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El guerrero legendario

Casi no hay obstáculos para este 4x4 de concepción robusta, un sistema de tracción con baja y bloqueo de diferencia­les, y un motor con un empuje descomunal.

- Gabriel Silveira gsilveira@clarin.com

Son varios los modelos que mantienen algo de su aspecto original. Segurament­e el más famoso sea el Porsche 911, que a través de su historia supo conservar la idea de las líneas que se presentaro­n con el prototipo 901, en 1963. En esa misma línea podría estar el Jeep Wrangler, que a pesar de sus evolucione­s no ha “traicionad­o” a la figura de sus orígenes. Existen también otros casos, como por ejemplo el de un Fiat 500, un Mini Cooper o un Ford Mustang, que reinterpre­tan los trazos que hicieron famosos a esos modelos y los utilizan en concepcion­es de vehículos modernos. Pero ya no quedan modelos como el Mercedes-Benz Clase G, un vehículo que salvo varias actualizac­iones, se mantiene tal cual se presentó, hace casi 40 años.

Decir que el mismo es porque conserva, por un lado, su inconfundi­ble figura “cuadrada”, con prácticame­nte todos lo paneles planos, y, por otra parte, porque mantiene su estructura de chasis con largueros, como si fuese una pickup.

El G500 combina esa robustez y fortaleza con la tradición que tiene Mercedes-Benz en fabricar vehículos lujosos y de gran calidad. Ambos aspectos se encuentran con mayor grado en otros modelos de la marca. Pero en este caso es suficiente para convertirl­o en un ejemplar único en toda la industria mundial: solidez y dureza por fuera; distinción y categoría por adentro.

A este Mercedes no se entra, “se sube”. Los 235 mm de despeje del suelo obligan a pisar los estribos laterales para ingresar al habitáculo. Adentro todo recuerda a la marca alemana: volante, tablero, pantallas, comandos y perillas. Los materiales y las texturas son las de un Clase E.

Pero la ergonomía es muy distinta a cualquier modelo actual de la marca. El ancho (1.867 mm), el alto (1.954 mm) y la forma cuadrada del vehículo hacen que haya espacio suficiente para tres adultos en las plazas traseras. Sin embargo, no deberán tener una gran estatura, ya que no hay suficiente lugar para las piernas.

En todo momento saca a relucir su robustez. Sus 2,5 toneladas de peso solo se disimulan por los 421 caballos de fuerza y los 610 Nm de torque de su motor V8.

Sobre el asfalto da resultados muy distintos según la condición o el tipo de manejo. En tramos rectos va con un aplomo sorprenden­te. Ofrece un alto grado de confort y con un buen apoyo en curva. Ahora bien, si la ruta es muy “revirada”, el G500 muestra reacciones algo torpes. A no olvidar que mide casi dos metros de alto.

Pero este resultado también se da por lo lenta de su dirección. A ese retraso entre que uno gira el volante y el vehículo dobla hay que tomarle el tiempo para no tener ninguna sorpresa.

En ciudad se mueve con soltura a

pesar de su tamaño. La contra aparece al maniobrar en espacios reducidos, ya que el radio de giro es bastante corto. Pero es un verdadero placer pasar por lomos de burro, reductores de velocidad o empedrados: ni se inmuta.

Su concepción fue pensada para superar obstáculos y eso lo logra con holgura. Su sistema de tracción reparte en condicione­s normales 50 y 50 entre ambos ejes. Pero el G500 cuenta, además, con una caja reductora (que se activa mediante un botón) y con la posibilida­d de bloquear los tres diferencia­les: central, delantero y trasero. De esta manera, todas las ruedas comienzan a recibir la misma fuerza del motor y a girar solidarias. Es decir, ninguna patina y todas van a la misma velocidad. Esto le permite sortear casi cualquier obstáculo y trepar pendientes que pueden parecer insuperabl­es. Pequeños ríos, zonas de piedras, barro o arena... son pocos los obstáculos que detendrían a este tanque.

Buena parte de esa sensación de imbatible lo da su motor, que cada vez que se acelera a fondo mete miedo. Avanza con una fuerza y una franqueza que por un instante nos hace olvidar arriba de qué mastodonte estamos viajando. La caja automática de siete velocidade­s responde con una rapidez acorde.

Este G500 tiene en nuestro país un precio de 229.000 dólares, claramente ubicándolo en el terreno del capricho (algo que también sucede en Europa, en donde una versión equivalent­e cuesta unos 130 mil euros). Pero también es cierto que se trata de un modelo único, específico, capaz de viajar por cualquier camino pero sin perder la calidad, el lujo y el confort de marcha que Mercedes-Benz entrega habitualme­nte.w

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Imparable. Sistema de tracción integral con opción de baja (reductora) que posibilita bloquear los tres diferencia­les: delantero, central y trasero.

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