Renovación para un clásico de los SUV
Prueba de manejo. Con presencia en nuestro mercado desde la década del 90, este todoterreno ahora se actualiza con algunos cambios estéticos y una nueva caja de cambios de 8 velocidades. Desde US$ 37.500.
Durante la década del 90 llegó a nuestro país una marca que hasta ese momento era desconocida para la mayoría de los usuarios: KIA. Pero era fácilmente reconocible por dos modelos en particular: uno era un minibus y el otro un vehículo 4x4. Ese SUV, al que todavía no se lo denominaba de ese modo, era el Sportage y se lo distinguía del resto por unas coloridas calcos que adornaban su carrocería.
Aquel vehículo era relativamente accesible si se lo comparaba con la poca oferta de 4x4 que había por aquellos años, pero también mostraba desventajas ante sus rivales en cuestiones de calidad y de motorización.
Más de dos décadas después, el Sportage llega a nuestro mercado con su último rediseño y casi sin punto de comparación respecto de aquel vehículo “noventoso” que de algún modo era la carta de presentación de la marca surcoreana en nuestro mercado.
Es bueno aclarar que no se trata de un modelo completamente nuevo, sino que es una actualización de la cuarta generación de este SUV. Los cambios son tanto estéticos como mecánicos.
La versión que probó Clarín fue la GT Line, la más equipada de toda la gama. Si se lo compara con el modelo que se vendía hasta el año pasado, las diferencias visuales no son tan grandes. El trabajo hecho en este renovado Sportage estuvo principalmente enfocado en elevar la figura atractiva que ya ofrecía. Y lo hizo aumentando la sensación de sofisticación tecnológica, gracias a la incorporación de nuevas luces de LED con un llamativo diseño.
También se intentó elevar el look deportivo del modelo aunque se trate de un SUV. Para ello se recurrió a nuevas y grandes llantas (19 pulgadas) y a dos salidas de escape en el sector trasero.
Tampoco se dejó de lado su condición de “todoterreno”, y ahora lleva unas especies de planchas protectoras (símil aluminio), tanto adelante como atrás. Y se agregaron marcos cromados en las ventanas.
Por dentro no hay demasiados cambios. El único que merece ser destacado es la incorporación de una nueva central multimedia, más grande, moderna y eficiente. Tiene una interfaz sencilla y soporta los sistemas Android Auto y Apple CarPlay para aprovechar algunas funciones del teléfono celular. De hecho, el dispositivo carece de sistema de nave-
gación satelital propio, sólo es posible a través de un teléfono.
Una pequeña contradicción aparece en este sentido, ya que para que para que funcionen los sistemas Android Auto y Apple CarPlay, los teléfonos deben estar conectados al puerto USB delantero (tiene otro para los pasajeros traseros). Pero de ese modo, no se puede aprovechar el cargador por inducción para el celular que ofrece en la bandeja de la consola central.
Lo que sigue manteniendo este modelo es una calidad interior de altísimo nivel, a kilómetros de distancia de aquel primer Sportage que se vendió en los ‘90. En este SUV los encastres de piezas y planchas son correctos y los materiales utilizados son agradables tanto al tacto como a la vista.
La posición de manejo del KIA es de los mejores de su categoría, con un volante que queda casi en paralelo al pecho del conductor y con todos los comandos al alcance de la mano.
Mecánicamente la marca coreana sigue ofreciendo una de las pocas opciones Diesel que quedan en esta categoría. Se trata de un extraordinario turbodiesel de 2.0 litros y 185 caballos de fuerza. Responde con una energía notable, especialmente en el rango medio de giro, que si bien es un rasgo característico en un gasolero, el del Sportage lo hace de modo sobresaliente.
A este gran propulsor se le sumó una nueva caja automática de 8 relaciones (antes era de 6), que permite aprovechar aún más esa energía que entrega el motor en el rango medio y que una vez alcanzada la velocidad crucero, trabaje en forma más relajada. Conserva la tracción integral.
El comportamiento dinámico es destacable en este modelo, con una buena estabilidad en ruta, a pesar de los rolidos lógicos de un modelo de su altura. Con estos nuevos neumáticos sí se siente un poco más áspero el confort de marcha.
La gama arranca en 37.500 y llega hasta los 53.500 dólares (hay bonificación de US$ 2.000 para todas las versiones). Por ese precio, a la variante GT Line se le podría exigir sistemas de asistencia a la conducción.