Clarín - Deportivo

Un nuevo encordado, clave en el histórico título de Guga Kuerten

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Gustavo Kuerten dejó su huella en Roland Garros pero no sólo por los tres títulos que consiguió en Bois de Boulogne sino por su personalid­ad extroverti­da que cautivó a los franceses desde aquel primer título conseguido en 1997, hace ya 20 años. El brasileño, que ni siquiera había ganado un título en su carrera, era un total desconocid­o cuando llegó a París en aquel mes de mayo, con apenas 20 años y el 66° puesto del ranking mun- dial. Dos semanas después todo cambió. Para siempre.

Su camino al título arrancó en silencio. Con un triunfo en tres sets ante el checo Slosedel en una cancha bien lejana. Siguió en segunda ronda con victoria frente al sueco Bjorkman. Ya cuando en el partido siguiente derrotó a Thomas Muster, quinto en el ranking y campeón dos años antes, en cinco sets, todos empezaron a preguntar por ese chico rubio de pelo ensortijad­o que repartía sonrisas en cada rincón del club. Pasaron luego el ucraniano Medvedev y el ruso Kafelnikov; y en la semifinal, el belga Dewulf. Hasta que llegó el bicampeón Sergi Bruguera en el partido decisivo. Y la coronación, con un tenis increíble. Y un gran secreto.

Ayer, en Roland Garros, en la previa de la final femenina, Mats Wilander entrevistó a Kuerten y Kuerten recordó la historia: aquel primer título lo ganó con un encordado revolucion­ario que sólo él había probado y que hizo, desde entonces, cambiar completame­nte el juego: el sintético de Luxilon, un tipo de cuerda que la empresa había diseñado para favorecer su top spin. Acercarse a la red contra él comenzó a ser un suicidio y esa cuerda fue uno de los motivos (entre tantos) que lo llevaron incluso al número 1 del mundo.

Veinte años después, el 80 % de los tenistas usa ese sintético y muchos lo combinan con la tripa natural (proviene del intestino del ganado vacuno). Pero Guga fue el pionero y tras él el juego cambió. Definitiva­mente.

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