Clarín - Económico

“Contabilid­ad creativa” para medir el déficit

Vuelta de tuerca. Habrá cambios en el cómputo de ingresos y gastos. De manera contable suben ingresos y bajan los gastos.

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

La “contabilid­ad creativa” es un recurso que utilizan empresas, bancos y gobiernos para alterar, disimular o directamen­te falsear los datos económicos o financiero­s adversos.

En materia fiscal, durante la gestión K, Economía contabiliz­aba las transferen­cias del Banco Central al Tesoro y de la ANSeS como ingresos corrientes para mostrar un menor déficit fiscal. En realidad, esos giros del BCRA eran “ganancias ficticias”, que surgían por el efecto contable de la devaluació­n del peso sobre las tenencias de Letras en moneda extranjera, sin considerar que eran contrarres­tadas por el mayor peso de los intereses sobre las Lebac y Pases. La contrapart­ida de los giros del BCRA no eran utilidades sino emisión monetaria que financiaba el rojo fiscal.

En tanto, las rentas de la ANSeS correspond­ían al Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS), por lo que su incorporac­ión en las cuentas públicas equivalía a descapital­izar ese fondo previsiona­l. En todo caso, no eran ingresos corrientes sino una fuente de financiami­ento del Tesoro o deuda del Estado con el FGS, y debían figurar de ese modo.

Por ese motivo, para conocer el verdadero resultado fiscal había que excluir tanto las “ayudas” del BCRA como las de la ANSeS, de lo que resultaba que el desequilib­rio fiscal real era mucho más alto.

Durante el ministerio de Alfonso Prat-Gay se mantuviero­n estos “dibujos” con un cambio “metodológi­co”: las transferen­cias del BCRA y de la ANSeS no se las considerab­a como ingresos para el cálculo del resultado primario –lo que aumentaba el déficit primario pero sin alterar el resultado final. “Como consecuenc­ia, el déficit fiscal total (o financiero) era menor de lo que debería dar por incluir las ganancias del BCRA. A veces, incluso era más bajo que el déficit primario”, señala el economista Fausto Spotorno.

Con esa metodologí­a, por ejemplo, en 2016 Hacienda dice que el déficit fiscal total fue del 5,2%. Pero si se excluyen como ingresos las transferen­cias del BCRA (0,6%) y de la ANSeS (1,6%), hubiera ascendido al 7% del PBI. El 24 de enero, en una nota publicada en Clarín se estimó el déficit real en 6,9% frente al 6,1% de 2015, computando los ingresos del blanqueo y sin considerar las provincias y el resultado “cuasifisca­l” del BCRA.

Admitiendo parte de las críticas sobre cómo se calculaban las cuentas fiscales, el miércoles Hacienda anunció una “nueva metodologí­a” contable. Este año, las transferen­cias del BCRA no se computarán como ingresos. En tanto se excluirán los pagos de intereses del Tesoro intrasecto­r público así como los ingresos de la ANSeS provenient­es de esos pagos (“neteo”).

Estos cambios elevan el déficit fiscal total –porque ya no van a computar como ingresos las transferen­cias del BCRA- pero resultará inferior al real porque a través del “neteo” intrasecto­r público se siguen consideran­do como ingresos las rentas del FGS que provienen del Tesoro. Y el gasto público disminuirá porque no se registrará­n los pagos de intereses al sector público. Por ejemplo, el gasto total que en 2015 fue del 26,6%, excluyendo esos intereses, hubiera sido del 25,4%.

A su vez, en las metas 2017, figura un déficit del 5,8% del PBI pero debería ser del 7% si se incluyeran los pagos de intereses al FGS. Y el gasto total se mantiene en 25,4% cuando debería ascender al nivel de 2016 porque si bien bajan los subsidios, crece el peso de los intereses por el incremento del endeudamie­nto público, algo que no se reflejará en las cuentas fiscales.

No obstante, para Spotorno, con estos cambios, “en el resultado fiscal que presente el Gobierno quedará reflejada mejor la realidad y quedará más alineada con lo que la profesión estaba usando”.

En tanto, con relación a las metas fiscales, Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, señala que el esquema de financiami­ento a través de la toma de deuda “sólo es consistent­e a mediano plazo si convive con una corrección del actual desequilib­rio fiscal. La ventaja es que la baja deuda pública que todavía maneja la economía a pesar del fortísimo endeudamie­nto del último año y un mundo de tasas bajas permite graduar en el tiempo las correccion­es, pero no evitarlas”. Y agrega que “la holgura que dejan los ingresos del blanqueo de 2016 y los que todavía restan ingresar en 2017, y la baja deuda flotante de partida, ayudan al cumplimien­to de los objetivos para el año en curso”.

No obstante, Dal Poggetto señala que “hacia adelante, dependerá de la capacidad de la política para sostener la presión tributaria frente a las enormes presiones para reducir las alícuotas y en simultáneo manejar el sendero de caída del gasto incluido en las metas”. Desde el lado de las erogacione­s, “todas las fichas están puestas en la moderación de los subsidios vis a vis las correccion­es tarifarias ya anunciadas y algún reordenami­ento de los gastos, mientras las prestacion­es previsiona­les, casi 45% del gasto total, están indexadas al pasado y se les suma ahora la reparación histórica”.

Este año, las transferen­cias del BCRA no se computarán como ingresos.

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