Gallardo tomó una receta táctica antigua para armar a un River moderno
Siempre amplio en el diseño y de acuerdo a las características de sus jugadores, parte de un 4-3-3 clásico que muta al 4-4-2 y vuelve al 2-3-5 de los orígenes para desplegarse en el ataque.
En “Un juego de caballeros”, la serie de Netflix que intenta mostrar los orígenes del fútbol moderno, se hace referencia a los orígenes de lo que tiempo más tarde se conocería como la táctica y los sistemas de juego. En la escena del entretiempo de un partido, el escocés Fergus Suter, considerado el primer futbolista profesional, les pide a sus compañeros que no atacaran en malón como lo hacían los ingleses porque no iban a poder físicamente con ellos. Les aconsejó que se movieran, que jueguen a los pases y que “este juego no es complicado, es sobre los espacios”. Suter había llegado a Inglaterra a fines de la década de 1870 con la lección de los profesores escoceses, padres de los movimientos tácticos. Y en Inglaterra, cuna del fútbol, se instaló a partir de 1890 un dibujo que quedaría marcado a nivel mundial: el 2-3-5, conocido como el sistema piramidal. En el regreso de la Copa Libertadores, Marcelo Gallardo, un revolucionario futbolístico de estos tiempos, que busca reinventar constantemente a su equipo, hace honor a aquellos inicios. Cuando ataca, su River queda parado con la famosa pirámide invertida.
Este análisis se desprende de lo que se observó en los partidos de River ante San Pablo y Binacional, fundamentalmente del que jugó contra el equipo peruano. River arranca con un 4-3-3, con una línea de cuatro en defensa, tres mediocampistas y tres atacantes. En el medio, Enzo Pérez es el volante central e Ignacio Fernández y De La Cruz los interiores (antiguamente los creadores) y en el ataque, dos extremos (los viejos wines), Julián Alvarez y Matías Suárez y el centrodelantero es Rafael Borré.
Para que se arme la pirámide, se dan dos movimientos clave: uno de ellos es el adelantamiento de los laterales (Gonzalo Montiel y Fabrizio Angileri, o Milton Casco cuando regrese), quienes le dan amplitud y profundidad al equipo. Y el otro es que los extremos se cierran para juntarse con Borré por el centro. Los tres mediocampistas juegan en campo contrario y respaldan desde atrás y los marcadores centrales (Lucas Martínez Quarta y Javier Pinola) se pa
ran en la mitad de la cancha.
Otra de las cosas que resulta interesante en River es que los movimientos de los jugadores son tan flexibles que el armado de la jugada puede comenzar en Martínez Quarta, en Enzo Pérez, en Nacho Fenández, en De La Cruz y hasta en Suárez, cuando el delantero retrocede para tomar contacto con el balón y deja su espacio para que sea ocupado por otro atacante, por un volante o por el lateral izquierdo. Y hay permutas permanentemente, sobre todo en el medio entre Fernández y De La Cruz, quienes pueden cambiar de banda varias veces en el partido.
River no está pensando solo en función de ataque, claro. Al perder la pelota ejerce una presión alta e intensa para intentar recuperarla. Y cuando no tiene el balón se repliega para quedar parado 4-4-2. Para ello, Alvarez retrocede a posición de volante derecho y Nacho Fernández se acerca a Enzo Pérez, mientras que De La Cruz queda por el sector izquierdo para ocupar así el ancho de la cancha.
El 4-3-3 con el que River arranca los partidos es un esquema que grandes equipos a nivel mundial lo usan Fue la derivación natuaral de un 4-2-4 patentado por Brasil. Por ejemplo, el Manchester City de Pep Guardiola y el Liverpool de Jürgen Klopp. Fue Guardiola quien en 2008 desempolvó aquel sistema que mamó de Johan Cruyff para revolucionar al fútbol con su Barcelona. El propio Cruyff lo había utilizado reformulando el 3-4-3 de las primeras versiones del Ajax de Michels-Kovacs y de la Selección de su país, cuando fue técnico de Pep y armó lo que se llamó el Dream Team de los 90 que ganó cuatro Ligas consecutivas y la primera Champions de los azulgrana.
Este 4-3-3 que River está usando, le permite, con las características que tienen sus jugadores, versátiles, dúctiles y veloces, darle flexibilidad a ese sistema, con una gran cantidad de movimientos para desorientar a los rivales. Justamente, mirar hacia atrás para ir hacia delante, es lo que Gallardo busca constantemente para reinventar a su equipo, que por momentos juega como si diera una clase de historia futbolística.