Leonel Pernía, el defensor que agarró el volante para ser campeón
Hijo del “Tano” Vicente, jugó en la Reserva de Boca y en Estados Unidos, pero se definió por el automovilismo.
“¡Y dale con Pernía! ¡Y dale con Pernía”. Aquella célebre frase del cómico Mario Sapag cuando personificaba al entonces entrenador del seleccionado nacional, César Luis Menotti, en alusión al Tano Vicente, defensor de Boca, bien podría ajustarse a la realidad con su hijo Leonel. Después de 5 subcampeonatos, finalmente el afamado apellido se escribe en la selecta lista de campeones del Súper TC2000, luego de haber logrado el segundo puesto en la carrera de Centenario, Neuquén.
Pernía se coronó por fin junto con el Renault Sport. Es el premio a una larga espera. Un camino arduo, lleno de sinsabores, pero con la recompensa a la perseverancia.
“Dejo la pelota por un volante. No hay dudas”. Así, tajante, Leonel Pernía mostraba su pasión por el automovilismo en 2007, cuando se presentaba en el Turismo Competición 2000 con un Honda del equipo de Oscar Fineschi. La misma que desbordaba su padre, aunque la compartía con los estadios. Por supuesto se lo vincula con Vicente, El Tano, aquel férreo defensor del Boca de Juan Carlos Lorenzo, que supo ser protagonista del Turismo Carretera, hasta alcanzar el subcampeonato en 1997.
“El fútbol me gusta, por supuesto. Pero en realidad lo practiqué por una cuestión económica, porque no podía preparar un auto de competición. No me quejo, porque llegué a jugar en la Reserva de Boca y luego me gané la vida en los Estados Unidos con el fútbol rápido. Pero amo la velocidad y la competición”, destacó Leonel.
Siempre en el automovilismo se dice que el primer gran rival es el compañero de equipo. Y en tal sentido, Pernía se sobrepuso a la gran figura de Facundo Ardusso, que disputó la temporada 2019 como bicampeón del Súper TC2000. Si bien la relación siempre fue respetuosa, lucharon por ganarse el lugar de privilegio.
El primer título de la era turbo del Súper TC2000 terminó en manos de Pernía tras diversas frustraciones.
En 2009, en el entonces Turismo Competición 2000, perdió ante su compañero en Honda, José María Pechito López. Al año siguiente, había llegado a la definición, en Potrero de los Funes, con 8,5 puntos de ventaja sobre Norberto Fontana (Ford). Pero el arrecifeño, con su fiel estilo aguerrido, saltó del 12° al 4° lugar. “Yo perdí el título”, repetía Pernía aquella vez.
En 2013, Matías Rossi se consagró en Mendoza pese a un abandono. Celebró la corona y Pernía nuevamente terminó en el segundo lugar. Más tarde perdió dos veces ante Néstor Bebu Girolami, del equipo oficial Peugeot, también en la provincia de San Luis: en 2014, en Potrero de los Funes; al año siguiente, en el autódromo Rosendo Hernández, donde la rivalidad incluyó un toque entre ambos.
“Llegué al automovilismo gracias a Víctor Rosso (máximo responsable de la estructura Honda en la categoría), que me cambió la vida y me dio la gran oportunidad, al igual que Fineschi. También me dio una gran mano Bruno Marioni -el ex delantero y cuñado del piloto-, que es fanático del automovilismo”, recuerda.
Hay una atracción muy particular de los futbolistas por el mundo de la velocidad. ¿A qué se debe? “La adrenalina de una cancha llena se compara con el vértigo de un auto de competición. Y el público es muy apasionado en ambos casos”, destaca Pernía, que recuerda su paso por los Estados Unidos como futbolista.
“Los equipos norteamericanos son muy profesionales. Muchísimo. Pero el ambiente es totalmente distendido. En mi caso, yo me fui en 2001, tras la debacle económica, junto con mi esposa Denise. Allá nació mi hijo Thiago (hoy piloto de karting). Jugué en Dallas, Chicago y Florida. Después volví y corrí en el TN y en el TC Pista hasta pasar al Turismo Carretera, y en el TC2000 y ahora Súper TC2000. Ya mi hija Brianna nació acá”, repasa.
Si bien estuvo en Boca en la época del Bambino Veira, en 1997, jugaba como lateral derecho cuando compartía entrenamientos con Riquelme, Battaglia, Samuel, Rosada, Abbondanzieri y Barros Schelotto. “El mejor de los Pernía es mi hermano, Mariano. Al menos en el fútbol, que jugó un Mundial para España. Pero a mi papá no lo vi jugar nunca. Cuando nos juntamos, es el más grande pero el que más reparte”, bromea. “Mi papá es un ejemplo a seguir. Por la conducta, la perseverancia y el culto por el trabajo”, agrega.
Ayer se llevó la corona porque entendió la estrategia a seguir. Aunque tenía la pole position, rápidamente cedió su puesto a Agustín Canapino, que marchó hacia una victoria cómoda. El segundo lugar le dio a Pernía la consagración esperada, mientras Rossi se ubicaba cuarto y se tenía que conformar con el subcampeonato.
Tras una campaña brillante, con un rendimiento sumamente parejo, Pernía no se quebró ante el avance de Rossi y del equipo Toyota, mantuvo la solidez y llegó la anhelada conquista. La prestigiosa medalla que otorga el título del Súper TC2000 en el automovilismo nacional. ■