Profesión al servicio de la sociedad
El corretaje inmobiliario es una profesión con altísimo valor agregado orientada a asistir a las personas en un momento fundamental de su vida: la compra, venta o alquiler de su inmueble.
La compra, venta y alquiler de propiedades son hitos en la vida de las personas, que genera a las partes intervinientes un estrés muy grande. Si estamos trabajando para clientes que nos están confiando intermediar en la comercialización de su inmueble, es fundamental asistirlos en todo momento de modo de quitar impaciencia y descomprimir un proceso que de por sí es traumático. Según diversos estudios, entre los acontecimientos y sucesos vitales que más estrés psicológico ocasionan en las personas, la mudanza del lugar de residencia ocupa el tercer lugar. Tan sólo es superada por el parto y la pérdida de un ser querido, y deja en cuarto y quinto lugar a acontecimientos como la enfermedad grave y la pérdida del empleo (American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, Report 14, 1999).
Por tal motivo, necesita de la contención y el profesionalismo de corredores inmobiliarios con vocación de servicio. El corretaje es una tarea con altísimo valor agregado en el que el corredor inmobiliario busca tangibilizar intangibles (como son los servicios inmobiliarios) de mil modos diferentes: con una cálida atención, con puntualidad y diligencia a la hora de exhibir la propiedad, con información confiable, con documentación que respalde los intereses de las partes, con una negociación respetuosa contemplando adecuadamente las posiciones, necesidades, posibilidades, expectativas y deseos de las partes, con un servicio de excelencia que no termina en la firma de la operación, sino que se extiende en el tiempo de la “postventa” de modo que los clientes puedan contar con un consultor permanente, capaz de satisfacer todas sus dudas, inquietudes e incertidumbres en materia inmobiliaria.
Como decía Stephen Covey, “la tecnología reinventará los negocios, pero las relaciones humanas seguirán siendo la clave del éxito”. Por eso, entre los corredores inmobiliarios existe una regla simple y potente: siempre hay que ofrecer más de lo que el cliente espera. Pero no hay que confundir el servicio profesional con darle siempre la razón al cliente. Es mucho más que eso: hay mantener siempre las promesas, la palabra empeñada tiene valor y no es menor para un corredor inmobiliario. Esta es una de las características distintivas de los profesionales inmobiliarios.
Por otro lado, agregar valor a las partes también incluye educarlos, informarlos y ayudarlos a tomar la decisión de comprar, vender o alquilar. Nunca debe primar lo fácil, lo cómodo: lograr que la operación se concrete lo antes posible sin muchas consideraciones. Lo importante es que las partes hagan el mejor negocio posible y logren cumplir sus expectativas desde una lógica en la que todos ganan (estrategia win-win). El corredor inmobiliario tiene que invertir tiempo en preparar el proceso de comercialización para dar valor agregado.
El proceso de profesionalización en que están insertos los corredores inmobiliarios, ha puesto mucho énfasis en la capacitación y en la adquisición de nuevas herramientas técnicas, legales y comerciales. Esto es muy loable y muy importante. Es una condi- ción necesaria, pero no suficiente. La capacitación es importante, sin embargo, el desafío que enfren- tan los corredores inmobiliarios en la actual coyuntura no pasa tanto por “saber”. Estamos en un entorno donde hay que consoli- dar esa inteligencia práctica, ese saber hacer. En síntesis, no se valora tanto el sólo “saber”, sino el “saber hacer”. Es que, como dice el refrán: “saber y no hacer es aún no saber”. La sociedad necesita y requiere más y mejores servicios ante clientes cada vez más exigentes.