La batalla de Pavón y el restaurador
Daniel Severiano Pavón era un 9 que se fajaba con los centrales y corría a defensores contrarios cuando no existía el concepto de presión alta. Llegó desde Platense al comienzo de 1977 y fue titular en el arranque de la Libertadores, ante River, con Heber Mastrángelo y Bordolino Felman a los costados en una Bombonera embarrada como muchas veces. A los 20 minutos, Passarella le estampó el botín izquierdo en la franja amarilla de su camiseta. Pavón aguantó los 90: disimulaba con tesón cualquier carencia.
Cristian David Pavón es otro tipo de delantero. Comparte con su homónimo chaqueño la voluntad para picar y exigir siempre. Ayer fue el mejor jugador ofensivo. Desbordes suyos generaron aproximaciones serias de Boca, aparte de avalanchas en la tribuna baja.
Así como el viejo Pavón fue un hallazgo de Juan Carlos Lorenzo, en tiempos sin youtube ni streaming para seguir fútbol de ascenso, el pibe Pavón es uno de los recuperados por Guillermo Barros Schelotto, en su gestión de apenas 53 días.
Cristian se había quejado de la falta de oportunidades en el ciclo anterior. Reclamo injusto: Pavón metió el 1° en el Superclásico de hace casi un año, que Boca ganó 2-0. A los cuatro días integró el 11 inicial en el choque de ida por la Copa. O sea: el DT le tenía confianza. Tal vez el chico bajó su nivel, además de sufrir alguna lesión. Es historia antigua en el vértigo de nuestro fútbol. En este 0-0 corrió sin pausas durante 85 minutos y salió ovacionado. Complicó al tándem Balanta-Casco. ¿Por qué se mudó de lateral con ambos amonestados? Se supone que para generar alguna preocupación en la banda derecha, donde podían asociarse Mercado, Mayada y D’Alessandro.
Pavón no fue el único esforzado en el cuadro del Mellizo. Tobio, a la espera de la vuelta del Cata, respondió al lado de Insaurralde. Y Jara estableció un récord: en dos clásicos ya ocupó tres puestos diferentes.