Clarín - Deportivo

Renació el mejor Vélez para aplastar a Colón en su día de fiesta

Emoción en Liniers por el homenaje a los campeones de la Interconti­nental y el retiro de Cubero.

- Oscar Barnade obarnade@clarin.com

La fiesta fue completa en el José Amalfitani. Con el regreso de los campeones del 94, los goles, la victoria y la despedida de Fabián Cubero. Vélez derrotó 3-1 a Colón y se puso a tiro otra vez, a cuatro puntos de Boca y Argentinos, los líderes de la Superliga. Y Colón apenas fue un invitado que no se atrevió, en realidad no pudo, molestar al dueño de casa.

La síntesis de lo que pretende Gabriel Heinze de su equipo fueron esos 25 minutos iniciales perfectos. De lo mejor en la Superliga. Manejo exquisito en el medio con Giménez, Gago y Domínguez; potencia y velocidad con los extremos Almada y Janson; y pivoteo y gol con el centrodela­ntero, Leandro Fernández. Además, posesión (76 % en ese tramo), mucha intensidad, y, sobre todo, precisión en el toque en profundida­d.

En esa primera parte del encuentro, Vélez desplegó un conjunto de herramient­as para el disfrute. Pero el gol que cortó la sequía de 389 minutos y cuatro partidos sin marcar llegó por un remate impecable desde afuera del área de Thiago Almada, tras capturar un rebote luego de un tiro de esquina.

El segundo, el de Leandro Fernández, fue fruto de la propuesta futbolísti­ca. Vélez ataca siempre por las bandas pero intenta sorprender por el medio. Por eso Cufré encaró hacia adentro, Fernández le marcó el pase pero la pelota fue para Domínguez, quien después dejó solo al ex Independie­nte que definió con un derechazo que dejó sin respuesta a Burián. Para verlo de nuevo.

Vélez tuvo el tercero en los pies de Janson, pero el arquero se quedó con la pelota. Después recién de esa abrumadora superiorid­ad Colón logró afirmarse en el campo, porque además el local aflojó el ritmo. Entonces, Guillermo Ortiz metió un pase preciso para el Pulga Rodríguez, quien tras una pausa habilitó a Bernardi, quien entró como un avión entre Gianetti y Abram y descontó.

Con la misma actitud ofensiva, presión e intensidad que en el inicio, Vélez recuperó la tranquilid­ad enseguida. Farioli entregó mal hacia atrás una pelota, Gago tocó rápido para Giménez, el Tonga –mucho más productivo en ofensiva que de centralenc­aró y habilitó para Nico Domínguez que, entrando como como 9, se despidió del Amalfitani con un gol (en enero se va al Bologna, que compró el 65 % del pase).

Vélez estuvo cerca de la goleada cuando volvió a ampliar la diferencia a dos goles con ese tanto de Domínguez. Pero Burián lo evitó cuando le sacó un potente cabezazo a Fernández, o cuando el delantero falló tras un pase de Robertone. Por “mérito” propio, también Janson desperdici­ó otra chance. Colón ya no inquietó la valla de Hoyos y el juego pasó a un segundo plano. El trabajo estaba hecho para Vélez que volvía a la victoria (y al gol) después de tres empates y una derrota. Lo principal, es que volvió al juego.

A esta altura todos querían el ingreso de Fabián Cubero, la última función del jugador con más presencias en la historia del club. Para que la fiesta fuera completa.

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El primero. De la Fuente abraza a Almada. El chiquito la clavó de volea junto al palo derecho.

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