Clarín - Deportivo

Lanús se reencontró con la victoria justo ante River y festejó como si fuera una noche de copas

El Granate no ganaba desde aquel 31 de octubre. El visitante empezó bien, pero le costó recuperars­e luego del gol de Silva. Gallardo apuró los cambios en el entretiemp­o, sin resultados.

- Oscar Barnade obarnade@clarin.com

“No te olvidé/ no te olvidé/lo que pasó la última vé”. Con un grito cargado de memoria, la gente de Lanús recibió al equipo de River. Aquel 4-2 de la semifinal de la Libertador­es fue inolvidabl­e para todos. Desde aquella noche de copas, Lanús no había vuelto a ganar ni River a jugar bien. Y en esta rivalidad moderna de dos clubes históricos, es el Granate el que sigue sacando pecho. Desde 1992, su último regreso a Primera, Lanús torció la historia de enfrentami­entos con River: 24 victorias contra 18 en todas las competenci­as oficiales. El equipo de Gallardo no pudo con su verdugo moderno ni tampoco contra sus propias limitacion­es, su propia crisis. Muy lejos en el campeonato (Boca le sacó 19 puntos) y la Libertador­es a la vuelta de la esquina, el presente millonario no deja de ser preocupant­e.

Fue entretenid­a la primera etapa. Hubo errores conceptual­es, de marca, bajos rendimient­os individual­es –especialme­nte en River- pero no aburrieron. Lanús, a pesar la mala racha que arrastraba, del cambio de entrenador, de la ida de jugadores emblemátic­os y la apuesta a los pibes de Inferiores, mantiene su esquema táctico: 4-3-3. Con Román Martínez en la cancha se hizo más fácil porque tiene ese toque diferente que se necesita para romper cuando todo está parejo o para sorprender a una línea de fondo. Gallardo también intentó sorprender. Se manejó en la semana la incorporac­ión de Camilo Mayada, pero el uruguayo no lo conformó y ni siquiera fue al banco. Siguió confiando en Nacho Fernández, lo ubicó por izquierda y dejó libre al Pity Martínez por derecha (Enzo Pérez siguió lejos del área rival). Adelantó a los laterales para presionar más arriba y llegar por ambos costados. Con este panorama, el gran error de River fue que no supo alimentar a Scocco y Pratto.

A pesar del mal estado del campo de juego, Lanús y River se lucieron en el arranque. Mucha posesión de pelota, presión en la salida rival, toque y circulació­n. River se adueñó de las acciones los primeros 25 minutos, la pelota iba de un lado al otro en abanico. Pero todo se diluía en el último tramo. Quedaron desconecta­dos Scocco y Pratto: no les llegaba la pelota, y cuando se tiraban unos metros atrás para entrar en juego, la perdían enseguida. No extraña, entonces, que las jugadas más claras tuvieran como protagonis­tas a otros jugadores. Primero, un robo de Ponzio a Román Martínez en la salida, pase para Scocco, que se lo perdió debajo del arco; después, un potente remate desde afuera de Nacho Fernández que rebotó en un defensor; y finalmente, un pase al corazón del área chica de Enzo que no llegó a conectar Pity.

Lo bueno de Lanús es que no se achicó ante ese dominio inicial de River. Y le jugó con las mismas armas: posesión, circulació­n, velocidad. Tampoco se desconcent­ró después del choque entre Lautaro Acosta y Fernando Barrientos, quien se fue un rato después lesionado (entró Lodico que no desentonó). El equipo local comenzó a explotar las espaldas de los laterales y a complicar a los centrales. Avisó primero con una incursión de Pasquini por derecha, que Martínez Quarta logró cortar justo. Después, se lo perdió Lautaro (remató por arriba) tras exquisito pase de Román. Y a los 31 confirmó su dominio: asistencia de Román a Laucha, tiro, rechazo de Armani y definición del uruguayo Silva. Con la confianza del que logra algo por méritos propios, Lanús estuvo cerca del segundo en el final del PT: otro genial pase de Román a Denis. Lo evitó Armani.

Disconform­e con el funcionami­ento, Gallardo decidió dos variantes en el entretiemp­o: Quintero por Enzo Pérez y Mora por Nacho Fernández. Cambio de esquema y más peso ofensivo. El uruguayo fue por derecha, Pity pasó a la izquierda y el colombiano jugó más adelantado que Ponzio.

A diferencia de otros partidos, River no mejoró en el segundo tiempo. Y el arsenal de experienci­a de su delantera no pudo con una joven defensa (Carrasco tiene 21 años, Thaller 19 y Ortiz, 20). Ni Lanús y Lautaro con Armani, que salvó varias veces a River de una derrota mayor. Esta vez no fueron cuatro, pero el 1-0 se gritó igual de fuerte en el Sur.

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Festejo que se hizo costumbre. Desde su vuelta a Primera División, en 1992, Lanúle lleva seis triunfos de diferencia (24-18) a River en el historial.

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