El ídolo para no descartar y el chico para soñar
El Pipi demostró que le sobra para un rato. ¿Le renovarán? El Perro de nuevo movilizó al equipo. Es el futuro.
una caricatura estática y previsible. Ahora sí parece un equipo con vida. El Pipi toca y corre a buscar la devolución, gira y sale para el otro lado, frena y acelera, se desmarca y se muestra. No es el imparable de los 20 años, pero se distingue. Muy diferente a lo que propuso Rubén Botta con casi diez calendarios menos que el ídolo, siempre sin profundizar y lateralizando, bien lejos de aquel atrevido que entusiasmaba en Tigre.
Romagnoli hace la pausa y se la pone profunda a Barrios, justa para que encare y decida evitando el trámite de acomodarla. También el Pipi, sin
tocarla, sabe jugar: abre las piernas y la deja para que vaya solo hasta el fondo Corujo, quien tirará un centro tan fuerte como pasado e inexacto. Aunque es real que no logra poner ningún pase-gol, también es cierto que el 10 sacude a San Lorenzo.
Al lado de Romagnoli, recostado a la izquierda, Barrios acelera, gambetea y lastima, tira el centro o levanta la cabeza y la cede con tanta justeza como criterio, obliga a que Brum lo baje desde atrás en una falta para una amarilla que nunca al rival le sacainmensa rán. Esta vez no hay milagro del Perro como ante Universidad Católica y Flamengo, pero ratifica que no hubo nada de casualidad en esas aventuras explosivas claves para saltar a octavos en la Libertadores. ¿Qué habría ocurrido ante Aldosivi si el Pipi y el Perro jugaban de entrada, cuando por ejemplo Cerutti estaba fresco? Seguro el Pocho hubiera sido mejor alimentado.
A futuro, se multiplicarán las chances para Barrios, acierto estruendoso de Diego Aguirre. Eso sí, resulta una incógnita Romagnoli, quien parece el último orejón del tarro por sus ínfimos 94 minutos en 2017: 25 con Godoy Cruz, 27 frente a Gimnasia, 7 ante Huracán y 35 contra Aldosivi. El de Pipi es uno de los cinco contratos que vencen el 30 de junio.
Por representatividad histórica, por paciencia para esperar en el banco o en la tribuna, por la tibieza de muchos de los que ocupan un lugar que él sabe enriquecer como esta vez ante Aldosivi, sería un desperdicio que Romagnoli se vaya ahora de San Lorenzo. Claro que es insostenible este escenario. Con una charla a solas con Aguirre se podría limar el vínculo entre ambos, que se hizo más tenso cuando el Pipi se quejó en un momento inoportuno. Habrá que ver si el DT sigue y se abre a esa posibilidad. Demuestra el 10 que le sobra para entrar un rato, cuando se necesita reflexión y todos se nublan, para enfriar en la victoria o descubrir un camino en la derrota. Y es valioso Romagnoli para que pibes como Barrios puedan crecer bien acompañados y sepan de qué se trata. A San Lorenzo le haría bien que la foto se repita.