Clarín - Deportivo

MILITO Se despidió como un Príncipe

“Estoy en deuda”, dijo, emocionado, sobre los hinchas. “Me dan mucho más ellos de lo que yo les he dado”.

- Ariel Kertzman akertzman@muy.com.ar

El sonido ambiente de la cancha de Racing es fantástico, emotivo, impactante. De repente, el Cilindro inmortaliz­a un grito que va directo a la eternidad, derechito al corazón de ese héroe de prestigio inoxidable. Lo entona la popular, lo repite la platea. Si hasta los chiquitos que juegan un fulbito en la antesala entre la popular de socios y el campo de juego dejan por un instante su amor por la pelota y le ofrendan su más puro agradecimi­ento al ídolo que ya es póster y olfatea aroma a leyenda. “Milito hay uno solo, oh, oh, oh, Milito hay uno solo, oh, oh, oh”. El eco es estruendos­o y fascinante. Y van 22 minutos del primer tiempo, el minuto elegido para rendirle honores a Diego Alberto Milito, cuyo dorsal es el 22, y cuya identifica­ción con Racing lo transforma en el futbolista de la Academia más emblemátic­o de las últimas décadas.

El Príncipe jugó su último clásico contra Independie­nte. A mitad de año, se despedirá oficialmen­te de la actividad profesiona­l. “Siempre es especial jugar el clásico, y más el último. Tengo muchas sensacione­s. El cariño es recíproco con la gente. Estoy en deuda. Me dan mucho más ellos de lo que yo les he dado”, contó Milito, apenas terminó el partido. Cuando se retiró, otra vez, los hinchas lo ovacionaro­n. Y antes de que arrancara, también le endulzaron oídos. Fue una constante. Al trato idílico habitual, se sumó el condimento de la despedida contra el rival de toda la vida.

Milito lo vivió de una manera distinta. Segundos antes de que comenzara, cuando cada compañero estaba distribuid­o en su posición, se ocupó de arengar especialme­nte a cada uno, gesticulan­do, dando palabras de aliento. Intentó disfrutarl­o al máximo. No dispuso de situacione­s nítidas de gol, pero corrió, recuperó pelotas cerca del lateral, tiró diagonales. La luchó. Dio todo lo que el cuerpo le aguantó hasta los 24 minutos del segundo tiempo cuando Sava decidió cambiarlo por Oscar Romero y, cuándo no, el Cilindro se vino abajo con sinceros aplausos y merecidas ovaciones.

La figura de Milito excede al jugador-símbolo. Es el hombre que a los 35 años decidió volver por la gloria y se convirtió en el único jugador campeón en 2001 y 2014. Ahí, en esa nueva consagraci­ón inolvidabl­e, terminó de sellar su afecto irrompible con la gente. Si hasta hay un grupo de socios que juntan firmas para que la calle Italia se llame Diego Alberto Milito (el proyecto se elevará a la Comisión Directiva del club y al Consejo Deliberant­e de Avellaneda). Cuando se ingresa al estadio, un pasacalle, justamente, da cuenta del petitorio popular por el ídolo.

Milito es de Racing. De Racing, de verdad. Así lo despidiero­n sus hinchas. Y él le dijo adiós a las batallas por el reinado de la ciudad.

Merecimos ganar por lo que hicimos en el segundo tiempo. Los pasamos por arriba. Si el partido duraba dos minutos más, lo ganábamos”. La decisión de poner a Romero y a Lisandro en ese momento creo que estuvo bien. El miércoles también tenemos un partido muy importante”. No vamos de punto contra Mineiro. Será un enfrentami­ento entre dos grandes equipos y dos grandes clubes. Ellos también deberán tomar recaudos”.

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GERMAN GARCIA ADRASTI No se guardó nada. A los 35 años, Diego Milito peleó cada pelota como la última.

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