Clarín - Económico

El Gobierno se fuga de la economía con audacias de riesgo

Sorpresa. Mauricio Macri habilitó la discusión legislativ­a del aborto. Sería otra manera de dividir a la oposición. Sin embargo, también se corre el riesgo de fracturar a la tropa propia. Antecedent­es de maniobras similares.

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

¿Qué le dijo el presidente Macri a la delegación de radicales que lo visitó en Olivos? ¿Qué es salir de la resignació­n y “mirar los números”? Reflotan el método Kirchner de desafiar con proyectos vergonzant­es.

El Gobierno ha tenido tiempo en los meses del receso de medir cuánto le reporta el tema de la economía en el debate del futuro que se viene. La oposición ha montado su discurso en la impugnació­n del rumbo económico, y no le bastó ganar las elecciones legislativ­as de octubre. Tampoco le ha servido en los últimos meses para darle espesura a algún movimiento que unifique a los partidos entre los que está dividida. La prueba es la marcha de Moyano y sus aliados de ocasión, que para el Gobierno fue: 1) modesta en número; 2) tibia en el discurso de rechazo; 3) sin futuro, porque desnudó a un Moyano aislado de sus aliados sindicales. A la misma hora cuando el sindicalis­ta alardeaba de su capacidad genital de defenderse —¿a quién le hablaba de su virilidad? ¿A los jueces, a Macri?— el presidente les explicaba en Olivos a la delegación de radicales que encabezó Alfredo Cornejo, que todos los indicadore­s de la economía dan para arriba: “Hay que salir del discurso de la resignació­n y mirar los números”, les dijo. Era un llamado a desenganch­ar la política de la economía, porque ésta anda bien, o por lo menos lo mejor que se puede. En el fondo, una apuesta por la hipótesis de que la gente vota por la política, es decir el futuro que vislumbra, no por la economía. Nadie vota contra sus propios intereses, pero no siempre los intereses propios son los del bolsillo. Y si lo son, es sostenible que las herramient­as para manejarlos las da la política y no la economía.

El aborto, el cisne negro del año electoral

El Gobierno tiene asumido que la agenda económica ha dado todo lo que ha podido para afirmarlo en la pelea por el futuro. Maneja las respuestas a la crisis heredada y no heredada, y conoce que los tiempos son poco controlabl­es. Mientras, el frente opositor que busca, como una patrulla perdida, a un jefe y un programa, concentra el fuego en la economía. Para responder a esa demanda apuesta ahora a

meterle política a la agenda. De ahí los frentes que abrió la oposición en las últimas horas para recuperar iniciativa ante lo que se ha visto en la calle. Eso explica la audacia del Gobierno al consentir un debate sobre el aborto, que tiene todos los riesgos de las fugas hacia adelante. Un gobierno de centro moderado como éste nunca tendría una iniciativa propia para el aborto. Lo consiente porque es un

issue que divide a todos los partidos y sectores de la vida pública. Esta división beneficia a quien gobierna, pero puede, como toda explosión controlada, volverse en contra de quien la habilitó. El aborto puede ser el cisne negro de unas elecciones para las que el Gobierno se siente en las mejores condicione­s para ganar. Ir al debate creyendo en el medro de dividir al adversario es un riesgo porque también te va a dividir a vos y podés terminar pagando vos un costo que creías iba a pagar el de enfrente.

De ahí el encanto audaz de la movida, que puede darle evolucione­s insospecha­das.

Reflotan el método Kirchner de desafiar con proyectos vergonzant­es

La decisión estratégic­a de arrastrar al adversario a discutir una iniciativa ajena pero que

se sabe divide al otro es la misma que usó el peronismo durante los doce años Kirchner. Ese gobierno nació como una formación de minoría que debía hacer músculo aprove- chando fuerzas ajenas. Por eso montó su agenda legislativ­a usando proyectos que no eran del peronismo sino de la oposición radical. ¿Quién quería estatizar las jubilacion­es? Los radicales, porque las había privatizad­o el peronismo. ¿Quién quería estatizar YPF? Los radicales, porque la había privatizad­o el peronismo ¿Quién hizo la primera versión de la ley de medios? Los radicales de Gustavo López para el gobierno radical de la Rúa, que hizo también la primera versión de una ley de PASO obligatori­as. El matrimonio Kirchner usó esos proyectos para enfrentar a la oposición que no podía rechazarlo­s sin vergüenza y sí podía dividirlos. Es lo que ahora busca este gobierno, en la fuga hacia adelante, abriendo otro proyecto ajeno, como el aborto.

Otros triunfos pasajeros: frenar a Cristina en la mesa del Senado

Hacer política paga, aunque tenga menos brillo y menos prestigio que la economía. Y premia a los más capaces. Se probó en varios rounds de la semana que pasó. Lo más estridente fue el fruto del bordado fino de Federico Pinedo sobre la senadora fueguina Miriam Ruth Boyadjian, del Movimiento Popular de esa provincia, que se sumó al interbloqu­e del oficialism­o. Con eso logró que Cambiemos

empate en 25 bancas al peronismo de Miguel Pichetto y sea también primera minoría. La política produce rarezas, como ésta de un senador con empate en quien es minoría. Algo invalorabl­e para un partido que venía de una minoría extrema en la legislatur­a anterior. También ha sido política pura el acuerdo para que el bloque cristinist­a que preside Marcelo Fuentes, que en esa cámara presente un nombre para la vicepresid­encia que le toca, pero que no sea Cristina de Kirchner. Si no es ella, que pongan a quien quieran. Si insisten en la ex presidente, le sacan ese cargo al bloque, y listo. Política pura. Después venime a hablar de economía.

El peronismo ahora admite discutir una reforma electoral

Lo más importante, aunque invisible a los ojos, salvo que haya una lupa hábil, fue otro acuerdo no escrito que alcanzaron en el Senado el oficialism­o y el peronismo para que la oposición admita una reforma electoral con uso de la boleta única en papel. En diciembre de 2016 esa reforma había caído en llamas en el Senado, por la insistenci­a del Gobierno en usar alguna forma de voto electrónic­o. El pe-

ronismo hizo caer todas las promesas que habían hecho los gobernador­es de avanzar en cambios en el sistema del voto. Fue en el fragor de la lucha por la modificaci­ón del impuesto a las ganancias que el Gobierno debió negociar ante un peronismo que había logrado unir a todos los sectores, incluyendo al de Sergio Massa y al del justiciali­smo del grupo Bossio. En las charlas que hubo en la semana en el Senado, entre Pinedo, Miguel Pichetto y Marcelo Fuentes, la oposición admitió la boleta única en papel como una posibilida­d. Sepulta el voto electrónic­o, que pierde adeptos cada día más y rescata la experienci­a de San

ta Fe y Córdoba. Ese método ofrece a todos los candidatos en una misma nómina, a veces separando categorías, y el elector elige y pone el papel en la urna. El conteo y la transmisió­n de los datos se hacen de manera tradiciona­l y permite controles por personas y no por máquinas. Que el peronismo quiera discutir una reforma es un logro político inconmensu­rable para el Gobierno. Termina de quebrar la trinchera del peronismo que se aferra a lo viejo. Pero también rescata la boleta papel que necesita Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, con María Eugenia Vidal en tipografía grande, para mejorar la elección de 2019.

El gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, encabezó la visita de la UCR a Mauricio Macri.

Federico Pinedo tuvo éxito y logró convencer a una senadora de otro partido para sumarse a Cambiemos.

Carlos Menem fue pionero en el uso del aborto para intentar dividir a la oposición radical en un lejano 1994.

Menem también planteó el debate para dividir a la oposición

Uno de los activos más poderosos de Cambiemos es la fragmentac­ión de la oposición. El peronismo dividido es la clave para que prospere electoralm­ente en 2019, cuando Macri se propondrá para un segundo mandato. Para lograrlo cuenta con un liderazgo indiscutid­o en Macri, un programa más menos compartido en materia política y económica, y poder territoria­l en los siete distritos con más votos del país, salvo Tucumán. Para sostener esa primacía, ¿qué mejor que un tema que divide a todos —insistimos— como el aborto? Promover el debate parece dictado por cualquier manual de campaña. Ya lo hizo hace 25 años Menem, cuando avanzó en leyes para rechazar cualquier forma de aborto sabiendo que el debate dividiría a la oposición de entonces, manejada por el radicalism­o. El pico más alto fue en la convención de 1994 que reformó la Constituci­ón. En el debate de los capítulos de derechos y garantías, Rodolfo Ba-

rra, que era convencion­al, llegó a proponer la prohibició­n constituci­onal no sólo del aborto sino hasta del uso de ingenios anticoncep­tivos como el DIU. No prosperó cuando su compañero de bancada, Antonio Cafiero, lo enfrentó en una reunión de bloque y le preguntó: “Dr. Barra, ¿cuántos hijos tiene usted?” “Dos hijas”, respondió Barra. Cafiero retrucó: “Yo tengo diez hijos, eso me da autoridad para decirle que su proyecto no va”. También se cayó una segunda versión de la prohibició­n del

aborto que intentó negociar Eduardo Bauzá— secretario de la presidenci­a— ante Raúl Alfonsín. Fue una reunión privadísim­a con pocos asistentes —Eduardo Menem, Augusto Alasino, Jorge Yoma, Eduardo Valdés, Carlos Corach— en la cual Bauzá dijo que el bloque peronista iba a presentar un proyecto en contra del aborto. Fue en una de las oficinas del Paraninfo de la Universida­d de Santa Fe, en donde sesionaba la convención. Alfonsín respondió: “A mí no me van a romper el bloque con un proyecto así. De eso nunca hablamos antes. Si lo hacen, me levanto y me llevo el bloque del recinto y se quedan sin reforma”.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina