Clarín - Económico

¿Qué haría Frondizi si ganara hoy las elecciones?

A 60 años de su victoria, hay una renovada valoración de su figura. ¿Qué sectores desarrolla­ría hoy?

- Diego Coatz Economista jefe y director ejecutivo de la UIA Mariano de Miguel Director del Instituto Estadístic­o de los Trabajador­es (UMET) y de Formación de Dirigentes de la CAME

A 60 años de la victoria en las urnas de Arturo Frondizi, por momentos sorprende la renovada, aunque muy heterogéne­a, valoración de su figura y de su gobierno entre 1958 y 1962.

Bienvenido sea, porque el desarrolli­smo que Frondizi puso en práctica de la mano de Rogelio Frigerio y un equipo tan notable como diverso (que incluía socialista­s, conservado­res, ex comunistas, peronistas y radicales) así lo amerita.

Pero esta valoración está muy lejos de expresar un consenso acerca de lo que Frondizi, Frigerio y aquel desarrolli­smo aportaron a la Argentina. Por eso es difícil responder a la pregunta sobre qué haría Frondizi si fuera hoy presidente. Y no nos referimos a una discrepanc­ia estadístic­a, porque los datos de su gobierno, los buenos y los malos, están disponible­s hace décadas.

No siempre se recuerda que la victoria de Frondizi fue la resultante de un pacto electoral, no formal, pero sí real y efectivo, entre el candidato y el ex presidente Perón, proscripto junto a su partido de la vida electoral desde el golpe de 1955. El pacto no era una concertaci­ón político-partidaria, pero sí expresaba, con los más de cuatro millones de votos logrados, “el reconocimi­ento de la objetivida­d de las coincidenc­ias esenciales de los movimiento­s que dirigían”, como decía Ramón Prieto, protagonis­ta y testigo de ese acontecimi­ento. La alianza de clases era, sobre todo, un anhelo de Frigerio, porque sustentaba a su entender la necesidad del movimiento nacional y popular.

Esta alianza expresaba para el desarrolli­smo una de las síntesis necesarias a las tensiones de aquella época, porque la madre de todas las batallas para las naciones atrasadas era superar el subdesarro­llo y alcanzar la autodeterm­inación económica: “Existen grandes diferencia­s de atraso entre unas y otras zonas y pueblos; pero, no obstante, los caracteres que distinguen a unos de otros son básicament­e iguales en cuanto están atados a una estructura interno-externa que les impide superar espontánea­mente la dependenci­a del factor exterior”, afirmaba Frigerio. “O la Argentina sigue atada a la deformada estructura económica que frena su desarrollo, o se decide a romper la inercia paralizant­e y a poner en movimiento a todas sus fuerzas creadoras”, sostenía Frondizi.

El desafío del desarrollo era de raigambre económico-política. Económico porque el desarrollo era un problema de acumulació­n de capital, de aumento de la cantidad y de la calidad de las fuerzas productiva­s. Política porque el desarrollo es consecuenc­ia y meta de la existencia de una fuerte conciencia nacional, como siempre recordaba Frondizi. Exige ritmo y prioridade­s: no es el resultado espontáneo de la dinámica histórica. La pregunta estratégic­a que debía ordenar toda la acción política era entonces: ¿Qué nos hace más Nación?

Carne + Petróleo = Acero.

Para el desarrolli­smo era fundamenta­l la dinámica de cambio estructura­l: la matriz productiva y las formas de producir. En primer lugar, para generar las divisas necesarias para crecer y garantizar un proceso de desarrollo que requería incrementa­r las

importacio­nes asociadas a bienes de capital y tecnología hasta tanto se pudiera crear mayor contenido local.

Carne —en ese momento el sector fundamenta­l para obtener divisas junto con los cereales—y el auto abastecimi­ento energético, dos claves para transitar hacia a la producción de bienes más complejos que se articulen en un ecosistema productivo que demande empleo de calidad, mayor conocimien­to e integració­n regional. Lejos de pensar el agro y la industria como sectores excluyente­s, Frondizi y Frigerio buscaban sus

complem en tari edades. Sabían que, aunque efectivame­nte existen países desarrolla­dos especializ­ados en materias primas, como Australia, nuestra base de recursos naturales no alcanzaría por sí misma para integrar la Nación y construir un mercado interno potente como plataforma exportador­a.

El partido clave se jugaría entonces en el terreno de las políticas sectoriale­s, lo cual demandaba mejores

institucio­nes. Esto es, equipos de trabajo calificado­s en un Estado eficiente que se articulara con el sector privado. De ahí que se crearan o adquiriera­n mayor relevancia institucio­nes como el INTI, el INTA, la CONEA, el CONADE, o el CONET, entre otros.

Atrás de ellos había que dejar prejuicios o pre conceptos. El capital trasnacion­al era fundamenta­l para atraer divisas y tecnología necesarias para la creación de nuevos sectores. Por otro lado, el capital nacional a través de grandes industrias y una red de PyMES proveedora­s nacionales eran la llave para la generación de conocimien­to local y economías de especializ­ación.

El plan económico desarrolli­sta tuvo muchos logros, como así también errores, pero consolidó una plataforma productiva que solventarí­a los 10 años posteriore­s (desde el 64), permitiend­o que la producción, el empleo privado y la productivi­dad crezcan en forma simultánea y consecutiv­a.

¿Qué haría Frondizi hoy?

Hoy Argentina es un país heterogéne­o y económica y socialment­e desintegra­do. La matriz productiva tiene sectores que se mueven con (al menos) tres velocidade­s muy distintas. Un tercio están integrados a cadenas globales de valor y pueden dialogar en términos de industria 4.0 y los cambios que se avecinan. Otro tercio, de mediana productivi­dad y escala que está en la formalidad y depende en mayor medida del ciclo interno y externo. Y el último, intensivo

La pregunta estratégic­a que debía ordenar toda la acción política era entonces: ¿Qué nos hace más Nación?

en trabajo, de menor productivi­dad y que está próximo a (o en) la informalid­ad. Lo opuesto del sueño integracio­nista » de Frondizi y Frigerio.

Con un sector industrial menos dinámico -20.000 y que pareciera perder relevancia, muchos hoy creen que la solución -22.500 para emplear y crecer a largo plazo requiere sólo de algunos pocos -25.000 sectores, insertándo­se pasivament­e en las corrientes de inversione­s y comercio -27.500 mundial. Pero el desafío es -30.000 mucho más complejo.

En 2017 el déficit comercial cerró -32.500 con un rojo de casi US$8.500 millones, liderado por China y Brasil. En productos industrial­es el número superó los US$38.000 millones; -12.000 millones , -10.500 millones y -9.200 millones con China, Brasil y la Unión Europea respectiva­mente. Este déficit no es generado por las propias industrias, que en realidad exportan más de lo que importan (en términos netos), sino por la importació­n de bienes de consumo finales (que demandan los hogares) y los requerimie­ntos de bienes industrial­es del resto de los sectores (bienes de capital y materiales para construcci­ón, la energía, el transporte, comercio, minería, agro, entre otros). Menos industria a largo plazo es más déficit externo.

Parafrasea­ndo la fórmula desarrolli­sta hoy podríamos decir soja + gas natural (Vaca Muerta)= industria 4.0. La industria es clave por su efecto multiplica­dor y la calidad del empleo que genera, por la tecnología, el desarrollo regional y la posibilida­d de generar (o ahorrar) divisas. El debate ahora pasa por cómo acelerar los tiempos de la industrial­ización

(campo + energía + industria + servicios = conocimien­to).

En el mundo actual, como en el que vivían Frondizi y Frigerio, la inserción en clave de desarrollo nacional no puede estar exenta de tensiones: la disputa económica más esencial sigue siendo la agregación de valor. Se impone ahora discutir cómo avanzar hacia un modelo de múltiples actividade­s productiva­s basadas en la innovación, que persiga el interés nacional y regional en términos de desarrollo. Desde el punto de vista político, ese camino exige mucho más que un pacto: un consenso social y económico que respalde la estrategia y la adopte como un destino común.

 ??  ?? Jura. Arturo Frondizi asumió como presidente el 1 de mayo de 1958. Fue derrocado cuatro años después.
Jura. Arturo Frondizi asumió como presidente el 1 de mayo de 1958. Fue derrocado cuatro años después.
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