Clarín - Deportivo

Campeón mundial por 30 centésimas

Guillermo Bertola. Cómo ser el mejor en el circuito de maratones acuáticas sin haberlo planificad­o.

- María Kexel mkexel@clarin.com

Cuando se sentó frente a un plato proteico de huevos revueltos, tostadas y fiambre en la mañana del domingo 3 de este mes, su corazón latía a un ritmo tranquilo, que no reflejaba nervios en su pulso. Sin nada que perder pero mucho por ganar, se tiró a las aguas de Capri para ver si podía ser campeón del mundo. Humilde a sus 27 años, con una tonada que se reconoce cordobesa desde el otro lado del Atlántico, Guillermo Bertola, en diálogo con Clarín, cuenta cómo es ser campeón del mundo en el circuito FINA de aguas abiertas... sin haberlo buscado.

Desde Córdoba hacia Italia fue un trotamundo­s durante tres meses. ¿Su objetivo? Prepararse para las carreras de 10 kilómetros. Comenzó con una concentrac­ión para el Mundial de Budapest en Sierra Nevada, España. Luego del torneo en Hungría, viajó a Canadá. Tenía que competir en una prueba de 10 kilómetros, su especialid­ad, y como se corría la segunda fecha del Grand Prix de aguas abiertas FINA, en la misma ciudad, fue a probar suerte. ¿El resultado? Fue primero en la prueba de 32 kilómetros del lago St. Jean, en Quebec, y récord mundial con 6h19m23, 3m15 menos que el establecid­o por el francés Stéphane Lecat en 2000. Pasó por cuatro ciudades diferentes de Canadá y llevó a cabo su idea inicial en carreras de 10 kilómetros. Hasta que cambió el plan.

“Como me fue tan bien en el Grand Prix, me la jugué y cambié el pasaje. Tenía que volver para Argentina pero me fui a Macedonia. Salí tercero. Fueron 30 kilómetros en el Lago Ohrid.

No me podía volver y cambié de nuevo el pasaje. Llegué a Italia para correr la Capri-Napoles y bueno... le gané por 30 centésimas al que le tenía que ganar para ser campeón del mundo”, resume, con sencillez, su hazaña para el título. Sí, luego de nadar 16 kilómetros, llegó tercero y le ganó por 30 centésimas al macedonio Evbenij Pop Acev, su gran rival. Así es el deporte.

La mejor parte de la historia es que el cordobés estuvo detrás de su perseguido­r durante los últimos 700 metros: “Me dije: 'Ahí está el título mundial. Lo tengo que pasar o si no tengo que esperar al año que viene'. Y me costó mucho ponerme a su lado. Pero lo logré durante los últimos 200 metros y en los 50 finales lo pasé por menos de una mano. Fue una locura”.

La pregunta es por qué fue campeón mundial en maratones acuáticas si se había preparado para carreras de “apenas” 10 kilómetros. Es que al prepararse para los 10 aumentó su velocidad y eso hizo que mejorase. Hace tres años, Bertola se había preparado para correr maratones y su entrenador le dijo algo que le quedó grabado: “El cuerpo tiene memoria”. Y así fue.

El Grand Prix de la FINA consta de 4 carreras al año. Y como Bertola no había podido asistir en febrero a la legendaria Santa Fe-Coronda, mayor fue el logro para el fanático de Belgrano, que fue el único en competir en tres de las cuatro maratones del circuito. ¿Perder ese sprint final para ser campeón o que Belgrano le gane 70 a Talleres? ¿Qué elige Guillermo? “Es difícil. Es hermoso ser campeón, pero con el subcampeon­ato y la goleada del Pirata sería demasiado feliz, ja”.

Bertola nació en la capital cordobesa y como adolescent­e nadaba únicamente en carreras de fondo. En una línea de tiempo imaginaria, dibujó su trayectori­a deportiva: “Me invitaron a competir en un torneo de 2.600 metros. Me parecía una bestialida­d. Tenía 15 años y había ganado un regional de 1.500. A los 17 me volví a animar. Fue todo muy progresivo. porque nunca pensé que iba a poder nadar durante tantas horas. 'No hay posibilida­d alguna de que pueda hacer esos tiempos', pensaba de chico”. A los 19 años, “Guille” nadó 88 kilómetros en casi 11 horas. Pero no le importaba el tiempo.

“Es difícil describir el sufrimient­o. A veces me pregunto por qué lo hago si sufro tanto. Porque no es normal, no es humano. Y otras veces pienso: 'Vamos, vamos, el día tiene 24 horas y mañana ya habrá terminado. El dolor de nadar más de cinco horas seguidas no se puede explicar en palabras”, desliza el cordobés, que no oculta sus contradicc­iones a la hora de elegir el deporte. ¿Por qué, entonces, nada en aguas abiertas? “. Todos los nadadores que hacemos esto lo sentimos en la sangre. Si no, no se puede. Es inmenso lo que se siente después, porque además es una superación personal”.

El campeón mundial le apunta con todo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde habrá como siempre una prueba de 10 kilómetros. “Es lo que estoy trabajando desde hace años -explica-. Esto del Grand Prix lo tuve como paralelo. Si bien siempre me gustaron las carreras, me dediqué a los 10 kilómetros”. Y así el apasionado Guillermo Bertola se zambulle en la historia de las aguas abiertas.

“Es muy sacrificad­o nadar durante seis horas, pero el momento de llegar y tocar la placa es muy gratifican­te”.

“Me tendré que hacer un lugarcito para el Grand Prix y, por qué no, volver a ser otra vez el mejor del mundo”.

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Primero hay que saber sufrir. “ El dolor de nadar más de cinco horas seguidas no se puede explicar en palabras”, afirma Guillermo Bertola.

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