Clarín - Deportivo

La tensión interna se refleja hasta en los mínimos detalles

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Parece que como dijo Javier Mascherano después de la paliza histórica sufrida contra Croacia, la Selección sigue "tragando veneno". Tan fuerte resultó ese golpe que no se digiere ni siquiera con un par de señales positivas posteriore­s ni tampoco con el correr de los días. Al menos eso dijeron los rostros de los jugadores argentinos en el primer contacto con el periodismo desde la noche oscura del jueves.

No alcanzaron el triunfo de Nigeria contra Islandia, el mejor resultado que podía darse para ir a cerrar el grupo en un escenario no tan negativo. Habrá que ganar, por supuesto. Pero casi seguro no será necesario golear.

Tampoco hasta ahora sirvió para que los semblantes lucieran más distendido­s la reunión del viernes a la noche solicitada por los jugadores con las restantes partes en cuestión: Jorge Sampao- li, sus ayudantes Sebastián Beccacece y Lionel Scaloni, más el presidente de la AFA, Claudio Tapia. Una charla para juramentar­se todos tirar hacia delante en esta última oportunida­d que surge más despejada luego del triunfo nigeriano.

El día después de la derrota, en la primera práctica, no había existido ninguna posibilida­d de observar cara a cara a los jugadores. Fueron quince minutos de observació­n. Fue ese ratito de acceso a los ensayos estipulado por la FIFA.

Llamó la atención la llegada de los jugadores en el carrito de golf que los traslada desde el complejo donde se alojan hasta la última cancha del Bronnitsy Training Centre. Se buscaba alguna sonrisa, algún gesto relajado. Pero nada. Antes de Croacia, varios en esa misma situación arribaban riéndose...

"Son seis minutos. Divertirse. Jugar", les pidió el profe Jorge Desio a todos los jugadores de campo, menos a Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi y Lucas Biglia, quienes se habían quedado realizando tareas diferencia­das por diversos problemas físicos que no les impedirán estar a disposició­n del técnico el martes, en San Petersburg­o. Jugaron, según la consigna, pero no parecían divertirse.

Los menos tensos en ese breve lapso parecieron los arqueros, que se entrenaron por separado junto a Martín Tocalli. Ahí, después de uno de los ejercicios, se vio a Wilfredo Caballero, el villano de la caída ante Croacia, chocando palmas con Nahuel Guzmán y sonriendo.

Trata Willy de eludir esa desgracia futbolera, a la que se le sumaron las desagradab­les réplicas en redes sociales. Busca hacerlo con naturalida­d. Y tiene la mejor ayuda: luego del ensayo lo visitaron su esposa y sus dos hijas. Vaya caricia para combatir semejante dolor deportivo. Ellas arribaron al complejo de la Selección al mediodía porque a la tarde debían tomarse un vuelo. Los restantes familiares y amigos empezaron a ingresar a partir de las 17: los de Pavón, Higuaín, Salvio, Di María, Armani, Acuña y Guzmán. Ahí los jugadores sí respiraron un clima más distendido.

Ya hacía un rato que había concluido la práctica. Ya se había ido ese ratito ínfimo entregado a la prensa para observar. Son apenas flashes, pero valen para semblantea­r.

No hay grises: no les interesa que se sepa que ya se recuperaro­n o aún sienten el impacto. Así se muestra esta Selección que volvió a elegir otro día de silencio. Hoy hablarán dos jugadores. Se supone que, en un clima tan espeso como el actual, le tocará a algún referente.

No sería serio que algunos de los más pibes se sentara frente a un micrófono para dar respuestas, pero acá todo puede ocurrir.

 ??  ?? Una imagen. Los jugadores se mueven y los gestos son elocuentes. Antes del 0-3 con Croacia era distinto el clima.
Una imagen. Los jugadores se mueven y los gestos son elocuentes. Antes del 0-3 con Croacia era distinto el clima.

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