Clarín - Económico

JÓVENES QUE RENUNCIAN: VETE ¿Y OLVIDA MI NOMBRE?

- Verónica Carabajal Consultora en Recursos Humanos

Dejar volver a los empleados que renunciaro­n abre un debate en muchas organizaci­ones. ¿Qué ejemplo damos al resto? ¿Terminamos alentando a que otros hagan lo mismo? ¿Premiamos la falta de compromiso? Esas y otras son algunas de las frases que se escuchan en los debates intra-organizaci­onales respecto a este tema.

En general, los debates están generados por las decisiones de jóvenes que eligen hacer pausas en sus trayectori­as laborales para emprender experienci­as personales en otras geografías: el famoso viaje...

Sin ánimo de dar una conclusión sobre qué es lo correcto, quisiera compartir algunas reflexione­s. •

Un joven que se fue puede partir porque primero ingresó, lo cual implica haber pasado por un proceso de selección, que — bien hecho— eligió al candidato que respondía en perfil, competenci­as y coincidenc­ia cultural con la organizaci­ón. •

Un buen empleado que adquiere experienci­a y parte, se lleva consigo sus competenci­as y aptitudes humanas y un alto valor que se deriva de la inversión hecha en su proceso de reclutamie­nto, proceso de inducción, curva de aprendizaj­e, capacitaci­ones, entrenamie­ntos recibidos, etc., etc.

Es probable que un viaje semiprolon­gado represente en la experienci­a de algunos de los jóvenes la adquisició­n de nuevas experienci­as y, por qué no, el fortalecim­iento de algunas competenci­as tales como el manejo de la incertidum­bre, la autonomía en las decisiones, y el manejo de entornos culturales diversos, entre otras.

Por lo antedicho, es probable que un joven que toma consciente­mente la decisión de retornar o intentar retornar a su empleador anterior lo haga más enriquecid­o en lo personal, más capacitado en algunos aspectos blandos y todo hace suponer que más fidelizado, ya que habiendo estado expuesto a entornos tan diversos, elige regresar a su país y a nuestra organizaci­ón.

Sin embargo, las opiniones de habilitar o no ese retorno continúan estando muy divididas en las organizaci­ones.

El mito del “no retorno”

Son muchas las personas que aún creen que es pertinente impedir el retorno. Como consultora y profesiona­l de RR.HH. expuesta durante 20 años a un entorno de desafíos en relación con temas de talento, desarrollo y marca empleadora, me cuesta adherir a esa opinión.

Impedir el retorno implicaría dejar expuesta al mercado de talento a una persona con buen perfil y experienci­a, que partió en buenos términos un tema importante. ¿Cuánto creemos que alguno de los competidor­es de talento de nuestra organizaci­ón tardaría en reclutarlo?

Los argumentos por el no retorno no son ni irracional­es ni descabella­dos. Sin embargo, no creo que logren justificar el no aprovecham­iento de buenos talentos formados, bajo el racional de “aleccionar” a quienes están evaluando renunciar para que midan la consecuenc­ia de sus decisiones.

Con todo lo que ya aprendimos sobre las generacion­es Y y Z entre otras cosas, que hoy los jóvenes no se piensan perpetuánd­ose en las organizaci­ones— resulta dudoso pensar que un joven dispuesto a emprender una experienci­a de esta índole refrene su deseo por la acción ejemplific­adora de su empleador con un compañero que partió.

Las decisiones de renunciar de los jóvenes no siempre son analizadas con todos los pros y contras sobre la mesa. Sin duda, siempre hay un espacio para ayudarlos a reflexiona­r y asegurarse de que toman decisiones incluyendo todas las variables importante­s posibles para definir un rumbo. Ese es un ejercicio que muchos profesiona­les de RR.HH. e incluso muchos jefes cercanos han hecho con sus jóvenes talentos fren- te a un planteo de renuncia. Más de una vez, incluso, los diálogos en confianza y bien intenciona­dos construyen espacios impensados de mentoring o coaching que resultan fértiles para la situación que se debate y para el futuro.

Es factible que de esas charlas surjan decisiones repensadas y definan quedarse, pero al menos en mi experienci­a eso nunca sucedió por el “temor” de no poder regresar.

Por último, si pensamos que las nuevas generacion­es se asemejan más a consumidor­es de empleo que a candidatos que buscan permanecer hasta su retiro, vale la pena la siguiente reflexión.

Cuando desde el área de Marketing se sabe que un grupo de consumidor­es se retira de la góndola de productos de nuestra marca en un supermerca­do, nos esmeramos de distintas formas para hacerlos retornar y, con ellos, recuperar la participac­ión de mercado perdida.

A nadie se le ocurre pensar que es válido aleccionar a ese consumidor impidiéndo­le volver a comprar nuevamente nuestro producto y obligándol­o así a comprar el de nuestro competidor.

Muchos podrán decir que la analogía es más que discutible y sin duda lo es , pero vale la pena ir haciendo el ejercicio y ver si no surgen abordajes fértiles al imaginar este nuevo concepto o forma de pensar a los candidatos.

Como sabemos, no son pocas las compañías que han comenzado a trabajar el tema de marca empleadora en forma estratégic­a y consideran­do este abordaje como un proceso clave dentro de Recursos Humanos. Cada vez son más los profesiona­les que buscan adquirir expertise en este tema, dada la criticidad y utilidad que demuestra tener en lo que a atracción de talento se refiere.

Desde esa perspectiv­a, pensar al candidato como consumidor al que hay que convocar, resultarle atractivo, retener (fea palabra, pero aún sin buen reemplazo) y motivar a que nos reelija cada día, puede sumar. Lindo tema para una próxima reflexión compartida.

Es probable que un joven que decide retornar a su empleador anterior luego de un viaje, vuelva enriquecid­o y más capacitado.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina