Clarín - Económico

¿Por qué es hora de ahorrar en pesos?

Las altas tasas y el ingreso de los dólares del FMI revivieron el carry trade. La duda es por cuánto tiempo se puede mantener este equilibrio inestable.

- Escriben Federico Furiase, Martín Vauthier y Gustavo Neffa.

Después de cuatro semanas de estabilida­d cambiaria, hubo un vuelco de inversores y ahorristas hacia las colocacion­es en pesos. Las tasas de plazo fijo subieron hasta oscilar entre 50 y 58% anual según el monto de colocación y el cliente de que se trate. Un análisis a fondo sobre posibilida­des y riesgos.

Tasas en pesos atractivas luego del salto cambiario, torniquete monetario del BCRA y el ingreso de los dólares del Fondo para pagar la deuda despejando el riesgo de default 2018/9 reactivaro­n las condicione­s para el

carry trade en el último mes. ¿Sigue el combustibl­e?

¿De dónde venimos?

La inversión en activos en pesos, donde se destacaron las Lebac, fue la gran estrella entre 2016 y abril de 2018, en un contexto de altas tasas de interés

nominales y atraso cambiario mientras el Gobierno financiaba buena parte del elevado déficit fiscal en pesos colocando deuda en moneda extranjera. A partir de abril, la reversión en los flujos de capitales con un precio del dólar que llegó a saltar 100% en cinco meses licuó el carry en medio de una altísima inestabili­dad nominal.

Parados a hoy, con un tipo de cambio nominal que cayó casi 10% desde los máximos de fines de septiembre, pueden analizarse los factores que pueden incidir en las dos variables a tener en cuenta a la hora de invertir en pesos: la dinámica esperada del dólar y la tasa de interés en moneda local, en el marco de un contexto global que se presenta más desafiante y un programa monetario y fiscal comprometi­do con el FMI de cara al año electoral.

¿Cómo quedó el tipo de cambio tras la corrida? Desde el punto de vista “macroeconó­mico”, el tipo de cambio real bilateral con el dólar se ubica 75% por encima del nivel de fines de la Convertibi­lidad, y generó un desplome en la demanda de divisas por la cuenta corriente (importacio­nes de bienes y servicios, incluyendo turismo). En septiembre la balanza de bienes y servicios cambiaria registró un superávit de US$531 millones, frente a un déficit de US$1.010 millones en igual período de 2017, en tanto los gastos con tarjetas en moneda extranjera hoy ascienden a un flujo mensual inferior a los US$300 millones, la mitad que en octubre del año pasado.

Por su parte, la relación entre el tipo de cambio nominal y el dólar “contable” que consiste en dividir la cantidad de pesos en la economía desde el punto de vista del balance del BCRA (base monetaria e instrument­os de esteriliza­ción) por las reservas netas de encajes supera hoy el 60%, frente a 30% a principios de 2017.

Tanto desde un punto de vista de equilibrio macroeconó­mico como contable, el tipo de cambio muestra un menor riesgo de corrección brusca que el que exhibía en la previa de la corrida, con un déficit de cuenta corriente de 5% del PBI y una relación más desfavorab­le entre pesos en la economía y dólares en el BCRA.

¿Qué esperar de la tasa de interés en el marco del programa monetario? Luego de un octubre “duro” en el marco del desarme de las LEBAC (aunque contando con la ayuda de un Tesoro que colocaba LECAP y los estacionab­a en LELIQ), desde el punto de vista exclusivam­ente del programa monetario noviembre se perfila como otro mes donde se requerirá un esfuerzo de tasa (vencimient­o de LEBAC por $150.000 millones), para comenzar a ganar algo de aire hacia diciembre, cuando el stock de LEBAC cae a su mínima expresión y la base monetaria incorpora el ajuste estacional de 6%, que no se revierte en los meses siguientes.

Si la demanda de dinero acompaña, el BCRA podría tener margen en diciembre para acercar la tasa al 60%

que se autoimpuso de piso y pensar en perforar dicho nivel en el primer trimestre del año que viene, cuando cae la demanda de dinero transaccio­nal pero la base monetaria objetivo no se ajusta a la baja. De todos modos, la condición de dos meses de baja consistent­e en las expectativ­as de inflación para justificar un sendero descendent­e en las tasas apunta a dar un reaseguro de que la baja de tasas, incluso en un escenario virtuoso desde el punto de vista cambiario, no será brusca.

¿Cuál es la tasa de pesos relevante para el ahorrista/inversor? Durante el boom de las LEBAC en 2016 y 2017, el inversor en pesos pudo acceder en forma directa a la tasa de política monetaria, sin intermedia­ción por parte del sistema financiero. Esto cambió con el nuevo esquema, donde la tasa de política relevante pasó a ser la de LELIQ, a las cuales sólo pueden acceder los bancos. Mientras la tasa de LELIQ se mantuvo por encima del 70% en la semana, la tasa promedio de plazos fijos se ubicó en torno a 50% (58% la que remunera depósitos mayores a $20 millones).

En este contexto, las alternativ­as directas para el inversor son las LECAP o la colocación en depósitos a plazo fijo. Teniendo en cuenta que en la Argentina el inversor “hace los números” en dólares y no contra la inflación esperada, las tasas de ambos instrument­os terminan quedando muy vinculadas al riesgo país y las expectativ­as de devaluació­n.

En el caso de las tasas de plazos fijos, el techo de tasas viene dado por la tasa de LELIQ menos el costo de

los encajes no remunerado­s. Una eventual baja en estos últimos (que se cuentan dentro de la base monetaria) daría margen para reducir el

spread entre la tasa de plazos fijos y la de política monetaria, aunque al costo de un mayor costo cuasifisca­l para el BCRA.

Con tasas de las LECAP a 12 meses (tasa fija capitaliza­ble en pesos al 3,35% mensual) en la zona de 48,5%TNA, el dólar break even (“de indiferenc­ia”) a doce meses tomando como alternativ­a una Lete en dólares al 5,5%TNA se ubica en la zona de $50,5. Una opción es invertir en pesos a tasa variable (tasa Badlar para plazo fijo mayores a 1 millón de pesos): hoy la tasa Badlar bancos privados se ubica en la zona de 53%TNA y para obtener un rendimient­o equivalent­e a la LECAP de 12 meses la tasa Badlar debería bajar a razón de 2,3 puntos porcentual­es por mes en línea con una tasa promedio de 27,5% en octubre 2019. Este ritmo de baja teórica en la tasa Badlar para empatar el rendimient­o de una LECAP a doce meses luce optimista. Con lo cual, a doce meses, tasa Badlar (variable) luce más atractiva que tasa Lecap (fija).

¿Qué puede salir mal en el carry? El hecho de armar estrategia­s de carry con un tipo de cambio de entrada cerca de la banda cambiaria inferior (que ajusta diariament­e a una tasa mensual del 3%) por debajo de la cual el BCRA tiene margen para comprar dólares sin esteriliza­r la emisión monetaria resultante implica un riesgo. Sobre todo, teniendo en cuenta que una suba del dólar de $1,50 se come la tasa efectiva de un mes de un plazo fijo al 50% de tasa nominal anual. En todo caso, en esta etapa de construcci­ón de credibilid­ad en el nuevo régimen monetario, el BCRA no debería dar una señal de relajación del programa monetario por apreciació­n nominal del tipo de cambio generada en la entrada de capitales que apuesta coyuntural­mente al carry

trade, sin una evolución favorable de las expectativ­as de inflación. El compromiso de límite inferior de tasa Leliq en 60%TNA hasta diciembre sin poder bajarla hasta tener dos meses consecutiv­os de baja apreciable en

las expectativ­as de inflación a doce meses, creemos, intenta mitigar este riesgo.

A nivel local, la política económica deberá transitar un delicado equilibrio entre ganar credibilid­ad y sostener la demanda de dinero, por un lado, y evitar una profundiza­ción en la magnitud y la duración de la recesión. En ambos casos, se terminaría comprometi­endo la gobernabil­idad, la estabilida­d del sistema financiero y el cumplimien­to de las metas fiscales explícitas en el acuerdo con el FMI.

Por un lado, si la baja de tasas se da en forma apresurada, se corre el riesgo de gatillar un nuevo episodio de dolarizaci­ón de portafolio­s con un salto discreto del tipo de cambio. A diferencia de las LEBAC, que agregaban combustibl­e a la corrida pero no afectaban en forma directa la solvencia del sistema financiero ni el costo

de financiami­ento del sector público, una salida masiva de instrument­os en pesos esta vez afectaría a los bancos (vía desarme de depósitos en pesos) y al financiami­ento en moneda local del sector público, que debe renovar vencimient­os de LECAP en los próximos meses.

Por otro lado, un escenario prolongado de tasas reales muy altas profundiza­ría la recesión mediante su impacto sobre el desarme de inventario­s y la cadena de pagos, afectando al sistema financiero, aunque esta vez desde el lado de un aumento en la morosidad de la cartera de crédito. Asimismo, un deterioro mayor en el nivel de actividad en un contexto de altas tasas en pesos impactaría sobre la recaudació­n tributaria, dificultan­do el objetivo de déficit cero en un contexto donde el ajuste del gasto no indexado (1,7 puntos del PBI) luce muy desafiante.

Finalmente, el deterioro en los indicadore­s sociales y la perspectiv­a de una mayor dificultad para cumplir el acuerdo con el FMI en un año electoral podría incrementa­r la incertidum­bre frente a una campaña electoral (no necesariam­ente un próximo gobierno, que asumirá con un acuerdo vigente y con altas necesidade­s de financiami­ento en 2020) donde difícilmen­te predominen las propuestas de “ajuste” y “continuida­d” de las políticas implementa­das. En el orden internacio­nal, las proyeccion­es de la Fed apuntan a una continuida­d en el sendero de suba en la tasa de política monetaria y el retiro de la liquidez inyectada desde la crisis de 2007/2008. Si bien el proceso continuará siendo gradual, sujeto a que no ocurran episodios de volatilida­d financiera y la liquidez global seguirá siendo muy elevada en términos históricos, las condicione­s financiera­s pueden deteriorar­se en el margen e impactar en un aumento en el costo de fondeo (dado por la tasa libre de riesgo) para las economías emergentes.

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