Del rechazo inicial a la apertura digital
El surgimiento de la nueva generación fintech desafía a los mercados financieros tradicionales. Bancos, aseguradoras y financieras reconvierten sus procesos para dar la batalla. Tal como plantea Alejandro Cosentino ( ver Una
oferta distinta...), la reacción de las compañías “analógicas” apunta en varios sentidos pero con un único objetivo: innovar y adaptarse a la nueva era tecnológica.
En julio pasado, 6 bancos privados nacionales (son los bancos Macro, Industrial, Banco de Servicios y Transacciones BST, Supervielle, San Juan, y Piano) crearon Ar Fintech, un fondo de inversión para captar emprendimientos tecnológicos ligados al mun- do al universo del dinero. El proyecto surgió al término de una mesa de consenso convocada por el BCRA (más concretamente, del vicepresidente Lucas Llach) para analizar los avances de las fintech y sus consecuencias en la banca tradicional.
Fintech es una categoría más amplia. Abarca tanto a empresas que ofrecen servicios financieros y pagos electrónicos como a proveedoras de tecnología, como VeriTran, cuya cartera de clientes incluye entre otros a Red Link y Banco Ciudad. Creada en 2005 por Marcelo González y Daniel Attar (dos ex ejecutivos de larga trayectoria en la industria bancaria), esta tecnológica ofrece un extenso catálogo de herramientas para redes de cajeros, banca virtual, medios de pagos electrónicos y billeteras digitales. “Son productos marca blanca, que los clientes utilizan”, explica Cristian Castello, su director de Marketing.
Sobre los planteos regulatorios para la fintech, Castello sostiene que “antes había mucho rechazo y prejuicio de los bancos, pero ahora hay una actitud más colaborativa”. Admite, eso sí, que el panorama para las empresas tradicionales es complejo por tratarse de un mercado extremadamente regulado. En este sentido, el ejecutivo cree que con el tiempo prosperarán iniciativas para fomentar el surgimiento de nuevas fintech. “En México, el Congreso está a punto de sancionar una ley para las fintech. Y lo mismo se discute en varios países europeos”, completa.
Un imán para las inversiones
Más allá de esto, las tecnológicas financieras avanzan contra viento y marea. En el último trimestre de 2017, la inversión mundial en fintech alcanzó los US$31.000 millones, según indica el último informe Pulse of Fintech elaborado por la consultora KPMG. En la región, la Argentina ocupa el tercer lugar en importancia, detrás de Brasil y México. Para KPMG, “Brasil se convirtió en un nuevo centro de atención para los inversionistas, especialmente por su alto nivel de usuarios no bancarizados”.
En paralelo con el surgimiento de tecnológicas vinculadas con la industria financiera, la banca y empresas del sector tradicional produce muchas novedades. Hacia fines de año, en un concurso de startups y proyectos fintech, trascendió que uno de los mayores bancos privados que opera en la Argentina decidió no abrir más sucursales físicas.
De igual modo, Prisma (la empresa que controla Visa y Banelco) mudó sus oficinas al distrito tecnológico porteño y proclama su ADN fintech. “El Banco Nación creó PIM, su propia fintech, para la gestión de pagos electrónicos y transferencias por celular”, agrega Alejandro Estrada, CEO y fundador de Moni Online. Este economista con posgrado en filosofía, coincide con la visión de Prisma: “Visa
fue una fintech pionera. Desde sus inicios, en la década del 70, todos sus procesos son 100% digitales, con un plástico al final del camino”, dijo.
Los procesos electrónicos en transferencias y pagos electrónicos reducen los costos. Pero hay regulaciones para la banca tradicional que no alcanzan a las fintech, como los encajes bancarios, que son parte de los recursos que deben mantener congelados de los depósitos de sus clientes. Desde otro ángulo, Marta Cruz, de la aceleradora de startups NEXT Labs, sostiene que las fintech aprovechan nichos y públicos desatendidos por los bancos, como los microcréditos y las cuentas de montos escasos.
La directiva, sin embargo, recalca que muchas tecnológicas tienen dificultades para atender las regulaciones y la legislación vigente. “Las tecnológicas observan las necesidades insatisfechas y tratan de resolverlas mediante desarrollos innovadores. Y sólo después analizan si era factible”, graficó. De todos modos, Cruz sostiene que el Banco Central “fue muy flexible para escuchar los problemas y se convocó a mesas conjuntas entre fintech y cámaras empresarias para analizar posibles medidas, bien porque no estaba reguladas o para modificar regulaciones defectuosas.
La revolución está en marcha. Tal como dice Cruz, “no se puede tapar el sol con las manos”.