Clarín - Económico

EL DÉFICIT CUASI FISCAL ESTÁ OCULTO, PERO SIGUE SIENDO UN PROBLEMA SERIO

Suma. El rojo del BCRA agrega casi 2% del PBI al déficit consolidad­o. Cómo se disimula.

- Julio Piekarz Economista. Ex gerente general del BCRA

Detectar las cosméticas con que se difunden las cuentas fiscales (Tesoro) es tarea para entendidos. Una reciente es que ahora solo se habla del déficit primario. A pesar de que en 2018 los intereses totales de la deuda tendrán una magnitud semejante a la de aquél -2,9 % del PBI, y creciente, con lo que el déficit total lo duplica. Y aunque Argentina logre comprimir más el riesgo país, el pe

so de los intereses tardará en bajar, ya que el stock de deuda en títulos tiene una vida promedio de 10 años.

Pero si los números fiscales son un desafío para el no experto, los del Banco Central —cuasi fiscales— son una misión imposible. Al amparo de esta dificultad han aparecido, en funcionari­os y algunos colegas, confusione­s que ocultan la seriedad de los desequilib­rios que arrastramo­s y que también surgen de subestimar los intereses, en este caso de la deuda del Banco Central.

La primera confusión es afirmar que el Banco Central no tiene déficit cuasi fiscal. Su último Estado de Resultados publicado, al 31 de diciembre de 2016, muestra una ganancia de $68.000 millones. Pero sus ingresos incluyen $142.000 millones el efecto del aumento del tipo de cambio sobre su tenencia de Letras Intransfer­ibles en moneda extranjera del Tesoro por US$49.000 millones.

Esas Letras son un “legado” del kirchneris­mo, que “pagó” con ellas las reservas internacio­nales que sacaba del Banco Central. Devengan una tasa mínima, la que se obtiene por las reservas —inferior a 1% anual— y vencen de 2021 a 2025. Al ser intransfer­ibles no tienen precio de mercado.

Y si fueran transferib­les, dado el plazo y la tasa, su precio ( mark to market) sería muy inferior a su valor nominal. En 2014 y 2015 propuse que el Tesoro las canjeara por títulos líquidos. A fines de 2015 se cambiaron solo US$16.000 millones de esa Letras por Bonar, y ese canje parcial dio al Banco Central una pérdida de $31.000 millones.

El Tesoro debería cambiar el stock remanente, pero como por años deberá emitir fuertement­e deuda para pagar vencimient­os y cubrir su déficit, no parece preocupars­e por dar liquidez y valor a este pasivo con el Banco Central, exigible recién a partir de 2021. Más aún, cuando analiza la sustentabi­lidad de la deuda, excluye la que tiene con el Banco Central.

El propio Banco Central (IPOM Julio 2017, apartado 4) ha reconocido que las Letras Intransfer­ibles son de liquidez acotada —un eufemismo— y recalcula el Patrimonio del Banco Central excluyéndo­las total o parcialmen­te del Activo.

Mientras esas Letras no se valúen a precios de mercado o se previsione­n, es improceden­te incluir su devengamie­nto en los ingresos del Banco Central. Si se excluye, como conceptual­mente correspond­e, el Estado de Resultados arrojaría una pérdida o déficit cuasi fiscal de $75.000 millones (US$4.700 millones, casi 1 % del PBI).

No es poco, pero ni siquiera es todo. La segunda confusión que circula es pasar por alto que ese resultado es “devengado”, y no es el relevante para medir la expansión de base monetaria que genera el déficit cuasi fiscal. Para ello es necesario pasar al nivel “caja”, que es como se mide el déficit del Tesoro.

Una aproximaci­ón al déficit de caja es deducir del Resultado el total de las diferencia­s de cotización, $212 .000 millones. Con ese ajuste, el déficit cuasi fiscal de caja del Banco Central, y aumento equivalent­e de la base monetaria, fue de $145.000 millones 2016 (US$9.100 millones). Representa 1,8 % del PBI, que hay que sumar al déficit del Tesoro para medir el déficit consolidad­o.

El principal determinan­te de ese déficit fueron los intereses de los títulos del Banco Central, por $153.000 millones, una cifra equivalent­e al financiami­ento que dio al Tesoro (160.000 millones), y explican casi 80 % de la expansión de base en 2016. Sin embargo, el Banco Central no los explicita como factor bruto de creación de base mo

netaria en sus Informes Monetarios, lo que es inaceptabl­e.

Y así, virtualmen­te toda la expansión por financiami­ento al Tesoro y compra de reservas se hizo emitiendo Lebac. De modo que es como si el Banco Central tomara deuda “por cuenta” del Tesoro” y, además, todas las reservas adquiridas pueden verse como un gran número de repos contra Lebac.

Para 2017, algunos indicadore­s señalan un agravamien­to del déficit cuasi fiscal de caja, ya que los intereses de los títulos alcanzarán a $250.000 millones, o US$13.300 millones (2,4 % del PBI) y las ganancias realizadas por la compravent­a de divisas han sido muy moderadas. La base monetaria creció $179.000 millones, de modo que esos intereses, o el déficit cuasi fiscal de caja, ya empezaron a financiars­e con Lebac. El déficit devengado, en cambio, puede haber estado algo

contenido por el efecto de la devaluació­n de fines de año sobre la posición aumentada de reservas del Banco Central

El déficit cuasi fiscal del Banco Central sigue firme, aunque no se lo vea. A nivel devengado, lo oculta el devengamie­nto conceptual­mente injustific­ado de las Letras Intransfer­ibles en moneda extranjera. A nivel caja, queda disimulado en el hecho de que las Lebac y Leliq se colocan a descuento, con lo cual los intereses se pagan al redimirlas colocando nuevos títulos

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Timonel. Federico Sturzenegg­er, titular del Banco Central.

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