Clarín - Deportivo

“Estoy por cumplir el sueño de mi vida: pelear en Japón”

Su rival será Naoya Inoue, 18 años menor y cinco centímetro­s más alto. El campeón ganó la disputa por los guantes.

- TOKIO. ESPECIAL

Catorce años en los encordados acumula Omar Narváez, el ejemplo del boxeo argentino. Pero su fama es acotada, a pesar de que siempre fue un espejo para sus colegas. En sus inicios, superó varias pruebas de fuego: supo conquistar Italia y Francia, pero mayormente siguió su carrera en el país. Y sus triunfos, paulatinam­ente, perdieron impacto mundial. Desde siempre, es común ver al Enano peleando en el Luna Park, en los gimnasios de Chubut, en algún anfiteatro cordobés o en los casinos de Tucumán.

Parecía estar condenado a eso Narváez (43-1-2; 23 KO). Ser profeta en su tierra por siempre. Pero a los 39 años, está ante una de las peleas más importante­s de su carrera, no por el rival sino por el lugar donde se celebrará la velada. Después de tanto esperar, al chubutense le llegó la chance de pelear en Japón. Enseguida aceptó el desafío. Entonces, mañana a las 8 (hora argentina; por TyC Sports), expondrá su título supermosca de la Organizaci­ón Mundial, ante una las mayores promesas del boxeo nipón, Naoya Inoue (7-0-0-6 KO), en el Metropolit­an Gym de Tokio.

“Estoy contento de estar aquí. Ya había venido, pero a acompañar en el rincón a mi hermano Néstor Daniel; ahora soy yo el que pelea, eso me motiva muchísimo. A los 39 años, estoy por cumplir el sueño de toda mi vida: pelear en Japón”, dijo Narváez, en la conferenci­a de prensa. Narváez realizará la duodécima defensa de su título mundial supermosca de la OMB ante un rival que es un misterio para muchos, “un joven prometedor”, según lo definió el mismísimo campeón.

“Inoue se tiene mucha fe, tiene buena linea técnica, y le jugará a favor la localía. Sé que subió dos categorías para pelear conmigo, pero yo no tengo ningún tipo de ventaja; al contrario, vine a pelear aquí, él tiene todas las de ganar”, agregó Narváez, que enfrentará a un rival 18 años menor y cinco centímetro­s más alto, y que supo ser campeón mundial minimosca del Consejo Mundial de Boxeo.

Al margen de las clásicas chicanas que existen en los enfrentami­entos donde hay mucho en juego, Narváez debió ponerse firme para pelear con los guantes que él quería, de color negro, menos visibles que los clásicos rojos; la idea es que Inoue no vea sus golpes. “No quiero seguir dando ventajas, quiero pelear con los guantes negros. Pedí eso, más que nada por una cuestión de respeto hacia mí, que soy el campeón”, remató Narváez, que quiere cerrar el año a lo grande, como lo dicta su historia.

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TWITTER Aquí, Tokio. Omar Narváez dice que su rival japonés “tiene todas las de ganar”, pero su fe es absoluta.

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