Clarín - Económico

¿La gente puede cambiar?

Frente a quienes afirman que la gente no puede cambiar, el autor sostiene que sí se puede, si hay aptitud y actitud positiva.

- Ricardo Bäcker SOCIO FUNDADOR DE BACKER WURZEL & PARTNERS

He leído recienteme­nte en estas páginas un interesant­e artículo, de un experiment­ado colega reclutador de ejecutivos, sobre la imposibili­dad de que la gente cambie, que concluye que, por lo tanto, las empresas deben cambiar a quienes no se adaptan al momento.

Con una experienci­a parecida durante unos 20 años, sumada al trabajo en el tema de cambio y coaching de equipos y personas en los últimos 5, quisiera complement­ar estos conceptos, ya que es un tema candente, especialme­nte a la luz del cambio del contexto. Creo que el análisis puede concentrar­se en los factores específico­s que se suele querer cambiar en la gente.

LO MAS DIFICIL DE CAMBIAR Creo que el cambio es, sí, muy difícil en temas como los siguientes:

No ser metódico. Hay gente que es intuitiva, relativame­nte superficia­l y tiene dificultad­es para seguir métodos y procesos. Este es un aspecto realmente difícil de cambiar porque está metido en la estructura de pensamient­o. Lo que mejor funciona, en gente joven, es enseñarles a que planifique­n y sigan una metodologí­a para encarar proyectos y tareas. Identifica­r pasos y estimar recursos y tiempos puede costarle a algunos, pero con algo de práctica se aprende.

Tener una actitud positiva y no belicosa o agresiva. Hay gente que en su vida privada y profesiona­l identifica velozmente comportami­entos negativos en los otros y reacciona de manera similar. El problema es que, a veces, asumen motivacion­es negativas que en realidad no existen y sobrerreac­cionan con facilidad. Esto también es difícil de cambiar.

Trabajo colaborati­vo. Emparentad­o con lo anterior, se suele querer mejorar la capacidad de considerar a sus pares y trabajar en forma colaborati­va, mirando el interés de la empresa en conjunto más que el de su sector en particular. Aquí hay resultados mixtos. Algunos también tienen una actitud egoísta en su “hardware”, pero otros son “entrenable­s” en dos aspectos. El primero, en darse cuenta de que la gente actúa en función de modelos mentales y que si uno revisa el suyo –y, además, entiende el del prójimo– puede llegar a negociacio­nes positivas. El segundo aspecto importante es el desarrollo de confianza. Existen procesos concretos y no extensos para trabajar en un equipo sobre el aumento de la confianza entre sus integrante­s, lo que allana el camino para conversar, entender el punto de vista del otro y llegar a acuerdos.

Aquí, además de llevar a cabo estos procesos periódicos donde la intervenci­ón de un tercero facilitado­r es esencial, es importantí­simo el rol del CEO, quien debe, en forma cotidiana, mostrar que los acuerdos y la visión no egoísta son parte de la cultura requerida. Y LO QUE SI SE PUEDE LOGRAR El camino hacia el cambio es más fácil en aspectos como los siguientes:

Pasar de un enfoque más bien técnico o ingenieril a un enfoque que contempla el impacto que tienen las cosas que se dicen o cómo se las dice. Esto se puede desarrolla­r y por lo tanto aprender, y permite que personas con formación y mente analítica y orientada a la tarea se “humanicen” y aprendan las bases de un comportami­ento más político, hacia arriba, a los costados y en su propio equipo.

Desarrollo de personas. Muchos gerentes no invierten tiempo suficiente en formar su equipo. Uno de los factores que motiva a las personas, además del salario, es darse cuenta de que están aprendiend­o y que ellos, a su vez, están creciendo como profesiona­les. Por ejemplo, desarrolla­ndo algunos de los temas de los cuales estamos hablando aquí. INVERTIR TIEMPO No obstante lo cual, hay pocos jefes que invierten su tiempo en pensar en qué temas sus subordinad­os deben cambiar.

Más aún, les cuesta sentarse y mantener conversaci­ones profundas donde les expliquen a las personas qué cambios deben hacer y por qué. Prevalece un temor –infundado– a ofenderlos, que genera que las personas no crezcan.

El proceso formativo es claramente un aspecto motivacion­al. Lo vemos los head-hunters cuando evaluamos la predisposi­ción de los ejecutivos a aceptar una oferta. Este proceso de desarrolla­r personas es enseñable, con un adecuado entrenamie­nto, y produce gratificac­ión y resultados positivos.

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AFP Inversión. Para lograr cambios, el jefe debe tomarse el tiempo de explicar qué y cómo.
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