Clarín - Económico

Las terminales preocupada­s por Bolsonaro

Apertura. Las fábricas a ambos lados de la frontera plantean que hay que mejorar la “competitiv­idad” antes de salir a comerciar con otros bloques económicos.

- Escribe Luis Ceriotto

Piden una “transición” a la irrestrict­a apertura del súperminis­tro Paulo Guedes.

“Brasil y la Argentina se necesitan mutuamente. Si ambos países dejaran de comerciar vehículos entre sí, hoy también deberían dejar de producir, ya que las exportacio­nes de ambos países fronteras afuera del Mercosur no son significat­ivas”.

Con ese tono de análisis, casi ascéptico, el flamante titular de la Asociación de Fabricante­s de Automotore­s (ADEFA), Hernán Vásquez, mostró la manera en que las fábricas automotric­es radicadas en Argentina y Brasil comenzaron a marcarle la cancha al presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro. Vázquez es el titular de Volkswagen Argentina y, además, se

mueve en sintonía con el también argentino Pablo Di Si, titular de Volkswagen para el Mercosur.

Hace exactament­e una semana el referente económico de Bolsonaro, Paulo Guedes, había dicho que la Argentina y el Mercosur no eran “una prioridad” para Brasil y dijo que el gobierno electo buscará cerrar acuer- dos comerciale­s con otros bloques económicos. Pero en las automotric­es consideran que la desventaja que hoy tienen Brasil y la Argentina contra otras economías, tanto desarrolla­das como emergentes (entre estas últimas mencionan a México y Corea del Sur), hace inviable cerrar acuerdos de libre comercio en el corto plazo. Al menos, si lo que se busca es preservar la capacidad productiva instalada en los dos países y seguir captando inversione­s desde las casas matrices.

“Hoy producir un vehículo dentro del Mercosur es 30% más caro en relación a otros bloques comerciale­s en el mundo”, dijo Carlos Zarlenga, titular de General Motors para el Mercosur. El ejecutivo argentino dirige la sede regional de la compañía desde San Pablo, donde reside hace cinco años. “Si lográramos bajar los costos un 30%, recién entonces podríamos sentarnos a una mesa donde hoy no estamos: la mesa donde se deciden las inversione­s para producir vehículos globales,

aptos para ser exportados a cualquier mercado del mundo”.

Los vehículos producidos en la Argentina y Brasil son casi en su totalidad hechos exclusivam­ente para los países del Mercosur y unos pocos países de la región. Algunas exportacio­nes puntuales (los vehículos de Mercedes-Benz producidos en Virrey del Pino) llegan a cruzar el Atlántico, pero la cantidad de unidades no es significat­iva. Dentro de las automotric­es locales, la única que por ahora rompió el cerco de la “Brasil dependenci­a” es Toyota, que exporta su pick up Hilux a más de 20 países, si bien todos son dentro de América Latina.

“El gran desafío que tiene Brasil, como lo tiene Argentina, es cómo hacerse competitiv­o para empezar a abrirse al mundo. En su momento discutimos si era tiempo de hacer un acuerdo con la Unión Europea, y probableme­nte lo sea. Pero para eso tenemos que volvernos más eficientes y competitiv­os”, dijo Daniel Herrero, presidente de Toyota Argentina al

Económico. “En el caso particular de Toyota, ese es un camino que venimos trabajando hace rato, tratando de hacer a la Hilux de Argentina igual de competitiv­a que la Hilux que se produce en Tailandia”. —En teoría, tras el vencimient­o del comercio regulado entre los dos países, en julio de 2020 debería regir el libre intercambi­o de vehículos. —Yo ya he manifestad­o que el “flex” comercial con Brasil es algo que debe ser superado de manera genuina. Eso significa hacernos competitiv­os para poder tener un intercambi­o comercial sano y sustentabl­e en el tiempo. Cada uno buscará cuál es su punto de equilibrio, cómo arma su esquema de negocios en función del Mercosur o, en realidad, creo que las barreras van a ser cada vez menores y por eso uno tiene que hacer vehículos globales y competitiv­os, porque es la única manera de sobrevivir.

Zarlenga, por su parte, planteó que la mejora de la competitiv­idad requerirá de un período de la transición, basado en la agenda que, desde el punto de vista de la automotriz, debe encarar Brasil para calificar como exportador global. “Brasil tiene pendiente la reforma de la ley de Seguridad Social, como se conoce allí al sistema jubilatori­o, y durante sus primeros días de gobierno, Bolsonaro deberá definir qué nivel de apertura comercial quiere llevar adelante y cuál es el programa de privatizac­iones que prometió en campaña, para atacar el tema de la deuda y el déficit co- mercial secundario. Sin dudas, Brasil contará con todo el apoyo de la comunidad internacio­nal para llevar adelante esas medidas y pasará a tener un rol absolutame­nte central en la región, un rol que estaba relativame­nte vacante. Recién cuando todo ese panorama esté claro, se verá qué pasa con la industria automotriz, tanto en Brasil como en el Mercosur”.

Si bien en las horas posteriore­s al triunfo electoral del domingo Guedes buscó poner paños fríos en lo político, no se desdijo en la cuestión de fondo: el gobierno electo de Brasil no quiere profundiza­r el acuerdo del Mercosur sino, más bien, ir hacia una integració­n comercial con el resto del mundo que desdibuje los contornos del bloque comercial que nació en 1994 tras una serie de acuerdos históricos entre los dos países, a partir del pacto entre Raúl Alfonsín y José Sarney de 1986. La industria automotriz fue una de las grandes beneficiar­ias de ese acuerdo: desde entonces, las multinacio­nales radicadas a ambos lados de la frontera fueron captando inversione­s de sus casas matrices con el argumento del gran mercado común que representa­n ambos países y la protección que representa un arancel externo común del 35% para los vehículos importados desde extrazona. Otra parte del argumento era que la escala que ofrecía el Mercosur a las automotric­es iba a servir como plataforma para salir a exportar a terceros países.

Pero ese argumento de fondo se fue desdibujan­do en los últimos años con la crisis y pérdida de competitiv­idad. En 2013 en Brasil se vendieron casi 3,6 millones de vehículos y en la Argentina se rozó el millón de unidades, en lo que fue el mejor año en producción y ventas de la región. En los años siguientes la caída fue ininterrum­pida hasta 2017, con el leve repunte de la región gracias a las más de 900.000 unidades que se vendieron en las concesiona­rias argentinas (de las cuales más de 600.000 llegaron desde las fábricas brasileñas). Este año, en los dos países, todo está volviendo a fojas cero.

“Hoy producir un vehículo dentro del Mercosur es 30% más caro que en cualquier otro bloque comercial del mundo”.

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Modelo regional. Los vehículos producidos en Brasil y Argentina tienen como destino sólo el mercado de América Latina.

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