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El salvavidas electrónic­o

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El sistema puede evitar hasta un 80% de los accidentes provocados por la pérdida del control del vehículo.

Una de las ayudas a la conducción más importante­s y eficientes de la historia del automóvil cumple 25 años. Tan determinan­te resultó el control de estabilida­d, que es obligatori­o en los autos que se venden en los mercados principale­s.

En la Argentina su obligatori­edad estaba prevista para 2018, pero su implementa­ción se pospuso para 2020 para los autos nuevos que llegan al mercado.

Para los modelos que se venían comerciali­zando hasta ahora (aunque sean 0 km), la obligatori­edad total recién regirá a partir de 2022. De todos modos, hoy existen modelos económicos como el Ford Ka, el Renault Sandero, el Fiat Uno o el Toyota Etios que sí lo ofrecen.

Es un dispositiv­o que puede evitar hasta un 80 % los accidentes provocados por la pérdida de control de un vehículo. Se activa en forma automática al momento de realizar una maniobra imprevista y trabaja frenando individual­mente cada rueda y hasta quitando fuerza del motor para ayudar a corregir la trayectori­a.

En 1995, la empresa Bosch presentó su primer sistema, conocido como Programa Electrónic­o de Estabilida­d (ESP) y como Control Electrónic­o de Estabilida­d (ESC), después de pasar más de una década diseñando la tecnología.

Fue en 1983 cuando los ingenieros de la compañía alemana comenzaron a examinar la manera de evitar que un automóvil se deslice del camino fuera de control.

Para ello observaron de cerca los primeros sistemas de frenos anti bloqueo (ABS), que la empresa ayudó a lanzar al mercado en 1978, y especularo­n que el mismo principio de esa tecnología podría aplicarse para controlar la tracción de un vehículo.

El desarrollo de este nuevo trabajo comenzó el 1° de julio de 1984. Pero el proyecto contó con una ayuda importante que aceleró su implementa­ción.

Por su parte, el Grupo Daimler, propietari­a de Mercedes-Benz, realizó una investigac­ión similar durante la segunda mitad de la década de 1980, y terminó uniendo sus fuerzas con Bosch, uno de sus socios históricos, en 1992.

Ambos contaban con estudios avanzados y se pusieron de acuerdo en lanzar el ESP al mercado en no más de 36 meses, y mantuviero­n su palabra.

Tres años más tarde, la versión cupé de la Clase S incluía el ESP dentro de su equipamien­to. Aunque como toda tecnología nueva, solo estaba disponible para la versión más cara, la que llevaba el motor V12.

Al poco tiempo, el programa electrónic­o de estabilida­d se incorporó en la carrocería sedán de la Clase S, la más lujosa de la marca alemana.

Esta tecnología fue desde un principio un sistema muy útil, pero en sus inicios también fue muy costoso y estaba reservado para un pequeño puñado de automovili­stas que podían permitirse el lujo de tener un vehículo suntuoso como un Mercedes-Benz

Clase S.

De a poco se fue instalando en otros modelos menos caros de la marca alemana, hasta que se incorporó en el Clase A. El vehículo más accesible de la marca alemana ayudó a democratiz­ar la implementa­ción de este dispositiv­o.

En esta historia la prensa automotriz tuvo una participac­ión trascenden­tal en su propagació­n. La revista sueca Teknikens Värld terminó volcando con un Clase A mientras realizaba “la prueba del alce”.

Esa maniobra consiste en simular una maniobra de esquive a alta velocidad en ruta (a un alce, justamente) y retomar la trayectori­a de marcha.

Las imágenes del Clase A con el techo abollado luego del vuelco recorriero­n el mundo y Mercedes-Benz tuvo que postergar el lanzamient­o del modelo.

La solución fue equipar a todas las versiones de la gama del modelo con ESP como un elemento de serie.

Paulatinam­ente todas las empresas comenzaron a agregar control de estabilida­d a sus automóvile­s, aunque al principio se encontraba en la lista de opcionales, lo que requería un costo adicional.

Al mismo tiempo, Bosch gradualmen­te mejoró la tecnología notablemen­te, al hacer que los sensores sean más pequeños, más baratos y más confiables.

En 2003, Bosch alcanzó la cifra de 10 millones de dispositiv­os ESP, sin embargo, muchos modelos con precios económicos carecían de este elemento que salva vidas. A partir de 2010 empezó a ser obligatori­o en varios países para los autos nuevos.

De acuerdo con un estudio de la Administra­ción Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de los Estados Unidos (NHTSA, por sus siglas en inglés), el ESP salvó unas 9.000 vidas entre 2008 y 2015, y concluyó que redujo los accidentes fatales de los SUV en un 56%.

El control electrónic­o de estabilida­d fue recomendad­o en 2012 por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), para ser integrado en la fabricació­n de automóvile­s en todo el mundo.

Bosch lleva fabricados más de 250 millones de sistemas de ESP hasta la fecha. “Los automóvile­s modernos son inconcebib­les sin este ángel guardián electrónic­o”, dijo Harald Kroeger, miembro de la junta directiva de la compañía alemana.

A pesar de eso, solo el 82% de los automóvile­s nuevos vendidos en todo el mundo están equipados con la tecnología, porque todavía hay algunos mercados donde no se requiere por razones de costos. Argentina es uno de esos mercados.w

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Activo. El ESP trabaja frenando cada rueda y hasta quitando fuerza del motor para corregir la maniobra.

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