Clarín - Deportivo

La hinchada argentina y una noche de vaivenes emocionale­s

- NIZHNY NOVGOROD. ENVIADO Pablo Calvo pclavo@clarin.com

Un paneo del instante final: 12 hinchas insultando a Sampaoli casi en el techo del banco de suplentes. Personal del estadio tratando de contenerlo­s. En la tribuna del río Volga, una familia tirada para atrás con los ojos en llanto. A la izquierda, hinchas de Vélez peleando con croatas que festejaban, luego de casi un día entero de convivenci­a por las calles de Nizhny Nóvgorod.

El cancionero de la hinchada argentina cambió el aliento por la bronca. El primer cantito hablaba de esperanza: “Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar”. El último entonaba la ira: “Sampaoli botón, Sampaoli botón...”.

La tarde había empezado con señales amables. Cuando salió el equipo a la cancha, una bandera que tenía pintada la escena imaginaria de Diego Maradona pasándole la Copa del Mundo a Messi, que excedía las medidas reglamenta­rias, gustó tanto a los guardias de seguridad que la dejaron flamear.

“La atmósfera es magnífica”, decía un tuit de la cobertura en vivo de la página oficial de la FIFA, mientras las cámaras enfocaban a campeones del mundo de 1986 (Pumpido, Giusti, Garré) y a Diego besando la camiseta que le regaló Messi.

Era cierto que el aliento, de entrada, se sintió con más fuerza que contra Islandia. Pero al minuto 34, esa atmósfera se empezó a poner espesa: “Ponga huevo, huevo la Argentina. Pongan huevo, huevo sin cesar, que esta noche, cueste lo que cueste, esta noche tenemos que ganar”.

El partido se disputaba en el mediocampo a los pisotones. Tapones contra tobillos, de un lado y del otro. Había que templar los ánimos, no desinflarl­os.

La cara de Messi en el arranque del segundo tiempo no fue un buen presagio. Al minuto uno, se extendió el crédito: “Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos, a ganar, que esta barra, quilombera...”.

Pero cinco minutos después, ante la falta de reacción de la Selección ante el despliegue de Modric y Rakitic, la impacienci­a volvió: “Movete Argentina, movete; movete dejá de joder, que esta hinchada está loca, hoy no podemos perder”.

En eso vino el blooper del Mundial: Caballero, ese arquero que fue convocado porque sabía jugar con los pies, fallo como no hay que fallar en un Mundial. El equipo “se quebró anímicamen­te”, dicho en su momento por Sampaoli, y no supo cómo dar vuelta la situación.

Los hinchas -que habían llegado a esta ciudad lejana de Rusia en trenes, combis, aviones y hasta micros destartala­dosse enojaron, sobre todo cuando los centrales se la seguían tirando al arquero para quesiguier­a rechazando con los pies. Los silbidos a Caballero fueron aumentando en volumen, hasta que se hicieron masivos en todo el estadio.

Sampaoli llenó a la Selección de delanteros con perfiles invertidos y sin orden. No hubo soluciones por ese lado tampoco.

El segundo gol croata, una genialidad de Modric, definiendo a lo Messi, despertó el volcán, que viene juntando encono desde hace años contra los planteos caprichoso­s y los desafíos que se encaran sin alma.

Sobre el final volaron los insultos y las botellas contra Jorge Sampaoli, que en la conferenci­a de prensa postpartid­o asumió la culpa y pidió disculpas a los que se fueron de aquí con las manos vacías.

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