Racing estuvo más cerca de ganar y se fue más contento
Con la mira en la Libertadores, el equipo de Sava guardó titulares. En el segundo tiempo, con Romero en cancha, hizo del arquero Campaña la figura.
Ganó Racing.
No hay error de tipeo, ni locura temporaría del comentarista que no entendió que el cero a cero es empate. A ver... Ganó el equipo que no necesitaba ganar en el resultado (el que estaba obligado era Independiente), el que quería pasar un domingo sin sorpresas con su gente, el que piensa en otra cosa y al que el dudoso folclore del fútbol nuestro no le dio la libertad de tomarse el clásico menos en serio.
Ganó Racing, porque no sólo estuvo más cerca del triunfo y con el 0-0 frenó las ilusiones de su rival y vecino, sino que también demostró que su presente es más consistente que el de su vecino y rival.
Partido raro. Porque ante un clásico que le quedaba muy incómodo en la agenda (venía de jugar el miércoles pasado en La Paz ante Bolívar y recibirá el miércoles próximo a Atlético Mineiro, todo por Copa Libertadores, su prioridad) Racing decidió reservar algunos titulares como era previsible y con lo que tenía en la cancha (sin Romero, sin Lisandro López, sin Bou, sin Acuña) mantener el primer tiempo en el freezer.
Esa parte inicial fue entonces de Independiente, que necesitado de un triunfo que le diera razones a una supuesta candidatura en la Zona 1 del campeonato local, se plantó en campo rival y trató de arrollar a su rival. Trató. Con poco juego en el trío que debería generar fútbol (Aquino, Cebolla Rodríguez y Rigoni) y la soledad de Leandro Fernández como único punta definido, el desequilibrió parecía quedar en los pies de Toledo, libre para volar desde su lateral y ganando sin problemas la espalda de De Paul. Pero Toledo no es Dani Alves.
Entonces Independiente generó algunas aproximaciones como para merecer irse en ventaja. Una buena pared entre Ortiz y Cebolla que el Marciano definió ancho, una extraña chilena de Leandro Fernández con Saja descolocado, un centro de Rigoni que nadie conectó y se perdió lamiendo el palo derecho. Eso. Un medio a cero dirían en el café.
El plan de Sava contemplaba descongelar en el segundo tiempo. Y el encargado de apretar enter en el microondas era Oscar Romero. En el minuto 24 el paraguayo reemplazó a un Milito dispuesto a cualquier sacrificio, pero al que el equipo no acompañó nunca con criterio.
A esa altura el partido empezaba a romperse, a desmarcarse del equilibrio inicial de piezas ubicadas con demasiado cuidado y mínimo riesgo. En el comienzo de la segunda etapa el uruguayo Vera había ingresado por Cebolla Rodríguez (otro partido incompleto para el zurdo) y del 4-2-3-1 Independiente pasó a un 4-4-2 más clásico, con dos puntas. Por qué Pellegrino eligió a Vera sobre Denis habrá que preguntárselo al entrenador. Luego Martín Benítez entró por Rigoni buscando desborde y esa decisión implicó que Pellegrino dejara en la cancha a Aquino, tal vez porque es el único que se asemeja un poco a un enganche. Sin peso, pero enganche al fin. Los cambios pueden discutirse, pero la realidad es que el técnico no tiene mucho más en ataque, mientras Sava en condiciones normales cuenta con Milito, Roger Martínez, Lisandro López y Bou, además de Romero. De un lado de Avellaneda hay abundancia y no es del lado rojo.
Faltando poco más de diez minutos el técnico metió a Denis (por un Méndez desconcertante), impulsado más por la mirada de la tabla de posiciones que por la lectura del partido, porque el partido se inclinaba hacia el local. Independiente quedó semidesnudo en el medio campo y con tres delanteros inconexos a la espera más de una jugada aislada y fortuita que de un merecimiento. El que debería estar cansado por haber jugado en los 3.600 metros de La Paz en la semana llegaba más entero al cierre de la historia. Más entero y con un Romero incontrolable y un Lisandro López amenazador dentro de la cancha.
Ese fue el Racing que estuvo muy cerca de ganar el clásico. El cero lo aguantaron un Víctor Cuesta impecable, que además de ganar casi siempre de arriba se interesó por darle buen destino a la pelota, y un Martín Campaña sin fallas y heroico en una pelota por abajo que no debió existir porque antes Beligoy debería haber cobrado penal por mano de Toledo.
Ganó Racing, por puntos. Como si fuera una pelea de boxeo: el retador tenía que hacer los méritos, tenía que noquear. Pero Independiente estuvo lejos de mover la estabilidad de este Racing, un Racing que más allá de cómo le vaya en la Copa Libertadores ante el difícil Atlético Mineiro, hoy muestra la mejor cara de Avellaneda.