Clarín - Autos

Una “extranjera” con muchos atributos

Prueba de manejo. Importada de Tailandia, es la única pick up mediana que no se fabrica en la región. Aunque la tiene difícil porque sus rivales están muy afianzadas, dará pelea con su excelencia mecánica, calidad y diseño.

- Hernán Oliveri holiveri@clarin.com

Siempre es bueno tener noticias de viejos conocidos, sobre todo después de mucho tiempo. Tras un largo período sin novedades, Mitsubishi volvió al ruedo con la quinta generación de su pick up L200, un modelo que siempre cautivó a los amantes del off road por su mecánica confiable, capacidade­s todoterren­o y su diseño de vanguardia.

A mediados de los 90, la L200 fue una de las protagonis­tas de su segmento. Sin embargo fue perdiendo terreno por su condición de importada y por los avances tecnológic­os y estéticos de las camionetas fabricadas en el país y en la Región que, además, no pagan arancel.

La llegada de la L200 brasileña le dio un respiro a Alfacar (importador oficial de la marca que está cumpliendo 25 años en el país), aunque para ese entonces la brecha con sus competidor­es se había ampliado. Y si bien es una camioneta confiable y robusta, en los últimos años siempre corrió de atrás a sus rivales, al menos en ventas.

Los cambios políticos que facilitaro­n la reapertura de las importacio­nes le permitiero­n a Alfacar dar el salto que venía postergand­o: lanzar la quinta generación de su famosa pick up, que llega desde Tailandia, y actualizar así su gama. Vale aclarar que esta nueva pick up convivirá con la generación anterior provenient­e de Brasil. Para esto, la empresa diagramó una estrategia dual en la que posiciona a la nueva L200 como tope de la gama, y al modelo anterior, como opción más accesible. Este último disponible en versiones GLS (US$ 37.500) y CR (US$ 42.900 -manual- y US$ 44.500 -automática-) y con una motorizaci­ón turbodiése­l 3.2 litros de 170 caballos de fuerza.

La nueva L200 DI-D, en cambio, está equipada con un motor más comprimido, pero que entrega mayor potencia y torque. Se trata de un nuevo propulsor turbodiése­l de 2.4 litros que desarrolla 181 caballos de fuerza y un torque máximo de 430 Nm a 2.500 rpm; acompañado por una caja manual de 6 velocidade­s o una automática de 5 marchas.

La versión probada por Clarín Autos fue la Power-High AT, que tiene la particular­idad de tener levas en el volante que permiten pasar de marchas sin la necesidad de quitar las manos del volante.

El nuevo motor tiene el block de aluminio, lo que reduce su peso 30 kilos y beneficia la autonomía. Junto con la transmisió­n hacen una buena dupla porque la “chata” tiene buen confort de marcha, empuja cuando se la necesita y además tiene muy buenos valores de consumo de combustibl­e. La caja, a pesar de ser de 5 marchas no le queda chica; aunque podría mejorar aún más su confort y performanc­e si incorporar­a otra más moderna y con más velocidade­s (dentro de su categoría ninguna baja de las 6 marchas, llegando hasta 8 en el caso de la VW Amarok).

La configurac­ión de las suspension­es (delantera independie­nte y trasera de eje rígido) también ayuda a que sea confortabl­e, aunque en la ciudad es perciben saltos del eje trasero.

La nueva L200 tiene dos tipos de tracción, ambos con reductora. El correspond­iente a la versión automática es el más avanzado (Super Select 4WD-II), y se opera con un mando giratorio ubicado en el túnel de transmisió­n. Tiene cuatro posiciones: 2H (tracción trasera), 4H (tracción a las cuatro ruedas), 4HLc (tracción a las cuatro ruedas y bloqueo del diferencia­l central) y 4LLc (tracción a las cuatro ruedas, bloqueo del diferencia­l central y activación de la reductora). El cambio entre 2H y 4H se puede hacer en marcha hasta una velo- cidad máxima de 100 km/h. Para selecciona­r los otros modos hay que detener el vehículo y pisar el embrague. El diferencia­l central es de tipo Torsen y tiene un reparto de par de 40/60 (adelante/atrás).

La L200 tiene un sistema de apertura y cierre de puertas sin llave; lo mismo para encender y detener el motor. El habitáculo es confortabl­e y apenas más espacioso que su ante- cesor. Las butacas de la plaza trasera tienen una inclinació­n de 25° gracias al diseño que la marca denomina “JLine”, y que tiene que ver con la separación de la cabina y la caja de carga. La parte trasera de la cabina, en lugar de terminar en línea recta, como ocurre en el resto de las pick ups, en la L200 lo hace de manera curva (con forma de letra J, de ahí su nombre).

Por el lado del equipamien­to, lo más destacado es el climatizad­or bi zona y el sistema multimedia representa­do por un equipo Kenwood con pantalla táctil de 6.1” que incluye GPS (Garmin), lector de DVD, CD, Mp3, USB y Bluetooth. Allí, además, se proyectan las imágenes tomadas por la cámara de visión trasera; elemento vital al momento de estacionar. Su contra es que para selecciona­r la función deseada (Menu, Tel, NAV) hay que pulsar botones muy pequeños, y es fácil errarle.

La L200 Power-High tiene un precio de US$ 53.900 (unos 870.000 pesos), el más elevado de su categoría por su carácter de importado. Lo bueno es que por fin está aquí. La marca la necesitaba y sus clientes también.

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 ??  ?? Rodado. Viene con llantas de 17 pulgadas y neumáticos 245/70 R17. Una gran virtud: tiene el mejor radio de giro de la categoría: 5,9 metros.
Rodado. Viene con llantas de 17 pulgadas y neumáticos 245/70 R17. Una gran virtud: tiene el mejor radio de giro de la categoría: 5,9 metros.
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Estilo. Ya desde generacion­es anteriores, la L200 se distingue de las pick ups rivales por su original diseño.

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