La fecha de los clásicos, la cara más avara del fútbol
El campeonato entregó varias fechas que generaban la ilusión, fotos de festejos a raudales que invitaban a la aventura de ver los partidos con la promesa de resultados obesos de goles. No había un nivel de juego para saciar el apetito de los puristas ni para mitigar aquel reclamo del genial Eduardo Galeano, el que se calificaba como “un mendigo de buen fútbol”. Pero goles sobraban. En algunos casos con cifras descomunales, como los 53 (récord) de la 8ª o los 50 de la 2ª fecha. Hubo un equipo, Racing, que en cuatro jornadas (6ª a 9ª) metió una seguidilla lujuriosa con 18 goles, dos triunfos 6-3 (contra Unión y Atlético de Rafaela como partícipes necesarios) y se dio el gusto de someter a Lanús en la única caída que registra hasta aquí el mejor equipo del torneo. Pero en las tres siguientes, cuando en la Libertadores empezó a tropezar y el cansancio de la doble competencia ya le pasó factura, sólo gritó tres veces. Una dualidad de diván o de camilla, si el cansancio empezó a golpear.
Racing es el caso más extremo de muchos cuya cuota goleadora se fue desinflando. Hubo muchos corajudos que se animaron al 4-3-3, al golpe por golpe, aprovechando el escaso margen de riesgo que genera un solo descenso entre 30 equipos. No es casual que tres de los conjuntos menos goleadores sean los más angustiados por el promedio: Argentinos (7), Sarmiento (8) y Temperley (11).
En tal caso, la fecha de los clásicos, la que más expectativa generaba desde que se conoció el fixture, fue la comprobación de que ya no había carroza sino calabaza. Cuatro partidos en cero: Boca-River, Newell’s-Central, Racing-Independiente y (aunque no tenga el piné de clásico) Belgrano-Atlético de Tucumán. Un espanto. Ya se venía del 0-0 entre Gimnasia y Estudiantes, y de los magros 1-0 de San Lorenzo a Huracán y de Unión a Colón. Los dos Superclásicos oficiales de este semestre estuvieron marcados por inseguridad, insolvencia y la sospecha del pacto de no agresión sobrevolando la atmósfera. En tiempos en los que se quieren buscar horizontes privados de financiamiento, los últimos River-Boca le hacen flaco favor al marketing de la AFA, de la Súper Liga que impulsan los grandes o de cualquiera que quiera vender el producto fútbol.
Sólo dos equipos ganaron los dos clásicos: Unión y Lanús. Y este último, con la ayuda de tener una sola competencia, dio muestras de coherencia en los encuentros contra Banfield: se impuso 2-0 en ambos, salió a jugar con la misma decisión. Por eso marca diferencia y, salvo una catástrofe, será uno de los finalistas.
Mientras tanto, hay que digerir la realidad de esta fecha: 13 gritos en 13 partidos, un insulto al elevado promedio global del campeonato (2.78) salvo que entre los dos encuentros de este lunes (Tigre-Sarmiento y Quilmes-Temperley, ambos marcados por el promedio) se conviertan 40 goles.