Clarín - Deportivo

Este trofeo es para vos, Anthoine

Charles Leclerc. Le dedicó su primer triunfo en la F1 a su amigo Hubert, muerto un día antes en Spa.

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Debería haber sido el día más feliz en su carrera, pero la tragedia y el dolor no le permitiero­n a Charles Leclerc disfrutar al máximo su primera victoria en la Fórmula 1. En una jornada muy triste para el automovili­smo mundial, el monegasco de 21 años se impuso en el Gran Premio de Bélgica en el mítico circuito de Spa-Francorcha­mps, por la 13ª fecha del campeonato, y le dedicó su triunfo al francés Anthoine Hubert, su amigo de la infancia, quien falleció el sábado tras sufrir un grave accidente durante la carrera de la F2 en ese mismo escenario.

“Desde que era chico, miraba a la Fórmula 1 y soñaba con correr en esta categoría, ser piloto de Ferrari y ganar un Gran Premio. Así que es un sueño cumplido. Pero llega en un fin de semana muy difícil, porque perdimos a un amigo. Quiero dedicarle mi primera victoria a Anthoine. Hemos crecido juntos y es una pena muy grande lo que pasó. No puedo disfrutar del todo esto como me gustaría”, comentó Leclerc, que cortó una sequía de quince fechas sin triunfos de Ferrari.

El monegasco tuvo a Hubert en su pensamient­o durante la jornada. Antes de la largada, compartió un abrazo con la madre de su amigo. Luego se unió al resto de los pilotos de las diferentes categorías que estaban presentes en el circuito belga para un emotivo homenaje. Todos acompañaro­n a la madre y al hermano del francés, que sujetaban el casco de Anthoine, e hicieron un minuto de silencio.

Más tarde, cuando cruzó la meta en primer lugar, las primeras palabras de Leclerc también fueron dedicadas a Hubert. “Esta es por

Anthoine. Se siente bien, pero es difícil disfrutar de un fin de semana así. Gracias a todos”, dijo por radio a su equipo en respuesta a las felicitaci­ones que le llegaron desde el box.

Antes de bajarse del auto, de pie sobre su asiento y aún con el casco puesto, elevó los

brazos al cielo. Y enseguida buscó una cámara de televisión y pidió que enfocaran el costado de su monoplaza, en el que se podía leer

“Corriendo por Anthoine”. Sobre el volante además estaba escrito el mensaje “RIP Tonio”.

El festejo con los ojos húmedos elevados al cielo se repitió en lo más alto del podio, con el trofeo en la mano y acompañado de Lewis Hamilton y Valtteri Bottas. Allí, no hubo risas ni baño de champagne para todos, como es costumbre. Los tres se limitaron a chocar las botellas y brindar en la memoria de Hubert.

“Haber perdido a Anthoine fue un golpe muy duro para mí y para todo el automovili­smo”, reflexionó el piloto de Ferrari. Y recordó emocionado todas las carreras que compartió con Hubert, en especial durante sus años como pilotos de karting.

“Todo lo que pasó aquí me remontó a 2005, a mi primer campeonato de Francia. Allí estábamos Anthoine, Esteban (Ocon), Pierre (Gasly) y yo. Éramos cuatro chicos que soñábamos con la Fórmula 1. Crecimos juntos”, recordó el monegasco, quien en su corta carrera ya sufrió varios golpes muy duros.

El primero fue en 2015 con la muerte de Jules Bianchi. El francés, quien falleció en julio de ese año en Niza, nueve meses después del accidente que sufrió durante el Gran Premio de Japón 2014, fue su mejor amigo y su mentor, una especie de “hermano mayor” que lo acompañó y aconsejó durante sus primeros años en el automovili­smo. “Nunca lo superé y quizás nunca lo haga”, comentó en su momento el monegasco.

En junio de 2017, apenas unos días antes de tener que competir en el Gran Premio de Bakú de Fórmula 2, Leclerc perdió a su padre Herve, también piloto, que murió tras una larga lucha con una enfermedad. Charles viajó igual a Azerbaiyán y se impuso en las dos carreras del fin de semana.

En Spa-Francorcha­mps tampoco dejó que ganara el dolor. “No lo puedo creer. Descansa en paz”, escribió el sábado en su cuenta de Instagram, acompañand­o una imagen en la que se lo ve muy joven junto a Hubert.

Menos de 24 horas más tarde, se subió a su monoplaza y se coronó en un Gran Premio de la Fórmula 1 por primera vez. Sólo cuando el triunfo estaba asegurado, dejó escapar la emoción y las lágrimas.

“Fue un día muy, muy triste y es muy difícil disfrutarl­o. Espero que en dos o tres semanas pueda darme cuenta de lo que conseguí. De todas formas, es un sueño hecho realidad. Va a quedar en mi memoria para siempre, por más de una razón”, aseguró Leclerc en un domingo de felicidad y tristeza.

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REUTERS Mirada al cielo. El monegasco Charles Leclerc, con el brazalete negro, dejó a Ferrari en lo alto del podio después de 15 carreras.
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Amigos. Los adolescent­es Leclerc y Hubert, en tiempos precoces en el automovili­smo.

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