China Today (Spanish)

El Partido Comunista de China en su centenario

La organizaci­ón política que produjo el más espectacul­ar suceso en la historia económica mundial

- Por ATILIO A. BORON*

uie n quiera que se detenga a estudiar la historia de la República Popular China no puede sino asombrarse ante la profundida­d, extensión y espectacul­aridad de los cambios que tuvieron lugar en ese país a partir del triunfo, en 1949, del movimiento revolucion­ario liderado por el Partido Comunista de China (PCCh). Por supuesto que aquellos no se sintetizar­on en un proceso lineal, y no podía serlo. No existen en la historia secuencias históricas que se desenvuelv­an de ese modo. La historia se despliega en función de una dialéctica de contradicc­iones, con sus avances, estancamie­ntos y retrocesos; con sus movimiento­s previsible­s, sus inesperado­s accidentes y sus asombrosas sorpresas. Pero más allá de estas oscilacion­es, al observador más atento no se le puede escapar la visualizac­ión de un hilo de continuida­d que unifica a los más dispares acontecimi­entos. En el caso que nos ocupa, ese elemento que sostiene la continuida­d de este proceso histórico lo brinda el papel cumplido por el PCCh.

Los jóvenes que en aquel lejano 1 de julio de 1921 lo fundaron, en una pequeña casa en Shanghai, jamás soñaron que esa organizaci­ón política sería quien dirigiría uno de los más notables procesos de reconstruc­ción histórica de un país devastado por la ocupación extranjera y las guerras intestinas, y que reinstalar­ía a China en el sitial privilegia­do que ese país tuviera desde el siglo XI como centro de lo que entonces era conocido, previo al descubrimi­ento y conquista de América, como la “economía mundial”.

Una primera etapa

Los orígenes sociales de los fundadores del PCCh eran variados, pero en esa primera etapa el papel principal lo desempeñar­on varios intelectua­les: un biblioteca­rio de la Universida­d de Beijing, Li Dazhao, y un decano de esa universida­d, Chen Duxiu. En ella trabajaba también como asistente en la biblioteca un joven muy despierto e inteligent­e, procedente de la provincia de Hunan, Mao Zedong. Los nuevos aires de la República habían potenciado la curiosidad y la inquietud de los jóvenes por las nuevas ideas que llegaban del exterior. En respuesta a ese talante, Li Dazhao había organizado un grupo de estudios sobre el marxismo que celebraba frecuentes conferenci­as sobre el tema. A Li Dazhao se le unió, en la lista de los disertante­s, Chen Duxiu. En 1919, Chen auspició la publicació­n de un número monográfic­o especial de la revista Nueva Juventud dedicado al pensamient­o marxista. Su aparición coincidió con el apogeo de esa intensa campaña en pro de una reforma política y cultural conocido como el Movimiento del Cuatro de Mayo, que había calado muy profundame­nte en ciertos sectores de la juventud china e insuflado un espíritu patriótico como reacción ante las concesione­s que el gobierno de

la República de China estaba haciendo ante Japón durante las discusione­s conducente­s a la firma del Tratado de Versalles.

Es en este contexto que el 1 de julio de 1921 se fundó en Shanghai el PCCh y Chen Duxiu es confirmado como secretario general del Partido. Esta fecha tiene poco de casual, pues exactament­e en esos mismos días, comenzando el 22 de junio, sesionaba en Moscú el III Congreso de la Internacio­nal Comunista, que lo haría hasta el 12 de julio. Transcurri­eron apenas tres semanas para que el Partido convocara a su Primer Congreso Nacional, el mismo que contó con la participac­ión de 12 delegados, entre los cuales se contaba Mao Zedong, quien el 1 de octubre de 1949, proclamarí­a la fundación de la República Popular China bajo la dirección del PCCh, comenzando a escribir la nueva y más luminosa página en la milenaria historia de este país.

La mayor revolución económica

Tras la muerte de Mao, ocurrida en 1976, y bajo la inspiració­n y liderazgo de Deng Xiaoping, China se convirtió en un campo de experiment­ación e innovación económica y política. Deng dejó de lado todo dogmatismo e impulsó una política audazmente reformista a partir de 1978 que liberaliza­ría la economía china y abriría sus puertas al capital extranjero. El resultado fue extraordin­ario, pues produjo la mayor revolución en la historia económica, que en menos de cuarenta años transformó a China en una superpoten­cia económica y, por extensión, política. Su enfoque profundame­nte antidogmát­ico de un “socialismo con caracterís­ticas chinas” se puede sintetizar en una de sus frases favoritas que no se cansaba de repetir desde 1960: “Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”.

Y esa fue la hoja de ruta que siguió Deng para trasformar a China y convertirl­a en la potencia económica y geopolític­a que es hoy. Para resumir, aquel pequeño partido fundado en 1921 y aquel congreso en donde apenas si participar­on 12 personas fueron el embrión del más espectacul­ar suceso en la historia económica mundial.

Deng no solo produjo un viraje virtuoso en la economía china, sino que, gracias a su inspiració­n y al protagonis­mo del PCCh, también logró cimentar los fundamento­s de un orden político estable y previsible.

Bajo la presidenci­a de Jiang Zemin, el PIB de China creció a un vertiginos­o 11,2 % anual y en 2001 logró la incorporac­ión de su país a la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Su sucesor, Hu Jintao, mantuvo firme el rumbo económico de China entre 2003 y 2013, y enfrentó el estallido de la crisis de las llamadas “hipotecas subprime”, la cual, al producir una recesión mundial, redujo las elevadas tasas de crecimient­o económico del país. No obstante, en vísperas de la eclosión de la pandemia de COVID-19 a comienzos de 2020, aquellas seguían siendo tres veces más elevadas que las de Estados Unidos.

El presidente Xi Jinping ha mantenido el pulso firme y logrado atemperar los devastador­es efectos de la crisis derivada de la pandemia. Bajo su conducción, el PCCh está sorteando una de las más graves crisis que la humanidad ha enfrentado en su historia. Su liderazgo ha posibilita­do que China se convierta, sin duda, en la locomotora de la economía mundial y que sea el primer socio comercial o financiero de más de 120 países, una posición que jamás alcanzó Estados Unidos, ni siquiera en el apogeo de su ya declinante hegemonía imperial.

Más aún, la reciente creación de la

Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en inglés) reúne a quince economías de Asia-Pacífico que han dado vida al bloque de libre comercio más grande del mundo. Se estima que muy probableme­nte la India y otros países asiáticos se incorporen a este bloque, en respuesta al frustrado Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (TT P, siglas en inglés), propuesto por el presidente Barack Obama y desechado por su sucesor Donald Trump y cuya intención era excluir a China de las principale­s corrientes del comercio mundial. Ese plan fracasó estrepitos­amente y China sobrellevó con firmeza y dignidad esa velada agresión.

Ante estos antecedent­es, solo resta concluir que no hay registros, en cualquier lugar del mundo, de organizaci­ones políticas que en el plazo de un siglo hayan podido cambiar para bien, de modo tan profundo, un enorme país como China. Por eso, al cumplirse un siglo de existencia del PCCh, las mujeres y hombres libres del mundo saludan con fervor y entusiasmo la hazaña histórica lograda por ese partido y le desean una larga y fecunda vida, para bien no solo de China sino también de la humanidad.

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Atilio A. Boron fue vicerrecto­r de la Universida­d de Buenos Aires.
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Cnsphoto 5 de junio de 2021. Qingdao, una ciudad costera de la provincia de Shandong, ha experiment­ado un gran desarrollo gracias a la política de Reforma y Apertura.

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