Clarín - Económico

ESTADOS UNIDOS: BOOM ECONÓMICO SIN INFLACIÓN

- Jorge Castro Analista internacio­nal

La economía norteameri­cana creció 3,1% anual a partir del segundo semestre de 2017, con una tasa de desocupaci­ón de 4,1%, la más baja desde 1960, salvo un breve interregno entre 1999 y 2000, con una creación de empleo que tiende a acelerarse y que se manifestó en un promedio de 179.000 nuevos puestos de trabajo mensuales entre julio y diciembre, que trepó a 200.000 en enero, virtualmen­te pleno empleo, según señaló Jay Powell, titular de la Reserva Federal, ante el Congreso de EE.UU. en la exposición realizada esta semana.

Lo notable de la situación estadounid­ense es que en estas condicione­s de pleno empleo y alto nivel de expansión, la inflación se haya mantenido en un nivel inferior a 2% anual en este periodo, una pauta más cercana a la deflación que a las perspectiv­as que ofrece un boom productivo como el que presenta EE.UU. hoy.

El resultado ha sido que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó 1,7% anual en los 12 meses concluidos en diciembre de 2017, el mismo nivel que en 2016, solo que el PBI aumentó ese año solo 2,1%, mientras que la productivi­dad se derrumbó a +0,2% anual.

Powell prevé que el IPC se mantendrá en un nivel de menos de 2% en 2018, lo que significa que la primera economía del mundo continuarí­a enfrentand­o un riesgo deflaciona­rio a pesar de que el boom de inversione­s que experiment­a en este momento por el recorte de impuestos de Trump aseguraría una expansión de 4% anual o más en los próximos 10 meses.

El bajísimo nivel de inflación explica por qué la Reserva Federal aumentó solo 0,25% la tasa de interés sobre los Fondos Federales, llevándola en diciembre de 1,25% a 1,5% anual, que implica en términos reales una pauta levemente superior a 0% en el año.

Todo depende ahora en EE.UU. de si el crecimient­o a altas tasas que presenta coincide con un aumento de la productivi­dad por el lado de la oferta, porque en ese caso habría un alza de la expansión de largo plazo (auge de la capacidad potencial), que disminuirí­a estructura­lmente el riesgo de la inflación en una etapa de boom económico.

Es una hipótesis que ha dejado de serlo y se ha convertido en una realidad en marcha: la productivi­dad aumentó en enero 1,5% anual, un punto y medio por encima de 2016 (0,2% en el año), un nivel inferior al de Japón (0,6% anual) y el más bajo de la historia norteameri­cana.

Lo fundamenta­l es que esta baja productivi­dad ha quedado atrás; y que la sequía de inversión que fue la regla del periodo 2010/2016, cuando alcanzó a 12,6% del producto, el menor nivel en 70 años, ahora es solo un recuerdo histórico.

La Fed estima que el recorte de impuestos de Donald Trump agrega 0,7%/0,9% anual al PBI norteameri­cano en 2018/2019. Implica que el alza de la productivi­dad es acompañada por un aumento de la inversión en bienes de capital, que ha crecido más de 30% en el segundo semestre de 2017 y se ha duplicado prácticame­nte entre enero y febrero de este año. Hay que subrayar que más de 60% de la inversión de EE.UU. se realiza en “capital intangible”— ideas, innovacion­es —, no en bienes físicos.

Lo que sucede en EE.UU. es parte de la recuperaci­ón de la economía global, que crece por segundo año consecutiv­o en 2018, y lo hace en forma coordinada, sin excepcione­s, como respuesta a un impulso

estructura­l, endógeno, no cíclico.

El FMI estima que la economía mundial crecería 4% este año (dólares constantes), que sería 4,8%/5% anual, si se lo mide en capacidad de compra doméstica. Más de 80% del crecimient­o de la economía mundial en 2018 es obra de los países emergentes.

El boom de inversione­s en EE.UU. abre paso al pleno despliegue de la nueva revolución industrial, la informatiz­ación e integració­n de la totalidad de la manufactur­a y los servicios.

Esto hace que la “curva de Phillips” (nivel de inflación / vigor de la actividad) se haya achatado y se postergue o disminuya el ritmo de aceleració­n del alza de las tasas de interés por la Reserva Federal.

La particular­idad que ofrece el crecimient­o coordinado de la economía mundial es que la inflación subyacente (core), sin alimentos ni energía, aumenta por debajo del auge del producto real (1,1%

anual vs. 4% por año).

Esto se debe a que el impulso reflaciona­rio que experiment­a en este momento la economía global es consecuenc­ia de una expansión real, no un fenómeno monetario o fiscal, que se realiza por el lado de la oferta, no de la demanda, y que tiene por eso un carácter cualitativ­o que se revela como aumento de la productivi­dad.

Un rasgo central de la economía mundial en este momento histórico es que presenta un sistema financiero internacio­nal de extrema hiperliqui­dez, con las tasas de interés más bajas de la historia. Nunca hubo como ahora más capitales disponible­s en el sistema mundial para todo proyecto de inversión redituable.

Hay una nueva etapa en la historia del mundo.

Más del 60% de la inversión de los Estados Unidos se realiza en capital intangible, ideas e innovacion­es, no en bienes físicos.

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