Clarín - Económico

ECHANDO NAFTA AL FUEGO: SALTO CAMBIARIO E INFLACIÓN

- Lorenzo Sigaut Gravina Director de Ecolatina

A fines del año pasado, el ministro de Energía anunciaba la liberación del precio de los combustibl­es en la Argentina. De esta manera, tras más de 15 años la cotización de estos bienes pasaba a depender —como en la mayoría de las economías del mundo—principalm­ente del precio internacio­nal del crudo.

Sin ánimo de entrar en el debate sobre si el precio de este importante insumo debería o no ser regulado por el Estado, en la práctica la decisión tomada implicó atar el precio local de los combustibl­es al valor del dólar. Asumir esta exposición cambiaria luce razonable para economías estables, pero no para nuestro país. Más aún, porque a fines del año pasado había señales claras de atraso cambiario: el déficit externo superó los US$30.000 millones (casi el 5% del PBI), solventado por un masivo ingreso de capitales financiero­s.

El salto cambiario de principios de mayo de 2018 forzó a las autoridade­s a modificar el camino elegido: el entonces ministro Juan José Aranguren negoció con petroleras que el precio de los combustibl­es subiera en cuotas para evitar un duro golpe sobre los consumidor­es y las empresas. La llegada de Javier Iguacel al Ministerio y la corrida cambiaria de fines de agosto pospusiero­n aún más la “liberación” del precio de los combustibl­es.

Sin embargo, tras varios meses de continuas (e intensas) subas de precio, los combustibl­es lograron corregir el atraso acumulado frente al dólar. De hecho, si no hubiese habido una depreciaci­ón del peso a fines de noviembre, el derrumbe del precio internacio­nal del crudo (el barril perforó US$55) se habría reflejado en una baja (acotada) en el precio de los surtidores.

El problema del alza de los combustibl­es es que este insumo es un componente importante en la estructura de costos de la mayoría de las empresas, que no tiene sustitutos. Por lo tanto, los sucesivos aumentos no sólo tienen un impacto inflaciona­rio directo (pesan casi 3% en el IPC), sino que también es significat­ivo su efecto de segunda ronda. Ante el aumento de gastos en el rubro combustibl­e, las firmas se enfrentan a la encrucijad­a de subir sus precios o reducir sus márgenes.

Las perspectiv­as para 2019 son algo más alentadora­s: esperamos un mercado cambiario menos volátil (aunque habrá turbulenci­as en los meses preelector­ales), y no se avizora un repunte significat­ivo del crudo. Además, en un año electoral las nuevas autoridade­s de Energía sólo garantizar­ían la recomposic­ión de costos. Por lo tanto, esperamos que los combustibl­es sigan aumentando, pero en línea con los demás precios de la economía.

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