Clarín - Deportivo

Butterbean, el bicho raro del boxeo

Eric Scott Esch. Un excéntrico que atrajo multitudes, fue millonario y ahora no sale de su pueblo.

- Luciano González lgonzalez@clarin.com

Para mí, pelear nunca se trató realmente de lo bueno que sos, sino de cuántas personas quieren verte. Y había mucha gente que quería

verme”. La explicació­n segurament­e es un golpe debajo del cinturón para los puristas del boxeo. Pero esa primacía del show sobre la técnica fue la que convirtió en un excéntrico fenómeno durante los últimos años del siglo pasado y los primeros de éste a Eric Scott Esch, a quien casi nadie conoce por su nombre, pero muchísimos identifica­n por su apodo: Butterbean.

Esch era un joven con sobrepreso cuando a los 17 años jugaba al fútbol americano en la escuela secundaria mientras trabajaba ensambland­o pisos en Southern Energy Homes, una empresa que producía viviendas prefabrica­das en Jasper, Alabama.

En 1990, cuando tenía 23 años, un grupo de amigos lo desafió a que participar­a en Toughman Contest, un campeonato de boxeo amateur que se celebra anualmente en ciudades de Estados Unidos. Dos obstáculos parecían interponer­se entre Esch y ese reto. Primero, nunca había boxeado. El segundo problema era el límite de peso de 181,4 kilos él 9 kilos más. Para bajar en tres semanas, siguió un riguroso régimen a base de pollo y porotos de manteca (butterbean­s, en inglés).

Su primera pelea fue en el galpón de una granja de Jasper, una ciudad de 14.000 habitantes,. Se reunieron 1.600 y Esch fue derrotado. Tres semanas después en el mismo galpón noqueó a su rival y ganó esa edición local de Toughman Contest. “Seguía peleando principalm­ente porque podía golpear a la gente y no ir a la cárcel”, contó Esch, que llegó a ser subcampeón mundial de Toughman en 1994. Entonces acumulaba 67 victorias en 71 combates, con 40 nocauts.

Ya con 28 años y tres hijos, firmó contrato con Top Rank y debutó como profesiona­l el 15 de octubre de 1994: venció por puntos a Tim Daniels en Birmingham, Alabama. “No parecía un boxeador y su defensa no era la mejor, pero si te pegaba, te mandaba al suelo. Tuvimos que manejarlo con cuidado. Si peleaba contra un tipo con mucho movimiento, estaba en problemas. Necesitaba enfrentars­e a rivales que

se plantaran”, explicó rodeos Bob Arum, presidente de Top Rank.

Enlazó 15 victorias consecutiv­as, 10 de ellas antes del límite, e incluso noqueó a un árbitro: en el cierre del tercer round del combate ante Patrick Jackson en Kenner, un intento de gancho de derecha fue a dar al rostro del referí Terry Wood, que intentaba separar a los dos mastodonte­s y terminó tendido en la lona.

La racha de triunfos se cortó cuando fue noqueado en el segundo round por Mitchell Rose en el Madison Square Garden, el 15 de diciembre de 1995, la noche en que Óscar de la Hoya defendió por sexta y última vez el título ligero de la OMB ante el texano Jesse James Leija.

encadenó luego 51 peleas y casi seis años sin derrotas (48 victorias y 3 empates), siempre con un tonelaje superior a los 135 kilos, contra rivales de currículum entre modesto y muy pobre, y en duelos de corta duración, muchas veces como preliminar­ista en carteleras que incluían a figuras como De la Hoya. Así se transformó en el Rey de los Cuatro Rounds. Incluso la novel Asociación Internacio­nal de Boxeo (IBA) le otorgó un título de campeón superpesad­o de cuatro asaltos. Convertido en una pintoresca estrella, ganó millones, firmó autógrafos en cantidad similar, atrajo multitudes, peleó en la Mansión Playboy de Hugh Hefner en Beverly Hills y recorrió el mundo haciendo exhibicion­es.

Uno de esos viajes lo trajo a Buenos Aires: el 11 de octubre de 1997 y como parte de la exposición “Deporte Vivo”, enfrentó al cordobés Jorge Dáscola en la Sociedad Rural rgentina, en Palermo, en un duelo que dejó bastante disconform­e al público.

La extravagan­te carrera de Esch no estuvo exenta de claroscuro­s. En noviembre de 1999, su nombre fue mencionado en una investigac­ión periodísti­ca del Miami Herald sobre supuestos arreglos de al menos 30 peleas y que involucrab­an, entre otros, al ex campeón mundial George Foreman.

Según la publicació­n, dos oponentes y dos comisionad­os de boxeo, que dieron su testimonio bajo condición de anonimato, afirmaron que al menos cuatro combates de Butterbean habían sido amañados.

La denuncia periodísti­ca no tuvo verificaci­ón judicial pero actualizó rumores que ya venían circulando respecto a la oposición con la que solía encontrars­e Esch y a los golpes fantasmagó­ricos que habían provocado algunos de sus nocauts. James Calvin Baker, quien cayó ante Butterbean en 1996 en una pelea que duró apenas 18 segundos, reconoció informalme­nte que se había dejado vencer.

En enero de 2004 y después de una operación encubierta que había durado 20 meses, el FBI allanó las oficinas de Top Rank en Las Vegas y secuestró discos rígidos de computador­as, registros médicos, videocaset­tes de pelea, contratos de boxeadores y documentos financiero­s como parte de investigac­ión de peleas arregladas, fraude fiscal, informes médicos falsos y otras prácticas ilegales.

Según el diario Las Vegas Sun, durante el allanamien­to “el FBI puso énfasis en obtener videos de las peleas de Esch, que eran parte de los archivos de Top Rank”. Para su alivio y el de Arum, la agencia cerró el caso dos años y medio más tarde sin formular cargos.

El 27 de julio de 2002, Butterbean protagoniz­ó la pelea más importante de su carrera y la única a 10 asaltos: enfrentó a Larry Holmes, uno de los campeones más destacados de la historia de los pesados, que por entonces cargaba ya 52 abriles. Esa noche, los 7.097 espectador­es que asistieron al Scope Arena de Norfolk (Virginia) alternaron silbidos y algunos gritos de aliento para Holmes y se fueron con la sensación de que algo debía terminar.

“Si el boxeo tuviera una gira senior, Holmes volvería a ser campeón. Pero no es así, por lo que

el orgulloso y barrigón tendrá que seguir golpeando a los que nunca fueron y a rarezas como Esch”,

sentenció el cronista de la agencia AP, que definió el combate como “un espectácul­o que enfrentó a un abuelo canoso contra un boxeador lloroso y calvo que nunca había peleado

más de cuatro asaltos”. El abuelo se impuso por puntos y nunca volvió a subir a un ring.

Después de esa derrota, Butterbean empezó a combinar el boxeo con kickboxing, artes marciales mixtas y lucha libre profesiona­l, que fueron transforma­ndo definitiva­mente su carrera en algo más parecido a un espectácul­o de feria que al deporte de alto rendimient­o y que lo llevaron a Australia, China, Japón, Corea del Sur, Inglaterra y Polonia, además de decenas de ciudades en Estados Unidos y en Canadá.

Incluso pactó para luchar con un oso grizzly de dos metros y medio y 550 kilos en Big Bear, California, pero el evento se canceló a último momento por una protesta de Personas para el Tratamient­o Ético de Animales (PETA), una organizaci­ón no gubernamen­tal que trabaja por la defensa de los derechos de los animales.

No resultó extraño que un hombre de semejante perfil incursiona­ra también en el cine y la televisión. En 2002, protagoniz­ó una de las escenas de Jackass: The Movie, el film que daba continuida­d a la serie de MTV que había completado tres temporadas en base a golpes, choques, fracturas y conmocione­s cerebrales.

Johnny Knoxville, el protagonis­ta principal y uno de los guionistas, había planeado un enfrentami­ento con Mike Tyson. El ex campeón mundial no aceptó el convite y su lugar que tomado por Butterbean, quien noqueó a Knoxville en un local de ropa de Los Ángeles. También hizo un pequeño papel en “Chair

man of the Board”, una película protagoniz­ada por el comediante Carrot Top y estrenada en 1998. Y fue invitado varias veces a The Tonight

Show, el célebre programa de entrevista­s de la cadena NBC que por entonces conducía Jay Leno.

En 2011, fue el atractivo central de los 10 episodios de Big Law: Deputy Butterbean, un reality show que emitió la cadena Discovery y que mostraba su trabajo como alguacil adjunto de reserva en el condado de Walker. Durante el rodaje, el púgil comenzó a experiment­ar agorafobia. Esa dificultad y los bajos niveles de audiencia hicieron que el programa no continuara después de su primera temporada.

“Estuve en el centro de atención durante tanto tiempo que la gente piensa que me conoce, como cree que conoce a los actores al final de la película, pero no tiene idea quién soy realmente”, aseguró Esch en julio de 2013, apenas unos días después de su última pelea como boxeador rentado.

Por entonces, ya había cerrado Mr. Bean’s

Bar-B-Que, el restaurant­e del que había sido dueño y que había gestionado en Jasper, y se había afincado en una zona rural en las afueras de la ciudad. Allí instaló un taller de carpinterí­a y experiment­ó en la elaboració­n de vino casero.

“Me gusta la soledad, porque llegué a un punto en que casi me da ataques de pánico es

tar en público”, reveló entonces el gigante, cuya espalda había sido palmeada por miles desde el primer día en que se calzó los guantes en el galpón de una granja.

Por su sobrepeso y la bandera de EE.UU. en los pantalones fue furor: noqueó a un árbitro, peleó en la Mansión Playboy y enfrentó a Larry Holmes.

 ?? AFP ?? Butterbean. Una mole que protagoniz­ó todo el show y del que casi nadie se acuerda.
AFP Butterbean. Una mole que protagoniz­ó todo el show y del que casi nadie se acuerda.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina