El desafío de hoy
LA interrupción de las cadenas de suministros a nivel mundial, primero por la pandemia de COVID- 19 y luego por las implicancias del conflicto en Ucrania, viene significando una enorme perturbación para la economía global, cuyas secuelas ya venimos observando. Una de esas consecuencias –y la que quizá más alarma despierta– es la referente a la seguridad alimentaria, la cual se ve seriamente afectada hoy no solo por la escasez de ingredientes como el maíz y el trigo, sino también por el aumento en el precio de productos como fertilizantes, petróleo y gas, además del desafío que sigue siendo el cambio climático.
El 8 de junio pasado, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que el mundo se enfrenta a la posibilidad de una “ola de hambre y miseria sin precedentes” que amenaza dejar tras de sí “un caos social y económico”. Según cifras de las Naciones Unidas dadas a conocer hace unas semanas, el número de personas que padecen hambre en el mundo aumentó hasta alcanzar los 828 millones en 2021, lo que supuso un incremento de unos 46 millones en comparación con 2020 y de 150 millones de personas desde el brote de la pandemia. Lamentablemente, el mundo se aleja cada vez más de su objetivo de acabar en 2030 con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas.
Por todo ello, el tema principal de la presente edición de China Hoy está dedicado a presentarles a nuestros lectores qué viene haciendo nuestro país para superar esta apremiante situación, en la que hay mucho en juego, pues China debe alimentar a una quinta parte de la población mundial con solo el 9 % de la tierra cultivable y el 6 % del agua dulce del planeta.
El 8 de julio, al participar en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del G20 en Bali (Indonesia), el consejero de Estado y canciller chino, Wang Yi, propuso una iniciativa de cooperación en seguridad alimentaria mundial consistente en ocho puntos: 1) apoyar a la ONU para que desempeñe un papel clave en esta coordinación; 2) no imponer restricciones de exportación a las compras humanitarias de alimentos por parte del Programa Mundial de Alimentos; 3) ofrecer condiciones favorables para la entrada sin contratiempos de productos agrícolas rusos, ucranianos y bielorrusos en el mercado internacional; 4) que los mayores países productores de alimentos y exportadores netos liberen su propio potencial de exportación; 5) que las medidas de emergencia tomadas por los países para el comercio de alimentos sean a corto plazo, transparentes, específicas, apropiadas y apegadas a las normas de la Organización Mundial del Comercio; 6) apoyar al Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional, así como la innovación y cooperación en ciencia y tecnología entre países; 7) reducir la pérdida y desperdicio de alimentos; y 8) ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su capacidad de producción, almacenamiento y reducción de pérdida de alimentos.
En septiembre del año pasado, en su carta de felicitación por la celebración de la Conferencia Internacional sobre Pérdida y Desperdicio de Alimentos en Jinan, la capital de la provincia de Shandong, el presidente chino, Xi Jinping, no solo instó a los países del mundo a tomar acciones rápidas y concretas para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, sino que señaló que, ante los desafíos planteados por la pandemia, la seguridad alimentaria era una cuestión fundamental para la existencia de la humanidad, y que reducir la pérdida de alimentos era una forma importante de garantizar esa seguridad alimentaria. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), hasta un 14 % de los alimentos producidos a nivel mundial se desperdicia entre la cosecha y la venta al por menor.
Lejos de lo que pueda pensarse, es mucho lo que une a China y América Latina en materia del buen uso de los alimentos, y en particular en lo referente a su visión ancestral sobre lo que debe ser nuestra relación con la naturaleza. Desde el norte de México hasta el extremo sur de la Patagonia, los pueblos originarios latinoamericanos han tenido la sabiduría de preservar una cosmovisión cuya base es el equilibrio entre el cosmos, la naturaleza y la comunidad. Ello va de la mano con el concepto tradicional chino de “la armonía entre el ser humano y la naturaleza”, una filosofía proveniente de la cultura taoísta, pero que fue posteriormente adoptada por el confucianismo.
En medio de estos tiempos inciertos y desafiantes, la salvaguarda de la seguridad alimentaria y del suministro de los principales productos agrícolas es un objetivo prioritario de la China de hoy, conforme quedó expuesto en las Dos Sesiones realizadas este año. Como ha apuntado en reiteradas ocasiones el presidente Xi, el pueblo chino debe “tener firmemente los tazones de alimentos en sus propias manos” en todo momento. Es también nuestro deseo que esos tazones puedan ser llenados en cada rincón del mundo.
Queridos amigos de China Hoy:
Les saludo con mucha alegría, a pesar de la triste noticia que recibimos recientemente sobre la muerte de una de las pandas que habitaba en el Zoológico de Chapultepec, en la Ciudad de México. Es triste, pero todos sabemos que tuvo una vida buena y larga, y que fue feliz.
Soy una gran admiradora de los pandas. En la década de 1980, viajé con toda mi familia hasta la Ciudad de México para conocer a la panda Tohui, la más famosa de aquel entonces. Yo era pequeña, pero recuerdo las filas interminables para entrar al zoológico, y la enorme multitud amontonada frente al lugar donde estaba Tohui. Mi papá me cargó sobre sus hombros para que alcanzara a ver algo, y la vi mientras estaba sentada y comía tranquilamente.
Mis padres no pudieron verla, pero yo regresé feliz a casa con esa imagen intacta en mi mente y en mi corazón. Los pandas son criaturas que no solo son hermosas, sino que además han ayudado a crear fuertes lazos de amistad entre las naciones. México y China son grandes amigos desde hace muchos años, y la presencia de los pandas ha afianzado esa buena y fructífera relación.
Quiero felicitarlos por todos sus contenidos. Leo su revista cada mes. Muchas gracias por compartir tantos reportajes interesantes para nosotros. Tienen en mí a una lectora fiel que devora con deleite cada historia que publican.
Su amiga,
Esmeralda Quintero
México