Cambiar a tiempo para volver a brillar
Garbiñe Muguruza . Campeona de Wimbledon
Hace seis semanas, una abatida Garbiñe Muguruza abandonaba entre lágrimas la sala de prensa de Roland Garros y volvía unos minutos después, con los ojos aún enrojecidos, para enfrentar los micrófonos después de su dolorosa caída en los octavos de final del Abierto de Francia. Se había quedado sin la chance de defender su título en un partido que cerraba el círculo de un año completo -su consagración en 2016 había sido un 4 de junio, el mismo día de su eliminación en 2017- sin finales y con muchas dudas. En ese momento, pocos podían imaginarse que un mes y un puñado de días más tarde, la misma Muguruza se sentaría con una amplia sonrisa en la sala de prensa de Wimbledon como flamante campeona del torneo británico. En sólo 41 días, la española dio un giro de 180 grados. Ordenó su cabeza, volvió a jugar un tenis muy competitivo y ayer se dio el gusto de vencer por 7-5 y 6-0 a la estadounidense Venus Williams para transformarse en la segunda jugadora de su país en coronarse campeona en el tercer Grand Slam de la temporada. El más tradicional de todos.
“Estoy muy feliz porque han sido dos semanas difíciles y de muchísima tensión. Venía de un Grand Slam en el que me hubiera gustado avanzar más. Sentía mucha presión”, explicó la nacida en Venezuela y nacionalizada española, que parece haber dejado atrás un año complicado, en el que nunca encontró la consistencia ni la inspiración que la habían llevado a ganar esa primera corona “grande” en París.
Después de su festejo en Roland Garros 2016 gracias a una sólida victoria ante Serena Williams, Muguruza pareció dejarse abrumar por las expectativas de quienes esperaban mucho de ella. Así pasaron doce meses sin finales ni títulos y sin brillar en un Grand Slam. Su mejor resultado en ese tiempo fueron los cuartos de Australia 2017. Entonces llegó la decepción de hace un mes en la capital francesa, que tal vez sacudió la cabeza de la española. Porque tras ese torneo, comenzó otra historia.
Ya se la vio renovada en Birmingham, donde alcanzó las semifinales y alimentó su confianza de cara al Abierto británico. Y en Londres, quien ocupará desde hoy el quinto lugar del ranking volvió a mostrar esa fotaleza mental, esa entrega y ese juego que la habían consagrado hace ya varios años como una de las grandes promesas del tenis.
Tal vez en ese cambio algo tuvo que ver Conchita Martínez, la única española que hasta ayer sabía lo que era celebrar en el All England. La capitana de los equipos de Copa Fed y Copa Davis de su país, campeona en Wimbledon en 1994, se sumó al equipo de trabajo de Muguruza sólo para este torneo en reemplazo de su entrenador Sam Sumyk, quien tuvo que regresar a Los Angeles porque iba a ser padre. La sociedad funcionó a la perfección.
En Wimbledon, Muguruza arrancó firme con victorias ante Ekaterina Alexandrova, Yanina Wickmayer y Sorana Cirstea en las tres primeras rondas. En octavos tuvo su primera prueba complicada ante la alemana Angelique Kerber, máxima favorita, y la superó casi sin problemas. La ex número uno fue la única que logró robarle un set. Después pasaron la rusa Svetlana
Kuznetsova y la eslovaca Magdalena Rynarikova. Y entonces llegó Venus, que con 37 años - 14 más que la española- buscaba su sexta corona en Londres y la octava en un “grande”; y convertirse en la ganadora más veterana del torneo en 109 años.
Ante la estadounidense, una de las jugadoras que la había inspirado de chica, Muguruza jugó un partidazo. Mantuvo la cabeza fría cuando sacó con el marcador 4-5 y 15-40 en contra, levantó esos dos set points de su rival y ya no perdió ningún game más.
“Crecí viendo jugar a Venus; para mí enfrentarla aquí, en esta cancha mágica, es algo increíble. Para ganar un Grand Slam se tienen que dar muchas cosas. Tienes que estar bien físicamente, tenísticamente, mentalmente. Aquí encontré la manera de juntarlo todo”, explicó la flamante campeona, primera jugadora en derrotar a las hermanas Williams, dos leyendas del tenis femenino, en la final de un “major”.
“Desde que perdí la final aquí en 2015 ante Serena, quería ganarlo. Me sentía preparada, en forma y fui subiendo el nivel en cada partido. Estaba jugando bien y quería demostrar que tenía las ganas de ganar, quería dejar que hablase mi raqueta”, agregó Garbiñe Muguruza, que en poco más de un mes fortaleció su cabeza, renovó su tenis y ayer se calzó la corona como nueva reina de Wimbledon.