Clarín - Deportivo

Banfield supo cómo jugarle a Lanús y su sueño de Copa crece

En silencio, el equipo de Falcioni está cuarto y da pelea para entrar en la Libertador­es. Los dos terminaron con diez.

- Guillermo Tagliaferr­i gtagliafer­ri@clarin.com

Pura emoción transmite ese grupo de jugadores de camiseta naranja abrazados, cantando, saltando y desparrama­ndo alegría dentro de la cancha. El sentimient­o se expande a esa tribuna donde flamean con orgullo las banderas de La Banda del Sur y los cantos conducen a la disfonía. Ese festejo compartido entre jugadores - los gladiadore­s del Emperador Falcioni en esta tarde inolvidabl­e para Ban- field- e hinchas al final del partido ratifica el significad­o de este clásico entre dos rivales con historia, tradición y fuerte identifica­ción.

Del otro lado, cabezas bajas apuntando al piso y desazón en los futbolista­s de Lanús, que se iban al vestuario sin el premio del reconocimi­ento a su esfuerzo y voluntad -más allá de la ausencia de su reconocido juego elaborado- de sus hinchas debido a esa absurda decisión que prohíbe la presencia de público visitante en vez de castigar como correspond­e a los irracional­es. Una vez más, al Clásico del Sur le faltó ese clima folclórico tan particular que aporta el ida y vuelta de una cabecera a la otra.

Banfield lo ganó porque interpretó mejor cómo jugarlo. Y quizás hasta se quedó corto en el resultado. Concentrad­o al máximo, supo cortarle el circuito a Lanús desde el inicio. Con presión alta le tapó la salida y no le permitió encender el recorrido creativo. Controló a los jugadores clave. En consecuenc­ia Lanús, uno de los equipos más desequilib­rantes y con mejor manejo y precisión, se sintió incomódo y sin chances de desarrolla­rse.

Se jugó como se juegan los clásicos. Metiendo, corriendo, luchando. A veces, si aparecía la posibilida­d, salía alguna gambeta, a cargo de Brian Sarmiento o de Lautaro Acosta, pero si la situación ameritaba pegarle de punta para arriba nadie se avergonzab­a de hacerlo.

No sólo le impedía a Lanús desplegar su estilo, sino que además Banfield inquietaba en el arco ajeno. Y cuando acababa el primer tiempo Andrada desvió, abajo cerca de su poste izquierdo, un complicado tiro libre ejecutado por Sarmiento. De ese tiro de esquna, pateado por Sperduti, nació el grito feliz de Banfield: Nicolás Bertolo, con los faros encendidos y las luces altas, cabeceó dentro del área chica para poner el 1 a 0.

El ingreso de Román Martinez (reaparecie­ndo tras el desgarro), agregado al resultado en contra, le otorgó a Lanús algo más de tenencia de pelota. Sin embargo no consiguió sacarle provecho porque Banfield se mostró ordenado y sólido atrás; lo trabajó mucho y se cuidó. Y ante cada oportunida­d de salir rápido en contrataqu­e disparó una amenaza concreta.

Las dos expulsione­s -equivocada la de Alejandro Silva (segunda amarilla por una mano en mitad de cancha) y acertada la de Matheu (violenta entrada a Gómez)- encendiero­n la pasión del clásico. Pero no tuvieron mayor injerencia.

Y terminó en fiesta para Banfield. Mantiendo el saldo a favor en las estadístic­as (8 arriba) y afirmándos­e en la pelea rumbo a la Copa.

 ?? G. RODRIGUEZ ADAMI ?? Desahogo. Nicolás Bertolo sale a festejar su gol y Darío Cvitanich se suma. Banfield maniató a Lanús y le impidió desarrolla­r su juego. La victoria es incuestion­able.
G. RODRIGUEZ ADAMI Desahogo. Nicolás Bertolo sale a festejar su gol y Darío Cvitanich se suma. Banfield maniató a Lanús y le impidió desarrolla­r su juego. La victoria es incuestion­able.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina