Herrera confirmó que no es un buen momento del arbitraje
Omitió un penal claro a Reynoso y en la jugada siguiente, a instancias del línea, anuló lo que era el 2-0 de los locales.
El arbitraje de Darío Herrera dejó un par de jugadas polémicas y que exponen otra vez el flojo nivel de los jueces. ¿Qué pasó en Tucumán?
A los 42’ del ST, Bebelo metió un enganche en la puerta del área y Favio Álvarez le barrió el pie izquierdo. Un penal gigante que ni Herrera ni el juez de línea Cristian Navarro, de frente a la jugada, cobraron. Nadie protestó en la visita, que sufre como una especie de anestesia en los fallos desfavorables después de la polémica que instalaron desde Núñez con el supuesto favoritismo de los árbitros a raíz del vínculo del pre- sidente Mauricio Macri con el club y la AFA. En la semana en Mendoza no hubo reproches con el ¿penal? de Cardona a Nacho Fernández ni con el foul dentro del área de Zuculini a Pablo Pérez, previo al segundo tanto de los de Gallardo. Como si todos en Boca estuviesen culposos de reclamar algo que le corresponde. Ayer, pese a que fue un penal claro, el cuerpo técnico tampoco cayó en la crítica: “Ya hace tiempo que se dicen cosas sobre Boca, también está el tema del arbitraje, si te favorecen o no. Creo que Pablo (Pérez) también se refería a eso, a los penales... Yo no hablo de los árbitros después del partido, todos nos equivocamos los domingos: los jugadores, los técnicos, los árbitros. Confío 100% en la honestidad del arbitraje, más allá de lo que durante el partido me quejo porque lo vivo con pasión”.
En la primera parte el juez había omitido un planchazo de Pablo Pérez sobre Alliendro que merecía, como mínimo, una tarjeta amarilla. Si bien acertó en el gol bien anulado por offside a Javier Toledo, después del insólito penal que no cobró para Boca, el árbitro (a instancias del asistente Julio Fernández) anuló mal una jugada que terminaba con el 2-0 de los tucumanos por un supuesto offside de Acosta, quien definió tras la tapada de Agustín Rossi. La jugada fue al límite, pero todos en el local estallaron con esa decisión del árbitro porque el línea tuvo una vista privilegiada, sin obstáculos como para fallar.
Los foules recurrentes sobre Pérez de parte de los tucumanos, los ademanes sin sanción del capitán de Boca, el tiempo que tardó cada jugador de Atlético en reponerse ante una infracción o los cinco minutos de adición que se marcaron. Todos en el José Fierro terminaron con la sensación de que Darío Herrera había hecho mal su trabajo. Tenían razón.