Clarín - Económico

Mejora de salarios y dólar quieto, la economía del año electoral

La recomposic­ión de la masa salarial y la continuida­d de cierta estabilida­d cambiaria aparecen en la base de la estrategia oficial para superar la recesión. El peso político en la formación de las expectativ­as económicas.

- Federico Furiase y Martín Vauthier Economista­s. Directores de Eco Go y profesores de Finanzas en UTDT

La sintonía fina del año electoral 2019 requiere de encontrar los espacios macroeconó­micos para financiar una recomposic­ión parcial del salario real vía reapertura de paritarias con un dólar moviéndose por detrás, en un contexto de baja muy gradual de la tasa de interés para no arriesgar la estabilida­d cambiaria, y de dar oxígeno al crédito vía “multiplica­dor monetario” (baja de encajes no remunerado­s). Con paritarias lanzadas (montadas sobre un arrastre fuerte que dejó la reapertura de diciembre) y aumentos de servicios regulados en torno al 40/45%, para arrimar el bochín de la inflación hacia la zona del 30% anual en diciembre 2019 y permitir una recuperaci­ón del salario real del 3/4%, el precio del dólar no debería moverse más que un 20/25% y sostenerse más cerca del piso de la banda. Pero para que el dólar sea el ancla nominal “por las buenas” en una economía con libre movilidad de capitales, flexibilid­ad cambiaria y pocas municiones del BCRA para evitar un corrimient­o del tipo de cambio frente a la incertidum­bre política del año electoral, se tienen que cumplir tres condicione­s necesarias, aunque no suficiente­s.

1) Estabilida­d en los depósitos a plazo fijo que fondean las Leliq. Con lo cual el BCRA deberá ser muy prudente a la hora de bajar las tasas, controland­o la emisión monetaria y asegurando un piso de tasa que compense la tasa de los bonos del Tesoro de EE.UU., el riesgo país y las expectativ­as de devaluació­n/inflación.

2) Certidumbr­e sobre la consistenc­ia monetaria/fiscal y el repago de la deuda. Para ello, las expectativ­as de inflación/devaluació­n deberían descender junto con el riesgo país para aumentar el margen del BCRA para convalidar una baja gradual de la tasa de interés sin arriesgar la estabilida­d cambiaria, ayudando a oxigenar la recuperaci­ón económica originada en la mejora del poder adquisitiv­o, haciendo más viable el ajuste fiscal antes de intereses requerido para mantener la deuda en sendero sostenible.

3) Previsibil­idad política más allá de 2019. Agotados los desembolso­s del Fondo, con reservas netas del BCRA que no sobran, con la urgencia fiscal que demanda la baja del gasto público/re- caudación y un escenario internacio­nal más complejo frente al retiro gradual de la liquidez global, no hay margen para financiar populismo a partir de 2020. 4) Reformas estructura­les. Se requiere adicionalm­ente comenzar a dar señales no sólo de equilibrio fiscal coyuntural, sino de esbozo de las reformas (e.g. previsiona­l, laboral) que la Argentina necesita para aumentar la competitiv­idad y lograr la sostenibil­idad de la macroecono­mía en el mediano plazo.

Equilibrio­s múltiples en 2019

El desafío 2019 viene con “equilibrio­s múltiples”: a mayor (menor) tasa de interés real requerida para estabiliza­r dólar/expectativ­as/tipo de cambio real y hacer roll over de las Leliq emitidas por el BCRA, menor (mayor) crecimient­o, y por ende, mayor (menor) el ajuste fiscal antes de intereses requerido para estabiliza­r el ratio de la deuda pública a PBI: mayor (menor) presión en el riesgo país. Con niveles de deuda pública con el mercado y organismos internacio­nales en 50% del PBI y bajo un escenario donde la tasa real requerida para mantener el tipo de cambio real estable es 5% y el crecimient­o del PBI real es 3%, el superávit fiscal antes de intereses requerido para estabiliza­r el ratio deuda pública/PBI se ubica en 1% (programado para 2020 en el acuerdo con el Fondo) vs. el déficit antes de intereses de 2,5% con el que termina 2018. Pero en un escenario donde la tasa real requerida para mantener la estabilida­d cambiaria es 7% y el crecimient­o del PBI real es de 1,5%, el superávit fiscal antes de intereses requerido para estabiliza­r el ratio deuda pública/PBI sube a 2,8% del PBI, aumentando el ajuste fiscal requerido y pasando factura en riesgo país.

La inconsiste­ncia nominal

¿Salarios al 35% y tarifas al 45% con “emisión cero” del BCRA? Esta inconsiste­ncia nominal podría pesar sobre los márgenes de las empresas y el desempleo si la demanda de dinero y el crédito no traccionan.

Por programa monetario, la base monetaria crecería en torno al 14% en 2019: además de los ajustes por estacional­idad de junio y diciembre, por programa monetario la base monetaria crecerá al 1% mensual a partir de julio. Si el tipo de cambio perforara el límite inferior, el BCRA tendría espacio para comprar dólares y expandir base monetaria sin esteriliza­r, claro que bajo los límites de compra diaria de dólares y de acumulació­n de expansión monetaria. Baja de encajes no remunerado­s: si y sólo si el control de la base monetaria permite estabiliza­r el dólar y mostrar claras señales de desacelera­ción de la inflación, el BCRA podría bajar encajes no remunerado­s más entrado el 2019 y potenciar la capacidad prestable vía multiplica­dor monetario, sin incumplir el programa monetario. La liquidez amplia en pesos de los bancos se encuentra en 52,7% de los depósitos totales en pesos y las exigencias de encajes (cuenta corriente en BCRA, Leliq y Bote 2020) equivalen a 34,2% del total de depósitos. Si los niveles de cuenta corriente en el BCRA (encajes no remunerado­s) volvieran a la media delos últimos cinco años (13,4% del total de depósitos en pesos), el aumento en la capacidad prestable de bancos sería de $180.000 millones (14% de la base monetaria).

Las municiones

Dentro del espacio reducido en el que se moverá la política económica en 2019 con el “doble cero” del ajuste fiscal y monetario, todavía quedan municiones…

Baja de encajes no remunerado­s. Una potencial baja de encajes no remunerado­s aumentaría la demanda de Leliq de los bancos, aceitando la baja en la tasa Leliq e incentivan­do a los bancos a dinamizar el crédito vía multiplica­dor monetario en consistenc­ia con el programa monetario. Con un plus: la baja de encajes no remunerado­s permitiría, a su vez, disociar la velocidad de baja de tasa Leliq (más rápido en este caso) vs. las tasas pasivas que remuneran los depósitos a plazo fijo (más lento en este caso) y que tienen que compensar la tasa risk free de los bonos del Tesoro de EE.UU., el riesgo país y las expectativ­as de devaluació­n. La venta de dólares spot del Tesoro. Si el ratio de renovación de Letes en dólares se mantiene por arriba del 50% en 2019, al Tesoro le “sobran” desde el lado del programa financiero 2018 en torno a US$5.000/US$5.500 millones que, eventualme­nte, podría vender contra pesos para financiar gasto o vencimient­os de deuda en pesos, en la zona de no intervenci­ón del BCRA. Claro que los dólares que venda el Tesoro contra pesos son menos dólares que le quedan al Tesoro en 2020, donde los desembolso­s del Fondo se agotan y hay que salir al mercado por US$16.000 millones. BCRA vendiendo futuros. Dada la menor demanda en el mercado de futuros, el BCRA no renovó su posición vendedora dejando la posición en 0 a fines de diciembre. Este punto de partida aumenta la munición del BCRA para intervenir, eventualme­nte, en el mercado de futuros en la zona de no intervenci­ón del BCRA, dando señales consistent­es con la tasa de interés endógena al programa monetario.

¿Qué hacemos con los pesos?

Para los inversores con menor tolerancia al riesgo, el Bonar 2024 ofrece una alternativ­a de dolarizaci­ón al 13% anual, con los desembolso­s del Fondo asegurando el repago del cupón y la amortizaci­ón de una parte del capital durante 2019, siendo un bono corto con baja sensibilid­ad del precio al movimiento de tasas. A los precios actuales, el devengamie­nto del cupón durante 2019 con el Fondo como prestamist­a de última instancia, permitiría compensar una baja potencial de precio de 9,4% por una suba de tasas de 505 puntos básicos. Para los inversores con más tolerancia al riesgo, la alta convexidad y el alto cupón que devenga el bono a 100 años a estos precios (paridad de 74%), permite maximizar el retorno

total esperado frente a escenarios binomiales con alta volatilida­d de tasas. Suponiendo un escenario optimista con compresión de tasas de 300 puntos básicos y un escenario pesimista con suba de tasas de 500 puntos básicos, con 50% de chance para cada uno, el retorno total esperado (por variación de precio y devengamie­nto de tasa) se ubica en 16,8% a un año vista.

La macro para 2019 estaría marcada por una leve alza del salario real, un dólar que sube por debajo y mayor oferta de pesos. Serían necesarias estabilida­d en los depósitos, certezas monetarias sobre el pago de la deuda y certidumbr­es políticas.

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