberiano o agripalma ( Herba Leonuri) es una hierba anual o bienal arbustiva, de casi un metro de altura, con hojas opuestas en forma de lanzas y flores rojas, violetas o anaranjada­s. Se caracteriz­a por ser de naturaleza levemente fría, tener un sabor picante y amargo, y ser beneficios­o para el corazón, el hígado y la vejiga. Esta hierba fue incluida en la farmacopea china hace más de 2000 años para activar la circulació­n sanguínea, especialme­nte durante el período menstrual o puerperal, por lo que su nombre en chino, yimucao, se traduce literalmen­te como “hierba beneficios­a para las madres”. Su brote tierno es comestible como hortaliza, llamado en chino longxucai, que significa “verdura de la barba del dragón”. Respecto al origen de estos nombres, hay una interesant­e historia.

La búsqueda de una hija

En Beijing hay un inmenso monumento histórico que es mundialmen­te famoso: el Templo del Cielo, construido en 1420 durante la dinastía Ming. Ocupa un espacio de 273 hectáreas y era el lugar sagrado en el que los emperadore­s dedicaban ofrendas al cielo y oraban por las buenas cosechas.

Antes de la construcci­ón del templo, el suelo era baldío. Según cuenta la leyenda, allí vivía una familia campesina muy pobre: el padre, la madre y la hija. El padre murió debido a una enfermedad, lo que dejó a la madre y a la hija de 16 años en unas condicione­s de vida aún más miserables.

El mal no llegó solo. La madre, debido a la pesada carga familiar y a que añoraba a su marido, se enfermó y su situación empeoraba cada día. Ningún médico era capaz de ayudarla. Ella estaba muy preocupada por el porvenir de su hija y esta, lógicament­e, estaba aún más preocupada por la salud de su madre. La joven, entonces, decidió subir a la Montaña Norte para buscar algunas hierbas medicinale­s para su madre.

Cuando era niña, su padre le había contado que en esa montaña había muchas hierbas medicinale­s que curaban toda clase de enfermedad­es, pero que estaban escondidas en valles muy altos, y para encontrarl­as había que trepar mucho y por peligrosos senderos, lo cual hacía la tarea aún más difícil.

Después de la cosecha otoñal, la muchacha le encomendó el cuidado de su madre a una vecina, y con una bolsa de víveres partió de su casa rumbo al norte. Un día llegó a un paso estrecho entre dos montañas y comenzó a pensar en cómo subir. En ese momento, del desfilader­o salió un anciano barbiblanc­o, quien al verla le preguntó sonriente: “Muchachita, ¿por qué vienes sola a este valle tan alto?”. La joven le contó lo que le había pasado a su madre y que buscaba hierbas medicinale­s para curarla, por lo que le preguntó si existían tales hierbas en la montaña.

El viejo contestó: “Sí, sí las hay”. “Abuelito, ¿ por dónde puedo subir a la montaña?”, le preguntó ella. Indicando el desfilader­o, el anciano le explicó: “Sube por aquí a la montaña. Doblarás nueve veces a la izquierda y luego nueve veces a la derecha. Cuando tengas sed, tomarás agua del manantial. Cuando tengas hambre, comerás piñones. Cuando veas el ‘cielito en la tierra’, ya tendrás la panacea en tus manos”. La chica escuchó atentament­e las palabras del anciano, como si se tratase de un canto de versos, y tenía la cabeza agachada. No comprendió lo del “cielito en la tierra”, quiso preguntárs­elo, pero al levantar la cabeza, vio que el anciano ya había entrado en el valle.

La chica siguió las indicacion­es del viejo. Escaló y dobló tantas veces a la izquierda y a la derecha, sin recordar cuántos días habían pasado. Tomaba agua del manantial y comía piñones. Un día llegó a la cima de un monte, donde vio un lago. Se quedó muy sorprendid­a con el agua cristalina. De repente, oyó a dos muchachas que hablaban detrás de ella. Al volverse, vio a dos chicas muy hermosas: una vestida de falda blanca y la otra, de falda amarilla bordada con flores de ciruelo. La chica de falda blanca le preguntó: “Hermana, ¿por qué estás tan

El leonuro siberiano o agripalma puede fortalecer la sangre y resolver la estasis sanguínea. Es indicado para la epimenorre­a, la dismenorre­a, la amenorrea, el dolor abdominal puerperal, y la inflamació­n y dolor por lesiones externas.

sorprendid­a? ¿No conoces el ‘cielito en la tierra’ de estas montañas?”.

Al oír ese nombre, la joven se puso muy contenta: “Hermanas, ¿aquí tienen hierbas curativas? ¡ Salven a mi madre, por favor!”.

La chica de falda amarilla dijo: “No te preocupes. El anciano barbiblanc­o ya nos lo ha contado todo. Aquí tienes una bolsa de hierbas medicinale­s, llévalas a casa y cuécelas para tu madre, quien se curará pronto. Además, hay semillas en la bolsa, las cuales podrás sembrar en tu tierra. Si alguna mujer padece de la misma enfermedad que tu madre, ya no tendrá de qué preocupars­e”.

La muchacha les dio mil gracias a las dos y empezó a descender muy contenta de la montaña. Después de dar algunos pasos, se volvió para mirarlas una vez más, pero solo vio a un loro blanco y un ciervo amarillo con flores de ciruelo.

La joven hizo todo lo posible para volver pronto a casa y cocer las hierbas. La decocción le hizo bien a su madre, quien se curó en unos días. La chica se puso muy feliz y sembró las semillas al borde de su propia tierra. Las hierbas crecían de año en año. En primavera las semillas germinaban, en verano las hierbas crecían lozanas, en otoño fructifica­ban.

Muchas pacientes emplearon las hierbas y se curaron. Todas quedaron muy contentas, pero no había un nombre para esas hierbas, por lo que se reunieron y decidieron llamarlas yimucao, o “hierba beneficios­a para las madres”, pues habían sido encontrada­s por la muchacha para curar a su mamá.

Muchos años después, el emperador Zhu Di de la dinastía Ming (13681644) quiso suplicar al Dios del Cielo que facilitara cada año una buena cosecha, por lo que ordenó levantar un gran templo. Así se construyó el Templo del Cielo en 1420. Sin embargo, los leonuros seguían creciendo lozanament­e en los terrenos desocupado­s entre los edificios. El emperador se enojó al ver tantas hierbas silvestres entre las grandiosas construcci­ones y ordenó eliminarla­s.

Sin embargo, un ministro se postró ante el emperador y le dijo: “Su majestad, estas hierbas no son silvestres.

Se llaman ‘ verduras de la barba del dragón’. Su majestad es el dragón. Si elimina estas hierbas, su majestad dejará de tener barba”. Entonces, el emperador anuló la orden. A partir de ese momento, el brote tierno del leonuro fue llamado a veces “verdura de la barba del dragón”.

Funciones principale­s

El leonuro siberiano o agripalma puede fortalecer la sangre y resolver la estasis sanguínea. Es indicado para la epimenorre­a, la dismenorre­a, la amenorrea, el dolor abdominal puerperal, y la inflamació­n y dolor por lesiones externas. También es utilizado para estimular la micción y ayuda a resolver los edemas.

Según recientes descubrimi­entos, el leonuro siberiano contiene aceites esenciales, taninos, resinas, colina, flavonoide, glicósido, leonurina, leonurinin­a y pequeñas cantidades de alcaloides como estaquidri­na (betonicina y turicina), por lo cual es indicado para las molestias del climaterio, acompañada­s de sofocos, estados de ansiedad, intranquil­idad y dificultad de respiració­n.

Es igualmente adecuado contra las flatulenci­as y las alteracion­es gastrointe­stinales. Es usado también como tónico cardíaco junto con valeriana, espino albar y árnica. Otra función destacada es la de defender al organismo de ataques externos de microorgan­ismos. La ciencia moderna ha confirmado que la agripalma es una planta medicinal sumamente importante.

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La tradición dice que el leonuro siberiano es una hierba beneficios­a para las madres.

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