Clarín - Deportivo

Kudelka: “En el barrio no te enseñan a salir a empatar”

- Mariano Verrina mverrina@clarin.com

Una semana después de recibir el telegrama para comenzar a entrenarse en la Reserva de Rosario Central, a la casa de los Kudelka llegó otro telegrama que cambió los planes. Tenía que presentars­e en el batallón 141 de Comunicaci­ones, en Córdoba, para arrancar el servicio militar. En ese instante empezó a diluirse la idea que tenía Frank Darío de jugar en Primera. -¿Es difícil entrar al mundo del fútbol sin haber sido jugador profesiona­l? -Ahora creo que menos. Pero en aquel momento fue muy duro, varias veces estuve a punto de abandonar. Para elegir a un técnico bastaba con que hubiera hecho un gol de tiro libre 20 años atrás para tener chapa. Con el correr del tiempo creo que la sociedad se fue despertand­o. Ya no hay tanto “pie de elefante”. -¿Qué es eso? -(Se ríe) No te dejaban crecer. Te aplastaban, te cerraban todas las puertas. Me acuerdo que volvía llorando a mi casa. No era un pibe, eh... Ya era padre de familia. Pero me volvía llorando por las traiciones que había, por las habladuría­s... Por suerte, la convicción fue más fuerte. Conducir no es lo mismo que jugar. Y tenés que tener herramient­as.

Ahora ya es técnico. Ahora elige a qué barco subirse. Lo empezó a palpitar aquella tarde en la que atendió el teléfono y escuchó que el presidente de Talleres, Andrés Fassi, quería hablar con él para sumarlo al proyecto. “¿Vienen para acá o voy para allá?”, preguntó Frank, que estaba en Buenos Aires y pensaba viajar a Córdoba. “No, tenemos que ir a Miami. Te mandamos los pasajes”, le respondier­on. -¿Cómo se siente llevar más de dos años y medio al frente de un club? -Siento el placer de cumplir un rol dentro de una estructura que sueño que tendría que estar en todos los clubes del fútbol argentino. Eso da placer. En el día a día perdés esa mirada pero, cuando te das cuenta, vuelve esa sensación de satisfacci­ón, de pertenecer a un proyecto tan ambicioso y al mismo tiempo tan humano. Es una forma de vivir dentro del fútbol. Y conduce al éxito. Ojo que no hablo de un éxito deportivo, eso es una consecuenc­ia, tarde o temprano se da.

-Pero es una excepción, en general se impone la urgencia.

-Creo que el fútbol trata de llevarte a un lugar donde vos no puedas expresarte ni puedas exponer tus ideas. Pueden ser distintas o iguales a las de otras personas; pueden estar acertadas o no, te pueden gustar o no, pero sí deben ser aceptadas. El fútbol te lleva a una instancia de no aceptación si no ganás. Te doy un ejemplo: el famoso “ganar como sea”. Cuando se dice eso y, cuando la sociedad avala ese tipo de cosas, no es más que decir “vivir como sea”. Y cuando vos vivís como sea le estás abriendo la puerta a la trampa, a la falta de educación, al no progreso. Estoy en las antípodas de eso. Y no hablo del estilo de cómo jugar. El tema es cómo vivir. Y el vivir como sea es que te de lo mismo pasar un semáforo en verde o en rojo. Es ir en contra de la educación que deben tener los jóvenes que van a ser futbolista­s. El fútbol te lleva a eso: a mucho estancamie­nto.

-¿Cómo hacés para que tus jugadores le escapen a este contexto?

-No les hablo solamente de fútbol. Les hablo de la vida. Muchas veces remarcan la responsabi­lidad de un chico para jugar ante tal rival o de ponerse al equipo al hombro. Yo lo comparo con la responsabi­lidad de otros pibes, también de 20 años, que no tienen para comer, no tienen educación, no tienen trabajo… Deben mantener a una familia y no tienen con qué. ¡Eso es responsabi­lidad! Eso es valentía. Hay que desmitific­ar el fútbol. Y que lo único que sirve es la victoria o que el que no gana no existe… Yo creo que la victoria es un recorrido.

-¿Cómo se explica la muerte de Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano arrojado desde la tribuna?

-Está claro que es algo que excede al fútbol. Cada vez estamos más cerca del salvajismo. Y esto es propio de la intenciona­lidad de no educarnos. Eso es algo buscado. Es a propósito. Yo trato de hacer lo que pienso que en nuestro país no se hace bien. La falta de educación es premeditad­a, como también la falta de debate. No son bobos, son muy vivos. Así es mucho más fácil de manejar a la gente. La llevás a los extremos. Y de ahí no se puede volver. Es muy nítido: hay que salir a la calle de cualquier ciudad y ver que no hay respeto por nadie. Por eso yo, desde mi pedacito, tengo que tratar de cambiar: me interesa que el jugador que tengo, más allá de si lo pongo o no, me recuerde como alguien que le pudo dar un granito de arena para su educación.

-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te enteraste de esa muerte?

-La verdad, si me hubiese enterado en la cancha me iba. Porque parece que se muere alguien y no pasa nada.

-Los técnicos también entran en la ley de la selva y van pasando de un club al otro.

-Es cierto, y no es serio. En general, cuando las cosas no van bien los dirigentes interrumpe­n nuestro contrato, pero eso no nos da derecho a interrumpi­r el nuestro cuando nos va bien. Y nosotros somos mucho de hacer eso. Tampoco hay una legislació­n al respecto, no existe… Tres gritos de una tribuna hacen echar a un técnico.

-¿Qué es lo que más te preocupa?

-Me preocupa la falta de debate. En realidad, la falta de fundamento­s en los debates. ¿Qué tiene de malo, cuando vos jugaste mal, decirlo? Es de valiente. Si el rival te superó y te ganó, tenés que reconocerl­o. No hay que taparlo. Esas son formas de no crecer nunca. La autocrític­a y el reconocimi­ento de tus defectos es el inicio de una progresión. Si no, estamos siempre estancados. ¿O nos gusta cómo es el fútbol argentino? Vuelvo a lo de antes: “ganar como sea”. ¿Y las formas? Los técnicos tenemos mucho que ver. Y así embrutecem­os a la gente. Le hacemos creer que ganar a cualquier precio está bien. Y a mí entender no está bien.

-¿Es difícil que los jugadores tomen riesgos? -Es que la vida es un desafío para tomar riesgos. Riesgos de los buenos. Eso tratamos de inculcarle­s. Hay que salir de los estereotip­os. En el arco de enfrente está el futuro. Hacia ahí tenés que ir. Este juego se hizo para eso. En el barrio no te enseñan a salir a empatar. Es una forma de sentir.

-¿Te gusta cómo se juega en Argentina?

-Está todo desmadrado desde el momento en el que hay treinta equipos en Primera División. A mí me gustaría saber qué plan tienen (los dirigentes) para el fútbol argentino. Como espectador lo digo, eh... ¿Qué quieren hacer con el fútbol? Hay partidos que son tremendame­nte aburridos, que son “inmirables” (sic)...

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G. DELL’ORO Dice. “La falta de educación es premeditad­a, como también la falta de debate”.

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