La odisea de 8 ajedrecistas, obligados a jugar en Moscú
A pesar de la pandemia. Dos chinos que estuvieron en cuarentena, un holandés que viajó con barbijo y un estadounidense que casi no llega quieren ser el retador de Carlsen.
Dos chinos en cuarentena: uno en Moscú y otro en Japón. Un holandés volando con barbijo desde Amsterdam a la capital rusa. Un estadounidense llegando justo a tiempo porque le cancelaban cada vuelo que pretendía tomar en Europa. En tiempos de alerta sanitaria por el coronavirus, un escenario habitual. Lo grotesco, en todo caso, es que los cuatro son grandes maestros de ajedrez que desde mañana jugarán en Ekaterimburgo el Torneo de Candidatos, del que saldrá el retador de Magnus Carlsen .
Sí, en plena pandemia.
Mientras el calendario deportivo internacional sufre suspensiones, postergaciones y reprogramaciones de partidos y de campeonatos, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) hizo caso omiso a la situación y se encaprichó en llevar adelante uno de los torneos más importantes de la historia del “juego-ciencia”.
Será en un salón de un hotel cinco estrellas. No se permitirán especta
dores. Habrá alcohol en gel e higiene impecable. Todo eso está garantizado. Pero si bien no habrá apretón de
manos antes ni después de cada partida, los jugadores tocarán las mismas piezas cuando se “coman” las de
los rivales. Y estarán a menos de un metro de distancia, claro.
El que la tuvo clara desde el primer momento fue el azerí Teimour Radjabov, quien se había clasificado al ganar la Copa del Mundo. Cuando la FIDE anunció que se bajaba por “razones personales”, el ajedrecista fue al hueso el 6 de marzo, con un comunicado que fue premonitorio.
“Se está produciendo una creciente epidemia de coronavirus. Muchas competiciones importantes han sido cancelados o pospuestos. La FIDE implementó medidas profilácticas, pero no todas, y no detalló qué pasará si un participante, entrenador, acompañante, periodista o árbitro muestra signos de un resfriado, infección respiratoria viral o, Dios no lo quiera, se confirme que tengan el coronavirus. ¿Se los colocará a los participantes en cuarentena? ¿Por cuánto tiempo?”, se preguntaba Radjabov. El azerí explicó aquel 6 de marzo que le pidió a la Federación que pospusiera el torneo, pero que su propuesta había sido rechazada y que por eso lo reemplazaron por el fran
cés Maxime Vachier-Lagrave. “Les comuniqué que me bajaba, pero igualmente me hubieran cambiado por
otro”, escribió Radjabov. La respuesta de la FIDE, a través de Emil Sutovsky, su director general, fue: “Hemos dispuesto minimizar el contacto con la audiencia. Se recomienda no dar la mano al rival antes de la partida. No es un torneo masivo: sólo hay ocho ajedrecistas. Está autorizado por la FIDE y por los de
Los jugadores tocarán las mismas piezas y jugarán a menos de un metro de distancia.
partamentos de salud. Entendemos que la situación no es estándar. La decisión depende del jugador”.
Los problemas siguieron porque como el epicentro del coronavirus estaba en China, dos jugadores de ese país fueron puestos en cuarentena.
Ding Liren quedó aislado en Wenzhou, a 800 kilómetros de Wuhan, donde se originó el virus. Debió entrenarse por Internet con sus colaboradores, con quienes luego viajó a Moscú. Allí quedaron todos en cuarentena durante 14 días.
Con Wang Hao pasó lo mismo, porque se fue de Beijing a Tokio para aislarse. Llegó a Rusia sin su equipo de colaboradores, vitales para preparar cada una de las partidas contra rivales de elite. Corre con desventaja, claramente. “No tendré a mis segundos, porque serían puestos en cuarentena apenas pisen Rusia. Y no sería bueno para ellos porque ya estuvieron en cuarentena en China. Sería una tortura que pasaran por lo mismo. El mundo vive una gran crisis. La FIDE debería posponer el torneo”, pidió sin éxito en Times of India.
Con los rusos Alexander Grischuk, Ian Nepomniachtchi y Kirill Alekseenko no hubo problemas. Pero los dos jugadores restantes tuvieron movidas particulares.
El holandés Anish Giri posteó en su cuenta de Instagram su salida de Amsterdam con barbijo, con destino final a Ekaterimburgo. Mientras que el ítalo-estadounidense Fabiano Caruana la pasó un poco peor. El último retador de Carlsen en el
match por el título mundial de 2018 vivió las mil y una por las cancelacio
nes de vuelos en Europa. El jueves no pudo viajar desde República Checa, porque ese país decretó el estado de emergencia, y el viernes la FIDE anunció con triunfalismo: “Somos felices en confirmar que Fabiano Caruana llegó a Ekaterimburgo”.
A sabiendas de que están en la mira, los organizadores se preocuparon por aclarar las medidas sanitarias de prevención: cada jugador y oficial se
rá chequeado por una enfermera, incluyendo su temperatura corporal, antes de ingresar a la sala de juego, habrá alcohol en gel, se disponen barbijos en caso de emergencia y los apretones de manos serán optativos.
“Por supuesto que existe el riesgo de cancelación, pero será decisión de las autoridades federales. Creemos que, teniendo en cuenta los pocos participantes, las medidas serán suficientes”, le dijo a Sport 24 el presidente de la FIDE, Arkady Dvorkovich. Pero a Sutovsky se le escapó el argumento de por qué jugar: “Tenemos obligaciones legales y financieras”.
Ocho grandes maestros están obligados a jugar el Torneo de Candidatos. Carlsen espera a su retador, para defender el cetro que abraza. ¿Quién dice que el ajedrez es aburrido?