Clarín - Deportivo

Cvitanich: “No sé por qué a los futbolista­s nos ponen en una burbuja y en un pedestal”

El delantero de Racing expone con claridad y sin eufemismos su mirada sobre el exitismo, los prejuicios, los sueños frustrados para muchos y la vida en el hogar con sus hijas y su esposa periodista. Y sobre la Copa Libertador­es, claro.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Convivir con la presión social y la autoexigen­cia. Pasar horas con la familia, pero consumido por el exitismo. Y de repente, darte cuenta de que hay mucho más que una pelota en tu cabeza. Que la vida también es eso que sucede fuera de los márgenes del campo de juego. Darío Cvitanich, experiment­ado delantero de Racing, entendió la ecuación recién hace apenas unos años.

“Nosotros tenemos una profesión hermosa, pero vivimos arriba de una montaña rusa de emociones.

Domingo a domingo rendimos un examen y por ahí no pensamos que hacemos algo muy lindo, que jugamos un deporte -describe-. Pasás de hotel en hotel, de la concentrac­ión al partido y de un resultado depende el ánimo de miles de personas.

Entonces empezás a convivir con esas cosas, te metés en una burbuja y cuando te querés acordar, se te pasó todo y te perdiste un montón de momentos”.

A los 36 años, este bonaerense nacido en Baradero que recorrió el mundo a través del fútbol y es uno de los referentes de la Academia, habla con Clarín sin pruritos. Analiza la coyuntura deportiva, claro. También, todo lo que rodea a un ambiente cargado de prejuicios. Y dice: “Vivimos a mil cuando tendríamos que disfrutar más de lo que hacemos. A mí me costaba valorar los momentos lindos, que en el fútbol son muchos. No hay que ser tan extremista cuando las cosas no se dan”. -¿Te pegaba más una derrota?

-Si perdía, dejaba de lado cuestiones importante­s de la vida. No podía estar bien con mis amigos, en un asado con mis hermanos o con mi familia. Desde los 18 años empezás a convivir con eso. Y de repente llegás a una edad en la se te pasó todo. Tuve la suerte de conocer lugares divinos, pero los tengo en el recuerdo de haber estado y no tanto de haberlos aprovechad­o. Nosotros tenemos que ser profesiona­les . Lo que digo no va por la parte futbolísti­ca, sino por lo que dejamos de lado: disfrutar el lugar, el club y la gente. -¿Cuándo hiciste el click?

-Cuando vas madurando. Pero realmente me di cuenta pasados los 32 años. No hace mucho que me propuse: “Hasta acá llegué”. Entendí que se podían hacer las dos cosas. Saber que hacemos un deporte domingo a domingo, que muchas veces nos saldrá bien y muchas otras no, pero al terminar ese partido hay que llegar a casa. Tengo dos hijas que me esperan y no les importa si gané o perdí. Ellas quieren pasar tiempo conmigo. No les interesa en absoluto el fútbol: quieren ver a su papá y así debe ser. -Hace 20 años, cuando dejaste Baradero para probarte en Banfield, el mundo y el fútbol eran diferentes. ¿Cambió para mejor o para peor? -Las dos cosas. Depende cómo y desde qué enfoque lo miremos. Desde el profesiona­lismo, cambió muchísimo para mejor. Los chicos tienen muchas herramient­as para aprovechar y sacar el máximo de rendimient­o. Y no habló sólo desde lo futbolísti­co; también, desde lo personal. Nosotros no dejamos de ser personas que entramos a una cancha a hacer un deporte. Y se nos acercan nutricioni­stas, kinesiólog­os, psicólogos, coachs y un montón de gente que hace que tu cabeza trabaje distinto y te ayude a tomar mejores decisiones dentro de la cancha, a estirar tu carrera, a ser más profesiona­l. En definitiva, a cuidar tu herramient­a de laburo que sos vos mismo, no sólo tus pies. En ese sentido, hubo una evolución para mejor. Después, la sociedad cambió. Hoy tenés que saber entender a los chicos que no se criaron de la misma manera que vos en un vestuario. Hay otras necesidade­s, tenés que ser más docente, paciente, tratar de enseñarles e inculcarle­s el máximo respeto por la profesión. -En ese sentido, Iván Pillud dice que siempre habla con los más chicos. ¿Lisandro y vos también? -Sin dudas, todo el tiempo, porque este ambiente históricam­ente nos llevó a confundirn­os mucho. A los futbolista­s nos meten en una burbuja y nos ponen en un pedestal. No sé por qué. Acá se vive y se respira fútbol, pero nosotros hacemos un deporte. De ahí a que crean que sepamos de todo por patear una pelota, hay una distancia muy grande. Y en este deporte, sobre todo en Primera, vivís una realidad distinta a los chicos de tu edad. En cuanto a lo económico, al trato en los clubes, es difícil que mantengan el eje sobre la tierra. Ahí está la responsabi­lidad de la gente que los rodea y de los más grandes para que traten de equivocars­e lo menos posible. No quita que nosotros nos hayamos equivocado, pero hoy tienen la suerte de tener gente que les diga lo que a nosotros no nos dijeron de chicos. Por el respeto, por la sociedad en la que nosotros vivíamos, lo aprendimos más de golpe. Muchos te escuchan y tenemos una gran relación, más allá de que con algunos hay 20 años de diferencia. Soy de los que piensan que vos educás y hablás con el ejemplo y con los he

chos. Las palabras pueden entrar y salir, pero realmente si te ven, te abrís y demostrás, vienen solos a preguntar y eso está muy bueno. -¿Cuesta más a los 36 años? ¿Se cambia la forma de jugar?

-Creo que aprendés a economizar más. Tratás de volverte más inteligent­e en movimiento­s. Escuchaba a Manu Ginóbili cuando decía que él necesitaba muchísimo desde lo preventivo: preparar el físico para jugar 20 minutos. A mayor edad, necesitás más herramient­as para jugar menos tiempo. -¿Qué vas a hacer después del fútbol? ¿Vas a ser entrenador?

-No, para ser técnico hay que tener un don, prepararse, estar 24 horas con el fútbol. Me gustaría ayudar desde la formación, acompañar a los futbolista­s en sus carreras. Sobre todo, cuando empiezan y cuando dejan. Es una profesión bastante ingrata. Los que ustedes ven son los que tuvimos la suerte de llegar. Y los que no, son los que quedaron en el camino. Son sueños rotos.

Volví a tener el peso de hace 20 años, estuve 200 días encerrado y me siento bien. Estoy disponible cuando el técnico me necesite”. Soy un agradecido a Banfield. Llegué en 2001 y me fui en 2008. Volví en un momento duro. Y decidí irme de un día para el otro”. Me reuní con el técnico de Croacia en Holanda, cuando yo jugaba en Ajax. Tenía la ciudadanía por mi bisabuelo. No se dio”. Volví a hablar con Luis Suárez después de un tiempo. Si viene a Racing, yo me quedo cebando mates. Pero eso es imposible”.

 ?? ARCHIVO CLARIN ?? En celeste y blanco. A los 36 años Darío Cvitanich cuenta que vive de otra manera el fútbol, su entorno y sus consecuenc­ias.
ARCHIVO CLARIN En celeste y blanco. A los 36 años Darío Cvitanich cuenta que vive de otra manera el fútbol, su entorno y sus consecuenc­ias.

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