El papelón del que critica con un resultado puesto
El 0-3 vs. Croacia generó cuestionamientos excesivos. Se hablará de “ilusión renovada” si hay clasificación a octavos.
Fue un papelón futbolero la derrota ante Croacia. Por la historia del fútbol argentino, por Messi, por el lustre de algunos de los nombres de los que juegan en el exterior, por la ilusión del país entero. Por todo. Pero mucho peor fue la crítica despiadada, salvaje, que despertó la actuación. Especialmente de quienes ni habían insinuado la posibilidad de un tropiezo parecido en sus opiniones previas. Es la historia de siempre. Con los hechos a la vista cualquiera se puede transformar en un juez implacable por el simple hecho de decirlo. Al ca- so le sobran antecedentes. Por eso, lo que era una condena inapelable, con el simple triunfo de Nigeria sobre Islandia pasará a ser "una ilusión renovada" de clasificación. Y si ocurriera ésta los mismos fiscales de ayer pasarán a ser los líderes del optimismo. Hasta que un nuevo diario del lunes les permita discernir entre bien y mal con total libertad de conciencia. La idea es tratar de escaparle a la norma y buscarle razones a la actualidad de esta descolorida selección que conduce Jorge Sampaoli. El técnico, exitoso en su paso por Chile y llegado a su puesto en un momento crítico de las Eliminatorias, hace un año, no consiguió entrar nunca en la confianza del aficionado. Y ahora -según parece, al cabo- tampoco en la de sus propios dirigidos. Llegó impulsado por una bandera (a la que él no se opuso) de "revolucionario ofensivo". Y transformador. No pudo. La renovación del plantel no llegó nunca. No pudo meterle el bisturí al grupo afincado de las tres finales (hay que llegar) perdidas. Entonces, se metió en el laberinto de nombres y esquemas. Cambió y cambió. Para -cual gatopardono cambiar casi nada. Entonces, el cachetazo del empate con Islandia en el debut desembocó en la catástrofe contra Croacia. “Este es su verdadero
esquema” se proclamó antes del encuentro. Línea de tres o de cinco, con carrileros. Como si se hubiese rebelado contra el gusto de los protagonistas. Y le fue peor. Nunca se supo cuál era la línea del equipo. Ahora la confusión se agrandó con el estado deliberativo y el derrumbe anímico.
La pregunta de la Argentina futbolera es: ¿qué le pasa a Messi? Todos fuimos testigos de su bloqueo psicológico. Incluso con sus gestos antes del comienzo del partido. El es el mejor del mundo desde Barcelona. Siempre se dijo que había que rodearlo bien, que había que lograr su contagio. Y claro, si por él se consiguió la clasificación a Rusia. Si cuando no estuvo se perdió más de lo que se ganó. Hasta el DT dijo que este era el equipo de Messi más que de él. Este era su Mundial. Y se preparó por meses. ¿Qué quiere decir entonces esa desidia en el juego, esa participación escasa, esa imagen de sufrimiento? ¿Lo superó la responsabilidad de un liderazgo que le impusieron y terminó por aceptar aunque parece no formar parte de su personalidad natural? Si la Selección es Messidependiente y él no puede asumir el rol, todo se derrumba. Como ocurrió. ¿Hay motivos futboleros para este desencanto? Claro. Y muchos. Pero el eje es mental. El poder de mando de un DT desvalorizado y el aparente bloqueo de Messi, el líder. Y el contagio consecuente. ¿Se puede revertir? Esto es fútbol. Un resultado cambia una historia. Y festejan los exitistas.