Estudiantes ratificó en Quilmes que es el dueño de toda La Plata
Un gol de Damonte en el primer tiempo le bastó para extender a 14 años la racha como local sin derrotas.
Clásico “normal” en Quilmes, donde volvió a ganar con justicia el favorito, Estudiantes, que sin sobrarle demasiado, que conste en actas, extendió su paternidad barrial como local a 14 años sin derrotas.
Y no sólo lo ganó porque acertó su chance en el momento clave del partido, antes de la media hora, sino porque lo hizo sacándole provecho a una jugada con pelota detenida, ítem que en el que Estudiantes debería considerarse como uno de los inventores.
Hasta que Damonte mandó al fondo de cabeza un centro de Solari cortinado por Schunke, el clásico sólo ofrecía especulaciones. La de Estudiantes, presionar con constancia en tres cuartos, usar sus dos alas –Sánchez y Solari- y forzar al rival a cometerle faltas para ejecutar tiros libres.
Y la de Gimnasia, que era esperar con dos líneas de cuatro bien pegaditas, ceder la mitad del terreno y tratar de meter un bochazo para la posible pesca de sus “delantero y medio”, Aleman y Mazzola. Con el agravante de la extraña disposición de algunos jugadores sometidos al razonamiento del técnico.
Oreja es 4 y jugó de 3: Gorga es 2 y fue de 4; Licht es 3 y entró de doble 5; y Aleman es enganche y fue media punta. Pareciera todo al revés, como si el perro le lanzara el palito al amo.
Si bien los técnicos saben por qué toman determinadas decisiones, lo cierto es que esta mezcolanza posicional favoreció al Pincha.
Estudiantes –sin sus tres Sub 20, Ascacibar, Foyth y Tití Rodríguez- jugó un primer respondiendo al mandato de su GPS con un baluarte primordial: el Chapu Braña. Normalmente el volante tiene 38 años y mide 1,67 metro, pero cuando juega partidos de semejante entidad rejuvenece dos décadas y se estira 20 centímetros, lo que redondea una actuación estremecedora.
En la reanudación, Gimnasia se puso las pilas.
Dejó de regalar metros y comprendió que el punto medular estaba en tratar de perforar la línea media rival tocando corto y rápido.
Brian Aleman, que de tan hábil en este equipo sumamente rústico se parece a un músico sesionista invitado para mejorar el rendimiento del grupo, tuvo mejor acompañamiento con los ingresos de Lobos y Faravelli y desde entonces Gimnasia fue y fue.
Pero chocó contra un arquero de alta gama como Andújar, que manoteó un disparo a Faravelli con destino de empate en el último suspiro.
Entonces, nada nuevo que contar del clásico platense, con un ganador que se repite como disco rayado. Y que, por si fuera poco, le volvió a “comer” el técnico a su archirrival: hace un año era Troglio. Ahora, Gustavo Alfaro. Más no se puede pedir.
“Me gusta jugar en Quilmes; me dio todo. Los pibes me cargaban por el cartel con mi nombre en la tribuna”. RODRIGO BRAÑA (Quilmes) “El equipo estuvo sólido y no nos generaron muchas situaciones claras de gol en todo el partido”. BRAÑA Y SU ANÁLISIS