Clarín - Deportivo

San Lorenzo se llevó el Clásico de Barrio con las atajadas de Navarro y poco más

El arquero le devuelve la confianza a Diego Aguirre, quien lo eligió para reemplazar a un referente como Torrico. Huracán generó llegadas como para merecer al menos un empate.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Es el Clásico de Barrio más grande del mundo, según reza el eslogan gestado en el límite de Parque Patricios y Boedo. Y una película que parece repetida, con un final cantado, porque esa es la sensación que sobrevuela en el Tomás Adolfo Ducó. Porque Huracán propone con el desenfado de Romero Gamarra (22 años), el inoxidable talento de Montenegro (38) y el incansable Mariano González (36). Un pibe y dos veteranos le dan vuelo a este Globo que se pincha en el área, donde el vacío que dejó Wanchope Abila es inmenso, a tal punto que hace once meses viste la camiseta de Cruzeiro y todavía se habla de él en Amanídolo cio Alcorta y Luna. Aunque, esta vez, pesan más las manos de Navarro que su propia ineficacia. Sucede en el primer tiempo, sobre todo en los primeros veinte minutos. Ocurre en el segundo, antes de los diez minutos.

Huracán llega, pero no cristaliza su dominio en la red de ese arquero que respalda una decisión muy fuerte que tomó Aguirre: prescindir de un como Sebastián Torrico. Un acierto, a fin de cuentas. Y todo lo contrario le pasa al Vasco Azconzábal. Porque hace un cambio inexplicab­le: saca a Montenegro, su mejor valor, el que le da fluidez al juego del equipo, y mete a Mendoza. No estaba lesionado el “10”. Y provoca un efecto negativo. Se opaca el Globo, se desconcier­ta. Y San Lorenzo da el golpe. Tiro libre de Belluschi, flojo rechazo de Nervo, centro de Cerutti y cabezazo de Angeleri, por detrás de todos. Gol. Partido liquidado, aunque todavía quedaran 32 minutos por delante. Es que, a esa altura de la noche, era posible afirmarlo: sin su jugador más apto, Huracán ya nunca sería el mismo. Ni siquiera Toranzo, reemplazan­te de Risso un instante después, logró conectarse en ese circuito que habían armado Rolfi, Romero Gamarra y González. Entró en la confusión el equipo que más méritos había hecho.

Y San Lorenzo capturó su tercer triunfo consecutiv­o en el campeonato. ¿Que no tuvo ambición, que su búsqueda ofensiva fue nula y que sólo basó su juego en el orden de sus líneas? Es verdad, el Ciclón sopló poquito sobre el arco de Marcos Díaz. Pero los clásicos se ganan, como bien dijo Aguirre en la conferenci­a de prensa. Lo demás es anécdota. Y le alcanzó con una llegada para escalar al segundo lugar de la tabla vernácula en el medio de la resurrecci­ón copera.

Sin Ortigoza ni Merlini, lesionados y reservados para el duelo del miércoles ante Flamengo, el generador del juego de San Lorenzo fue Mussis. El volante platense se vistió del paraguayo. Con su habitual ímpetu y despliegue, aportó inteligenc­ia en el pase. Y se acopló muy bien en el doble cinco con Mercier, que arrancó desbordado ante la presión de Huracán, pero terminó muy sólido en los relevos. Mussis fue el único jugador que mostró un sesgo de rebeldía en un equipo carente de pretension­es ofensivas. Belluschi no apareció. Botta, contra la raya y en un puesto que no lo potencia, nunca interpretó que estaba jugando un clásico. Cerutti encaró poco, estuvo contenido. Y bajo esta coyuntura táctica y estratégic­a, Blandi no gravitó en el área rival.

El gol de Angeleri desarticul­ó a Huracán. Los cambios de su entrenador, también. Buscó mayor potencia arriba con Mendoza para acompañar a Briasco y luego del grito azulgrana, ordenó el ingreso de Toranzo, retrasando a Fritzler a la posición de marcador central. Después, probó con el ecuatorian­o Angulo en lugar de Compagnucc­i. Nada funcionó. Aguirre movió las piezas, armó un 4-1-4-1 y aguantó los desesperan­tes centros del Globo. Pero ni Briasco (había cabeceado un envío áreo de Romat en el travesaño) ni Mendoza lograron ganar en el cielo del área. Y Navarro ya había neutraliza­do todas sus posibilida­des con notables atajadas. La mejor, un cabezazo de Romat que dejó corto, pero no fue gol de Montenegro porque estuvo rápido de piernas para tapar con todo su cuerpo.

Ganó San Lorenzo, el que menos lo mereció. Pero qué poco importa...

 ??  ?? Euforia azulgrana. Marcos Angeleri ya mandó de cabeza a la red el centro de Ezequiel Cerutti y explota de felicidad, igual que Nico Blandi.
Euforia azulgrana. Marcos Angeleri ya mandó de cabeza a la red el centro de Ezequiel Cerutti y explota de felicidad, igual que Nico Blandi.

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