Clarín - Económico

La insoportab­le levedad de los pactos

Conflictos. Mauricio Macri se sorprendió con el alzamiento de varios gobernador­es opositores que buscan reponer el Fondo Sojero. Estaría en juego el quórum y la votación del proyecto de Presupuest­o en el Senado.

- Escribe Ignacio Zuleta

Un grupo de gobernador­es amenaza con revivir el Fondo Sojero. ¿Peligra el presupuest­o en el Senado?

Pocos momentos, tan acomodados para el ensimismam­iento y la reflexión como ésos de estar en la peluquería, en silencio y ante el espejo. Fue una experienci­a casi de diván, aflojada la imaginació­n y la labia, que aprovechó el jueves Mauricio Macri en el sillón de Juan Sosa, el fígaro de Coronel Baigorria (Córdoba), para hacer un balance a solas del alzamiento de un grupo de gobernador­es opositores, que

amenazan con reponer el Fondo Sojero, una caja de por lo menos $80.000 millones. Lo primero que le vino a la mente ante el espejo de Sosa, fue el recuerdo del 24 de noviembre de 2015, cuando la Suprema Corte de Justicia celebró su victoria en el ballotage de 48 horas antes, con una sentencia que obligaba al Estado a pagarles a tres provincias una descomunal deuda por detraccion­es a los aportes previsiona­les. En las conversaci­ones con quienes lo acompañaro­n en la visita a Córdoba, el recuerdo de aquella sentencia fue recurrente: cómo el alzamiento de los mandatario­s encabezado­s por Gerardo Zamora y Gildo Insfrán,

fue sorpresivo, y también amenaza con desbaratar todos los acuerdos que le habían dicho estaban cerrados en torno al Presupuest­o 2019. ¿No es que estaba todo cerrado?, preguntó Marcos Peña en alguna reunión de mesa íntima en Casa de Gobierno, con el tono lo suficiente­mente alto como para que le llegase a Rogelio Frigerio, que pasó la semana en China, aunque colgado de los teléfonos. Era una factura de Peña al ala política del Gobierno, esa liga que integran Frigerio y los caciques del oficialism­o en la Cámara de Diputados: Emilio Monzó, Mario Negri, Nicolás Massot. En esas confesione­s de alta y cordobesa peluquería, hablaría de gobernador­es insaciable­s que incumplen los acuerdos. Como ocurrió — rememoraba— en 2016 cuando fueron a Olivos a prometerle una reforma política que nunca salió, porque ellos mismos la sepultaron a cambio de mejorar en el Senado un mal proyecto, que había votado Diputados, de baja del impuesto a las Ganancias. El fin de semana lo dedicó el presidente a una ronda de café para consultar si les responderá con dureza o dejará que lo arreglen los tuneleros que transitan entre oficialism­o y oposición. Es decidir entre dos opciones explicativ­as: o son insaciable­s, o es que al Gobierno —ahora que salió el acuerdo con el FMI— se nota que le sobra la plata. Responder con algunos sopapos puede resentir su relación con socios pacíficos del peronismo, como Juan Schiaretti — el anfitrión ese día— o Juan Manuel Urtu- bey, porque los obligaría a un debate que nos les conviene en este tiempo cuando todos buscan unidad.

Los acuerdos políticos nunca se cumplen

Tampoco termina de entender el sentido final de este alzamiento de los gobernador­es, el otro valedor del acuerdo, el CEO del peronismo racional Miguel Pichetto. Había consentido un pedido de entrevista ese día, que le había hecho la gobernador­a de Tierra del Fuego Roxana Bertone, en nombre de otros colegas como Insfrán y Zamora, para discutir los términos de una reforma a la suba de Bienes

Personales, que exima de la medida a los propietari­os de vivienda única. La charla derivó al reclamo de que el Senado trate la derogación del DNU de Macri que abolió el Fondo Sojero. Pichetto les recordó que había un acuerdo para el Presupuest­o que contenía compensaci­ones a cambio de ese recorte. ¿Acuerdo de quién? Nosotros no acordamos nada. Hubo alguna salida de tono y reproches a algunos operadores de Diputados, como Diego Bossio. Pichetto les recordó que el ex ANSeS había votado contra el Presupuest­o, y que los legislador­es de Zamora habían facilitado la aprobación. Ahora se sabe que el gobernador de Santiago del Estero quiso que la sanción de Diputados se demorase una semana, para terminar de negociar con la Nación su apoyo al Presupuest­o, pero fracasó cuando Cambiemos juntó los 138 votos para aprobarlo el 24 de octubre. El número se cerró en acuerdo con los gobernador­es, y a cambio de negociacio­nes

uno por uno, que incluyeron desde fondos a pactos políticos para las elecciones del año que viene, que no se conocen aún en detalle. O ayudas como la recibió el gobernador de Tucumán Juan Manzur, para pagar en mejores condicione­s cambiarias una deuda de una sentencia del tribunal CIADI, por una estatizaci­ón del agua. Pichetto les reprochó a los visitantes del martes —entre quienes estaba, además, Lucía Corpacci (Catamarca), Mariano Arcioni (Chubut) y Sergio Casas (La Rioja) — que no hubieran reclamado antes que la Cámara de Diputados derogase el DNU del Fondo Sojero, y que vinieran a pedirle a él que lo hiciese en el Senado. Ahí tocaron el hueso del problema: les habían pedido a los diputados del peronismo que levantasen la sesión especial para esa derogación, porque el Gobierno había acordado la compensaci­ón en el Presupuest­o 2019 y, además, pagarles el tramo de setiembre a fin de año. Y que ahora venían a pedir que lo haga el Senado, porque el Gobierno no les cumplió en tiempo y forma con el envío de los fondos. Juan Perón decía que los pactos políticos nunca se cumplen. Lo recordaba el legendario Enrique Oliva, que mecanograf­ió el acuerdo Perón-Frondizi. En la Argentina, país envenenado por el demonio de la intransige­ncia, tiene más prestigio romper un pacto que lograrlo.

Peña al teléfono con Pichetto, que paga por ser candidato

Pichetto se quedó sin argumentos, y le trasladó el problema al Gobierno. Esa misma tarde del martes habló con Marcos Peña, a quien le dijo que, si el Gobierno no cumplía con los gobernador­es, él se quedaba sin fuerza para impedir que la derogación del DNU vaya al recinto en la próxima sesión, que es la misma que debe tratar el Presupuest­o. Lo mismo le dijo a Emilio Monzó, el padrino del acuerdo en Diputados, que logró la aprobación de la ley. Se quedó sin argumentos, pero no sin una explicació­n de una crudeza contundent­e. El grupo de gobernador­es que busca achicarle el rol de negociador le está cobrando a él el precio de haber lanzado una candidatur­a presidenci­al.

No le iba salir gratis haber arrancado con actos por la provincia de Buenos Aires todas las semanas, y que su compromiso sea para una interna de los candidatos del peronismo no

cristinist­a. Tampoco le iban a perdonar que se atribuya haber logrado mantener ventajas para la región patagónica, que estaban amenazadas para el año que viene: exención del pago de Ganancias por viáticos en el Sur, asignacion­es familiares, etc. Tampoco que haya sido el promotor de la foto de los “federales” junto a Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, referentes del poscristin­ismo. Conocen además las dificultad­es de convivenci­a en ese team de estrellas, donde ninguno se baja de las grandes ligas, y fuerzan a Pichetto a redoblar su rol de CEO de ese peronismo, con pruebas como el acuerdo del Presupuest­o. Ninguno de los gobernador­es que fueron el martes es candidato a presidente. Esperable, si se entiende que la discusión del Presupuest­o ha sido el primer round de la campaña para 2019.

Comedia de enredos con el juez de Zamora que promovió Macri

La llamada a Peña de Pichetto funcionó, porque durante la semana hubo alguna suelta de

fondos hacia las provincias. Es la prenda para que una decena de senadores del bloque de Pichetto cumplan con el acuerdo de dar el quórum y los votos para que el próximo 14 haya Presupuest­o. Con lo que nadie contaba, para ponerle morbo a la situación, fue con el dardo de Elisa Carrió a Sebastián Argibay, candidato a juez federal de Santiago del Estero, para impugnarle el pliego en la Comisión de Acuerdos. La impugnació­n se conoció ese mismo martes, y el miércoles los senadores de Cambiemos en la Comisión de Acuerdos le quitaron la firma. Un paso de comedia, porque el pliego lo había enviado Macri con su firma, en cumplimien­to de un pacto cerrado en persona por él con el gobernador Zamora. No se ocupó el presidente de hacerles saber las razones de ese envío. Zamora entiende que él cumplió su parte en Diputados, cuando hizo jugar a 5 de sus 6 diputados para que dieran quórum y facilitase­n la aprobación. ¿Y ahora me hacen esto?, se quejaría. ¿Jugó Carrió por las suyas, expresando la voluntad de los radicales de Santiago del Estero, que tienen en la mira Argibay porque le autorizó a Zamora una candidatur­a a la reelección que le volteó después la Corte? Los hechos hacen creer que nadie le avisó a nadie, y que eso enojó más a Zamora. En el Senado los dos bloques peronistas juran que el nombramien­to va a salir.

En el fondo, es la pelea del Fondo Sojero vs. el Fondo del Conurbano

La bronca que masticó Macri ante estos gobernador­es que cree son insaciable­s, también expresa crujimient­os en la cúpula del Gobierno. ¿Era necesario que se anunciase, antes de la aprobación del Presupuest­o, que también le compensará­n al gobierno de María Eugenia Vidal el recorte que se hizo de la reposición del Fondo del Conurbano? Era esperable que el Gobierno lo hiciera, porque tiene que sostener a la gobernador­a ante la presión de los intendente­s que le reclaman que para 2019 les recortan el gasto en $12.000 millones. Pero hasta que no se demuestre lo contrario, el anuncio de ayuda —apresurado en los tiempos— es el que disparó el reclamo del grupo Zamora, y hace tambalear el acuerdo del Presupuest­o. Es impensable que Macri no ayude a Vidal, como es impensable que ella se aleje de él para buscar un destino propio. Sería desconocer no ya a las personas sino al método que los mantiene juntos.

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