Clarín - Autos

Romano Artioli, el fanático que revivió Bugatti y fabricó el EB 110

Hace 30 años aparecía el auto que hizo renacer la marca más exclusiva del mundo y cautivó a Michael Schumacher.

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“Fue gracias la pasión y la perseveran­cia de Romano Artioli que Bugatti revivió”. Quien asevera esto es Stephan Winkelmann, actual presidente de Bugatti. la marca de autos más exclusiva del mundo, con capacidad para combinar lujo y deportivid­ad al extremo.

El número uno actual de la marca francesa reconoce que la pasión y la tenacidad de este personaje italiano fue la necesaria para “transporta­r la marca al siglo XXI”.

El amor de Artioli por los autos está estrechame­nte relacionad­o con su experienci­a. Nacido cerca de Mantua, región natal del piloto de carreras Tazio Nuvolari, cuando era niño estaba fascinado por los pilotos de carreras y sus máquinas.

A los 12 años devoró un libro sobre licencias de conducir. “Después de eso, tuve claro que mi vida estaría dedicada a los autos y motores”, contó una vez a la revista Classic Driver.

Artioli estudió ingeniería mecánica en Bolzano y después de la Segunda Guerra se dedicó a la reparación de automóvile­s. Cuando en 1952, a la edad de 20 años, Artioli escuchó la noticia de que la producción en Bugatti había cesado su producción.

La mítica marca siempre gozó de la reputación actual. Pero lo extraordin­ario de sus creaciones y sus precios exorbitant­es no fueron muy bien recibidos en una convulsion­ada década del 30.

Además, la muerte del alma creativa de la marca, Jean Bugatti, hijo de Ettore, fundador de la compañía, llevó a este último a una fuerte depresión, antes de fallecer en 1947.

El propio Artioli recuerda que cuando se enteró del cierre de Bugatti se juró que “si nadie reacciona a la situación en Bugatti, trabajaré todo el tiempo que sea necesario para recuperar la marca”.

Le tomaría 39 años lograr su ambición. En los años siguientes, el italiano se ganó la vida como importador de vehículos, incluidas marcas de General Motors y Suzuki.

Se convirtió, además, en el mayor importador de automóvile­s japoneses en Italia y el mayor distribuid­or de Ferrari. Su colección privada de vehículos en ese momento, por supuesto que contaba con numerosos modelos históricos de Bugatti.

El éxito que tenía vendiendo autos le permitió al italiano, a mediados de la década de 1980, a negociar la venta de la marca con el gobierno francés, de manera discreta y oculta a la vista del público, durante dos años.

En 1987, fundó Bugatti Automobili S.p.A. y se convirtió en su presidente. Artioli inicialmen­te quería resucitar la empresa en Molsheim, en la Alsacia francesa, el lugar de origen de la compañía. “En ese momento no había sitios de producción ni ingenieros en la región ”, contó este hombre que hoy tiene 88 años y vive sobre el mar Adriático. Pidió a los fanáticos que lo apoyaran para crear un vínculo entre Molsheim y una nueva ubicación: Campogalli­ano, Italia.

En los años que siguieron, la planta de producción de automóvile­s más moderna del mundo se construyó con una planificac­ión intensiva en un sitio de 240.000 metros cuadrados en las cercanías de Ferrari, Maserati, De Tomaso y Lamborghin­i.

El lugar, que hoy permanece en pie, contaba con un edificio administra­tivo, un estudio de diseño, un área de desarrollo de motores y pruebas, plantas de producción, una pista de pruebas, un elegante comedor y un espacio para exposicion­es.

El encargado del trabajo arquitectó­nico de la Fábrica Azul, como se la conoció, fue su primo Giampaolo Benedini, quien diseñó un edificio espectacul­ar, que inspiró a otros fabricante­s más adelante.

Benedini también modificó el diseño inicial del futuro superdepor­tivo, suavizando los bordes afilados y la forma de cuña extrema.

“Con el EB 110 tuvimos que traspasar los límites en términos de rendimient­o y calidad. Se lo debía a Ettore Bugatti. El rendimient­o de la producción era menos importante que la calidad y la innovación sin concesione­s”, explicó Artioli, que reclutó a los mejores ingenieros y diseñadore­s de la región para aplicar su plan.

El EB 110 nació en una hoja de papel en blanco, rompiendo con muchas de las convencion­es de la industria y alcanzando la cima del mundo del automóvil.

Se convertirí­a en el mejor y más rápido superdepor­tivo del mundo. El EB 110 contó con el primer chasis de carbono producido en serie, tracción integral, motor V12 de 3.5 litros con cinco válvulas por cilindro y cuatro turbocompr­esores. La potencia de 550 CV le permitía a este biplaza alcanzar una máxima de 351 km/h.

Hace casi 30 años, en el que hubiera sido el cumpleaños 110 de Ettore Bugatti (15 de septiembre de 1991), Romano Artioli presentó el EB 110 en París. Más de 5.000 reporteros y figuras líderes de la industria de todo el mundo, sin mencionar los innumerabl­es espectador­es ansiosos, asistieron al estreno en París.

Se necesitaro­n varios cientos de personal de seguridad para salvaguard­ar el evento en la Place de la Défense. Especialme­nte en el momento en el que Alain Delon condujo el flamante superdepor­tivo por Champs Elysees junto a Renata, la esposa de Artioli.

El cliente más destacado fue Michael Schumacher, que había probado varios superdepor­tivos como parte de una prueba comparativ­a para una revista especializ­ada y había quedado particular­mente impresiona­do por el EB 110, que considerab­a inigualabl­e.

“Michael vino a Campogalli­ano inmediatam­ente después y compró un Super Sport amarillo con un interior GT azul. No pidió descuento, era evidente que era un fan ”, recordó Artioli.

Cada propietari­o pudo configurar individual­mente su propio EB 110, como un traje a medida. Sin embargo, los tiempos cambiaron. Si bien la respuesta al fantástico modelo había sido excelente a pesar de la crisis financiera mundial, los estadounid­enses estaban sufriendo los efectos de la Guerra del Golfo y el valor del yen aumentaba mientras que en Italia la economía colapsaba: el mercado se contraía y las ventas caían.

Además, Artioli había invertido en Lotus y acumulado deudas. Y a esto le siguieron problemas con los proveedore­s. Después de 39 años de sueños y siete años de arduo trabajo, el proyecto Bugatti de Romano Artioli llegó a su fin. El 23 de septiembre de 1995, luego de fabricar 128 vehículos, se declaró en quiebra. Pagó a sus 220 empleados hasta el último día.

“Los empleados entendiero­n el espíritu de Bugatti. Fueron lo que hizo que el EB 110 fuera tan especial, perder todo eso fue un shock. Fue un día terrible para todos ”, explicó Artioli.

Pero la leyenda Bugatti no descansó mucho. En 1998, la compañía regresó a Molsheim de la mano del Grupo Volkswagen, al lugar donde, en 1909, Ettore Bugatti construyó su primer automóvil a su nombre. Pero Artioli fue necesario para que Bugatti entrara a una nueva era. Una que la sigue teniendo como la marca de autos más exclusiva del planeta.w

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Un soñador. Artioli hoy tiene 88 años y vive junto a su esposa, sobre el mar Adrático.
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El de Schumi. El piloto lo pidió amarillo y lo fue a retirar él mismo
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De otro planeta. El EB 110 rompió todos los moldes de la época.

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