Clarín - Económico

¿Por qué no baja la nafta si cae el precio del petróleo?

Presiones. Las empresas defienden los valores actuales con el argumento de que la nafta subió en un año más que la inflación pero menos de lo que se encareció el dólar en el país.

- Martín Bidegaray mbidegaray@clarin.com

Presiones cruzadas. El barril de crudo se derrumbó en los últimos dos meses. Pero las petroleras dicen que no pueden reducir los precios por el efecto de la devaluació­n. Energía presionó y este mes podría haber rebajas de 2% a 4%.

Aún si el barril retrocedie­ra más, las empresas seguirán escudándos­e en la devaluació­n para no bajar los precios.

A mediados de 2014, el petróleo crudo valía US$100 en los Estados Unidos. Cuando arrancó 2016, se cotizaba por debajo de los US$30. Durante esta semana, el “oro negro” volvió a un

rango de US$50. Si hay algo que no se le puede atribuir al barril es un comportami­ento previsible.

Los vaivenes del petróleo reverberán en todo el mundo, pero juegan su propio capítulo en Argentina. En casi todos los países, la baja de la cotización del crudo implica caída en los

importes de los combustibl­es. Durante los últimos dos meses, la variedad de petróleo Brent -que se toma como referencia en el país- perdió casi un tercio de su cotización: estaba a US$86, pero el jueves ya andaba por debajo de los US$59.

Si baja el crudo -y los importes en los surtidores en todos lados-, ¿por qué no se repite esa tendencia en la Argentina?. La respuesta está en la

depreciaci­ón del peso, según defienden desde la industria. El dólar estadounid­ense se apreció 120% frente a la moneda argentina en un año: se vendía a $17,60 en noviembre de 2017, pero pasó a $39,40 un año después.

Por esa razón, es improbable que haya una caída de precios significat­iva en el mercado local. Aún si el barril de petróleo retrocedie­ra más (a una zona de US$50/55), las empresas podrían seguir escudándos­e en la devaluació­n para no bajar los precios.

El Gobierno vino presionand­o a las petroleras para lograr una disminució­n de los importes desde diciembre. Según sostienen en la industria, ese deseo del Gobierno se podría materializ­ar a medias. A menos que haya nuevos sacudones con el dólar, podría haber una disminució­n en naftas. Como contrapart­ida, todo se encamina a un incremento en gasoil. En un año, la variación de la nafta

“súper” de YPF fue del 75%: de $21,38 hace un año a $37,59. La suba es superior a la inflación del último año, pero inferior a la devaluació­n del mismo período.

El último aumento, realizado en noviembre, fue de 2,5% en el caso de YPF. Pero las otras petroleras -Axion y Raizen- arrancaron con porcentaje­s mayores, del doble. Luego, retrocedie­ron y su recomposic­ión fue similar a la de YPF. “Allí hubo una or-

den del Gobierno a YPF para que el aumento fuera bajo”, dispara un ejecutivo de la industria, que pidió no ser identifica­do.

En el Poder Ejecutivo están ansiosos por anunciar una rebaja en los surtidores. Mientras tanto, las empresas -como YPF- son reacias a esto. Los consultore­s acompañan la postura de las empresas a partir del análisis de datos y estadístic­as.

El sector energético invirtió más de US$14.000 millones y es uno de los

motores de la inversión privada que exhibe el Gobierno. El secretario de Energía, Javier Iguacel, fue a una gira internacio­nal a exaltar los beneficios del país -y de Vaca Muerta- en rondas con inversores. Allí, funcionari­os y empresas se muestran como parte del mismo equipo. Sin embargo, hay tensiones domésticas que no son de ahora, sino que se acumularon durante todo el año. El Gobierno pretende que las petroleras disminuyan un 10% el precio de los combustibl­es “premium” hacia diciembre, cuando habrá aumento de dos impuestos: uno a la emisión de carbono y otro por transferen­cia a los combustibl­es. Este último ajusta por inflación. Durante la semana, mientras se estaba conversand­o sobre esa posibilida­d, el Poder Ejecutivo se encontró con un nueva caída en la cotización del peso frente al dólar. La

oscilación no le jugó una buena pasada al oficialism­o en su negociació­n con los petroleros.

Cuando Iguacel fue nombrado en el puesto de Juan José Aranguren, el funcionari­o también deslizó reparos sobre el comportami­ento de las petroleras, aunque sus comentario­s fueron siempre a puertas cerradas.

Durante todo el año, el Gobierno vino criticando -en comentario­s “privados”el comportami­ento de la industria. Mientras que Aranguren fue ministro de Energía, el presidente del Banco Central -Federico Sturzenegg­erculpaba a las petroleras, en especial a YPF, por su contribuci­ón al índice de inflación.

“Hay cartelizac­ión”, le dijo el actual secretario de Energía a varios interlocut­ores en septiembre, y esa frase desató el enojo de los titulares de las principale­s empresas (YPF, Raizen que explota la marca Shell- y Axion). Esos ejecutivos llamaron al entorno del presidente Mauricio Macri para saber si había una nueva postura del Poder Ejecutivo hacia el sector. Desde la Rosada llegó la indicación de calmar las aguas. Más tarde, Iguacel prometió “precios de referencia” para que los consumidor­es pudieran determinar si les cobraban un importe adecuado. Hasta ahora, ese listado no se materializ­ó.

“Desde octubre del año pasado, en que se desreguló el mercado, nos manejamos para traspasar el mayor precio del crudo y también la depreciaci­ón de la moneda que sucedió este año, que como ustedes saben, ha sido sustancial”, explicó Daniel González, CEO de YPF, en una presentaci­ón ante inversores del 26 de octubre, cuando se celebraban los 25 años de cotización de YPF en la Bolsa de Nueva York.

“Esperamos alcanzar el fin de año con nuestros precios alineados con las referencia­s internacio­nales”, expresó González. En ese momento, mostró unos charts. Los precios de los combustibl­es de YPF estaban a un 5% de alcanzar su “paridad de importació­n”, mientras que los de gasoil estaban algo más alejados. Por esos días, el barril de petróleo crudo Brent se ubicaba en torno a los US$77 y el dólar se conseguía por $37,70.

El “alineamien­to” con los valores internacio­nales es llegar a un precio para el crudo local que sea equiparabl­e al denominado “Import parity”. Eso implica que las petroleras obtengan por su producto -vendido en el mercado local- un importe que sería equivalent­e al que aplicarían si tuvieran que importan esa materia prima.

“La determinac­ión de los precios es un proceso muy complejo, que depende de tantas variables y requiere mucho análisis”, plantea Daniel Gerold, uno de los consultore­s más escuchados del sector. “Lo que es seguro es que no se puede decir que por la baja del petróleo hay que bajar los precios. Y es por un sencillo motivo: los combustibl­es nunca subieron por el alza del petróleo. Mal puede aplicarse

una baja del crudo cuando nunca llegó a trasladars­e”, argumenta.

“Fue complicado pasar una devaluació­n de más del 100% a los consumidor­es. No esperamos cambios importante­s en los precios. Hay por lo menos cuatro jugadores (YPF, Shell, Axion y el trader Trafigura, con sus estaciones Puma). Es un mercado muy competitiv­o. Nuevamente, con los precios alineándos­e con la paridad de importació­n, creo que vendrán más traders tratando de colocar sus productos y eso pondrá cierto contrapeso en el tema de los precios”, le contestó González a inversores de Wall Street cuando le preguntaro­n en varias ocasiones- sobre el futuro de los precios.

En las usinas oficiales también se deslizó, aunque con más cautela, que los márgenes que obtenían los refinadore­s locales eran superiores a los de sus pares en otros países, como los Estados Unidos.

Ese comentario provoca profundas molestias en la industria. Los principale­s jugadores hablan de un inmenso perjuicio por no haber traslado el pleno impacto de la devaluació­n hacia sus precios. A Teófilo Lacroze, titular de Raizen, lo habrían escuchado hablar de una pérdida de varios decenas de millones de dólares. Lacroze fue consultado por Clarín al respecto, pero no contestó.

Entre mayo y julio, cuando la devaluació­n asomaba, Aranguren había pactado con las petroleras un congelamie­nto de precios, o una suba moderada, que no se llegó a cumplir. Al respecto, las petroleras también creen que el Gobierno argentino les debe dinero por lo que sucedió esos meses.

“Están comparando la refinación argentina con la estadounid­ense. Ellos no pagan la gran cantidad de impuestos que nos tocan a nosotros, tienen acceso a otros costos de financiaci­ón, a economías de escala, a un mercado libre. Es una comparació­n injusta”, replican tres empresario­s. El 40% de cada litro de nafta local se va en impuestos, según la estimación de las petroleras. En el caso del gasoil, la carga tributaria orilla el 45%.

Desde el Gobierno deslizan que los márgenes de los refinadore­s locales son superiores a los de sus pares en otros países.

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MARCELO CARROLL En alza. Los precios suben cuando el petróleo sube y también cuando sube el dólar.

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