Talleres sorprendió a River y le ganó jugándole con la receta del mejor River
Lo apretó en toda la cancha, lo atacó, le cerró los caminos a su arco y tuvo convicción de que podía dar el golpe en el Monumental. Cuatro ex Boca fueron clave en los cordobeses.
Se acuerdan de Tevez y de la final de Madrid. Del gas pimienta y de las vueltas olímpicas frente al eterno ride val. Se palpita el duelo superclásico del domingo en este mismo escenario. Se canta contra Boca. Tanto que hasta parece que se les pasa por alto que en el Monumental haya otro partido. Un partido en el que River está apagado, ido, con la cabeza en otro lado, como sus hinchas. Y lo paga caro. Con una derrota ante Talleres que no le permite llegar a la cima de la Superliga y tampoco con una sonrisa de cara a la revancha con Cerro Porteño por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Es que antes de recibir a Boca, el equipo de Marcelo Gallardo debe enfocarse y poner toda la energía en defender el 2-0 de la ida y asegurar en Asunción el pasaje a las semifinales.
En las tribunas se cantaba contra Boca pero en el campo de juego se lucían los que surgieron de la cantera xeneize. Cubas, un león en el mediocampo. Komar, atento a sacar todo desde atrás, siempre ordenado. Y Fragapane y Pochettino volaban por las bandas. Los cuatro, hoy en Talleres, dieron la cara por el club en el que surgieron. Y junto a Nahuel Bustos, rápido y hábil para volver loca a la defensa y convertir el único gol del encuentro, contribuyeron al batacazo cordobés: ganó en Núñez después de 30 años.
“El secreto de ganarle a River es que estemos convencidos de que podemos hacerlo”, había dicho Alexander Medina, el entrenador de Talleres. Y vaya si el equipo del uruguayo estuvo convencido. Lo jugó como si se tratara de una final. Medina, evidentemente, aprendió bien de Marcelo Gallardo, quien lo dirigió en Nacional. Y el Cacique instruyó perfectamente a su tropa. Tuvo la fórmula para complicar a su maestro, a quien saludó efusivamente antes del encuentro. Talleres jugó como lo hace River en las copas. Muy metido en el encuentro. Sin dejarlo jugar y animándose a lastimarlo.
La muestra la dio el juvenil Nahuel Bustos. Que no se achicó y encaró cada vez que pudo. Armani le sacó el gol dos veces en la primera mitad. Y antes de convertir su gol, estuvo cerca pero la pelota se le fue apenas desviada tras eludir a Pinola y al propio Armani. Luego, volvió a dejar pagado al zurdo marcador central, la picó, Armani no pudo desviar la pelota y el 10 Talleres se fue solito a la red. Pisó el balón y lo empujó.
River, en cambio, fue impreciso y apático. Con un equipo alternativo, el recambio se sintió mucho. Apenas las tajadas de Franco Armani en el primer tiempo y la presencia de Enzo Pérez fueron los aspectos rescatables. Dos jugadores titulares. Por su parte, Pinola no volvió bien de su lesión muscular en el isquiotibial derecho y se notó, no solo en el gol de Talleres. Para colmo, se fue expulsado tras discutir con el árbitro Néstor Pitana y se pierde el Superclásico.
El debutante Paulo Díaz tuvo altibajos y los laterales sufrieron mucho. Es que Carrascal y Ferreira no tuvieron el retroceso esperado y a Zuculini y Enzo Pérez se les complicaron los relevos. Además, River quedaba largo, con Pratto y Scocco aislados.
Así, el juego de River se nubló e invitó a una larga siesta. Muchas imprecisiones y escasa conexión. Pisó poco el área rival y apenas pateó un puñado de veces al arco. Quedó, obviamente, muy lejos del nivel contra Cerro Porteño y ni hablar del que goleó 6-1 a Racing en el Cilindro.
La cabeza está en la Copa y en Boca. Quedó claro. Pero, seguramente, le habrá molestado esta caída ante Talleres, por más que aún falte mucho camino por recorrer en el torneo local y que en lo inmediato hay otros objetivos más salientes. Es que, derrotas como la de ayer, son las que en el tramo final lo termina alejando de la Superliga, ese torneo que, por el momento, le es esquivo al Muñeco.