Clarín - Deportivo

La noche en la que el mejor del mundo tuvo su peor partido

Un Leo desconocid­o terminó el día triste, en silencio. Y nadie sabe cómo reaccionar­á en la adversidad.

- Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarincom

Hizo bien Jorge Sampaoli en exculpar en su conferenci­a de prensa a Wilfredo Caballero de la responsabi­lidad absoluta de la debacle. El error del arquero, aunque determinan­te para romper un partido hasta ese momento parejo, no puede servir como la única excusa para explicar lo que pasó. Todo el resto sí tiene su cuota importante de incumplimi­ento. Incluido Lionel Messi. El mejor jugador del mundo tuvo la peor actua- ción de su historia en la Selección justo en un momento candente. Del que más se esperaba, menos dio y así la ilusión argentina recibió un golpe que la deja al borde del nocaut.

Alarma verlo así a Messi. Cabizbajo. Con gestos de preocupaci­ón. Padeciendo la situación. Cargando su cruz albicelest­e con pena y sin gloria. Desespera que no reaccione, que no levante la cabeza, que no gambetee a un rival, que no la pida, que desaparezc­a. Entristece notarlo incómodo, mal, fastidioso, incapaz de disfrutar de estar jugando un Mundial, para el que se preparó especialme­nte para llegar en plenitud. Aterra la versión que Leo mostró ante Croacia. Sin vida futbolísti­ca, sin creativida­d, sin acción. Estático. Pálido. Lejos, muy lejos de ser Messi.

Duele doble este martillazo en el corazón porque si todavía queda un hilo de esperanza argentina aquí, en Rusia, es por él. Por lo que es. Por lo significa. Por lo que representa. Por Messi la Selección llegó a esta Copa del Mundo. Por su bravura y su fútbol en Quito, el día del desahogo y clasificac­ión. El día en que hizo revivir a todos sus compañeros con tres goles que proponían alejar fantasmas y renovar energías. Fue un oasis.

Ese Messi no vino al Mundial. No apareció todavía, al menos. Nadie lo vio. No está. Ese de barba rojiza, que anda con el ceño fruncido no puede ser el verdadero Lionel Messi. Tiene que tratarse de una imitación de mal gusto. Seguro es ese falso Messi que se la pasan sacándose selfies con todo el mundo en el fan fest. Que alguien lo deschave y traiga al posta. Todavía hay tiempo. Queda una vida más.

Jugó como si todavía tuviera el penal errado contra islandia dándole vueltas en las tripas. Parecía recuperado hace un par de día de este primero cachetazo y con ganas de revancha. Eso decían desde su entorno y así se lo veía en las prácticas. Sin embargo, nada de eso demostró en el campo de juego del estadio cilíndrico de Nizhny. Al menos llamativo fue verlo tomándose el rostro durante el himno. ¿Preocupado o concentrad­o? Imposible saberlo, pero por lo que se vio minutos después del pitazo inicial del árbitro, la primera opción es la más factible.

De movida no llegó a conectar un buen envío de Enzo Pérez. Después, le dio un buen pase a Eduardo Salvio en la mejor jugada triangulad­a que fue capaz de armar la Argentina en los 90 minutos y que Maxi Meza no pudo resolver. Recuperó algún balón en el medio y... Nada más. Se apagó. Y nunca más volvió a encenderse. Ni hablar después del primer gol de Croacia.

Cuesta encontrar una explicació­n. Solamente él la tiene. Las estadístic­as reflejan lo que se vio sobre el césped. Su participac­ión fue más que huque milde: apenas dio 49 pases en todo el encuentro, sólo 10 más que Caballero, el arquero del equipo. Muy poco para el futbolista que tiene como tarea levantar la bandera del juego de la Selección.

De los 126 partidos vestido de celeste y blanco (es el tercero con más presencias detrás de Javier Mascherano -145- y Javier Zanetti -143-), 17 en Copas del Mundo, este fue el peor suyo. Y seguro que lo sabe. A diferencia del debut en Moscú, esta vez ni pateó al arco. Ya lleva 675 minutos sin marcar en Mundiales (Jugó cuatro), desde el que le hizo a Nigeria en 2014.

No puede revivir este Messi. Se abre la puerta del vestuario y encabeza la fila india el 10, escoltado por Claudio Tapia, presidente de la AFA. Apenas mira de reojo a los periodista­s y sigue con la vista al piso. Así hasta el micro, después al avión y de nuevo a un micro hasta Bronnitsy a intentar pegar un ojo a las 3 de la madrugada de Rusia, con el sol veraniego ya a pleno. En silencio, sin respuestas. Roto.

Que no se equivoque el foco: Lionel no es el culpable de una (pobre) realidad del equipo que estaba a la vista de todos, pero que se camuflaba detrás de la ilusión que justamente sólo su magia sostenía. Los que tiene al lado no le tienden sociedades. El DT no le aporta soluciones. Y el peso de ser el único héroe en este lío parece vencerlo. Sobrepasar­lo.

 ?? JUANO TESONE/ ENVIADO ESPECIAL ?? Derrota. De espaldas a todo, Leo sufre uno de los goles croatas que festejan Vida y Vrsaljko. Fracasó el equipo y Leo no estuvo a la altura del compromiso.
JUANO TESONE/ ENVIADO ESPECIAL Derrota. De espaldas a todo, Leo sufre uno de los goles croatas que festejan Vida y Vrsaljko. Fracasó el equipo y Leo no estuvo a la altura del compromiso.

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